El grado de violencia de cualquier homicida se mide no solo por la crueldad empleada, sino también por la cantidad de muertes que tenga en su haber. El cambio climático es uno de los más letales asesinos con los que se ha tropezado la humanidad, pero las estadísticas de sus desmanes anuales, que implican una mortandad sin precedentes, carecen de la rigurosidad necesaria para poder contrarrestar su acción y salvar vidas.
Cuando ocurren muertes por catástrofes o eventos relacionados con el calentamiento global las cifras son ambiguas, imprecisas o dispares dependiendo del organismo que las cuantifique. En muchos casos no se han establecido los criterios para determinar cuándo una muerte está relacionada de manera directa e indirecta.
Si no se adoptan los correctivos necesarios la situación en el futuro próximo será más complicada. La Organización Mundial de la Salud calcula que entre 2030 y 2050 habrá unas 250.000 muertes adicionales al año debido a la malnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés por calor. El cambio climático no solo está perjudicando el planeta, sino también la salud de personas por la contaminación tóxica del aire, la disminución de la seguridad alimentaria, el aumento del riesgo de brotes de enfermedades infecciosas, el calor extremo, las sequías, las inundaciones y otros eventos naturales.
CIFRAS SUBESTIMADASLos Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades es la agencia federal oficialmente responsable de las estadísticas de mortalidad en Estados Unidos, incluidas las muertes relacionadas con el clima. Reconoció que las muertes por desastres climáticos potencialmente se están subestimando debido a la información inconsistente en los certificados de defunción.
Los CDC indican que no tienen cálculos de qué tan grande podría ser el posible recuento insuficiente para diferentes tipos de desastres.
Números imprecisos
En Estados Unidos, así como en muchas partes del mundo, no existe un recuento único y confiable cuántos mueren como resultado del clima extremo. Cada agencia publica de manera independiente sus recuentos de decesos después de cualquier desastre climático determinado. A menudo no hay coincidencia. La contabilidad federal definitiva del impacto del cambio climático en el país ubica en más de 1.300 las muertes anuales debido únicamente al calor. Las autoridades advierten que inundaciones extremas, huracanes e incendios forestales rutinariamente matan a otros cientos más. Pero esas cifras son cálculos aproximados.
No está claro cuántas personas en Estados Unidos murieron oficialmente en algunos de los desastres climáticos de los últimos años. El problema quedó al descubierto en 2017 después de que el huracán María azotara Puerto Rico. El número oficial fue de docenas de muertos. Sin embargo, los cuestionamiento no se hicieron esperar en parte porque la cifra parecía inexacta, pues durante meses la isla no contó con un servicio eléctrico confiable.
Análisis posteriores sugirieron que miles de muertes adicionales no habían sido contabilizadas. Epidemiólogos utilizaron estadísticas para comparar el número de muertes en los meses posteriores al huracán con el número de muertes durante períodos similares en años anteriores cuando no hubo tormenta. Su reporte fue un poco diferente. «Pasamos de que el gobierno federal dijera 89 [personas murieron] a otra institución académica que decía 2.000 y otra más que decía 5.000», dice Maureen Lichtveld, epidemióloga de la Universidad de Pittsburgh. Al final, el gobierno de Puerto Rico informó una cifra oficial de muertes de poco menos de 3.000.
Ola difícil de surfear
Las olas de calor son uno de los más mortífero fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el clima. Aquí las disparidades en el recuento de muertes son particularmente grandes. En 2022, el Departamento de Servicios de Salud del Estado de Texas informó 279 muertes relacionadas con el calor en el estado, mientras que el Servicio Meteorológico Nacional contó solo 53 muertes. Esa discrepancia pudo haber surgido porque el Servicio Meteorológico Nacional solo cuenta las que ocurren en días lo suficientemente calurosos como para justificar un aviso oficial de calor.
«Incluso podría haber muertes relacionadas con el calor cuando hay 35 grados en Texas», dice Gordon Strassberg, director del programa de datos de tormentas del Servicio Meteorológico Nacional. Pero ese clima podría no ser lo suficientemente caluroso como para activar un aviso oficial de calor en un estado donde las altas temperatura son común. En ese caso, el Servicio Meteorológico Nacional no contaría la muerte, pero el gobierno estadal sí.
Algunas muertes relacionadas con incendios forestales tampoco se cuentan. La exposición al humo de los incendios forestales contribuye a miles de muertes cada año. Sin embargo, no existe un registro nacional que las recoja que el cambio climático mató a esas personas. Por ejemplo, el número oficial de personas que murieron en el de 2018 en Paradise, California, está entre 84 y 86, pero no incluye docenas de muertes por suicidio que se han relacionado con la desesperación y el desplazamiento después de la destrucción causado por las llamas. Especialista indican que después de muchos eventos climáticos extremos, hay un aumento de suicidios, pero no se contabilizan.
Estandarizar es la vía
Los recuentos oficiales de muertes varían principalmente porque no siempre se tiene claro cuáles deben atribuirse a un desastre climático. Las directas son las más fáciles de contar. Por ejemplo, si un árbol cae sobre alguien y lo mata durante un huracán, la muerte de ese individuo es directamente atribuible a la tormenta. Sin embargo, las relacionadas con condiciones climáticas extremas no se cuentan de manera tan confiable. Muchas personas mueren debido a cortes de energía durante o después de intensos huracanes, incendios forestales y olas de calor.
El problema es que no existen criterios estandarizados para confirmar un vínculo entre una muerte que ocurre después de un evento climático extremo y el desastre en sí. Muchas personas tienen problemas de salud subyacentes, como enfermedades cardíacas, que se ven exacerbadas por la pérdida de electricidad, la falta de acceso a medicamentos o el estrés por haber sido desplazadas por un desastre, lo que las lleva a morir semanas o incluso meses después.
Maureen Lichtveld, epidemiólogo de la Universidad de PittsburghLichtveld, es uno de los autores de un informe de 2020 ordenado por el Congreso de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina sobre el número de muertos por desastres. En el documento se pedía al gobierno federal que estandarizara cómo se cuentan las muertes después de desastres climáticos. «Persisten una confusión y un desacuerdo significativos con respecto a lo que se considera una muerte relacionada con un desastre», señala.
El cambio climático mató 4 millones
Calcular el acumulado de muertes por el cambio climático no es tarea fácil. Pero se cree que las muertes asociadas a los fenómenos climáticos extremos están en camino de superar los 4 millones en 2024 desde el comienzo del siglo XXI. Colin Carlson, biólogo y profesor asistente en la Universidad de Georgetown, a cargo de un instituto centrado en predecir y prevenir pandemias, publicó una columna en la revista Nature Medicine en la que advierte que estas 4 millones de vidas perdidas debido al cambio climático, aunque son una cifra asombrosamente alta, está subestimada.
La aseveración de Carlson se basa en previsiones anteriores del epidemiólogo australiano Anthony McMichael. A principios de este siglo fue uno de los primeros en investigar cuántas personas morían debido al cambio climático. Su equipo calculó el número de vidas perdidas en el año 2000. Utilizó modelos informáticos para determinar el porcentaje de estas muertes atribuibles al cambio climático. Concluyeron que en ese año, el cambio climático fue responsable de la pérdida de 166.000 vidas.
Desde entonces, el panorama ha cambiado notablemente. Ha habido un declive en el negacionismo climático y un crecimiento en la investigación ambiental, aunque los estudios sobre la mortalidad causada directamente por el calentamiento global y la contaminación del aire siguen siendo limitados.
Salvar vidas
Tener datos confiables sobre cuántas personas murieron en una inundación, incendio forestal, huracán u ola de calor, así como sobre por qué ocurrieron esas muertes, puede ayudar a salvar vidas durante futuras condiciones climáticas extremas. «Muchas de las muertes son evitables», afirma Wayne Blanchard, que trabajó en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias durante tres décadas. Considera particularmente importante para la gestión de emergencias tener esas estadísticas. Dice que cuanto más se sabe, más capacitados se está para intentar desarrollar medidas de mitigación, como planes de evacuación, refugios o advertencias meteorológicas adaptadas a quienes corren mayor riesgo.
En la década de 1990 algunas ciudades comenzaron a abrir centros de enfriamiento durante las olas de calor en respuesta al gran número de muertes por exposición prolongada al calor, dice Blanchard. Estos centros de enfriamiento son ahora una parte básica de la gestión de las olas de calor en todo Estados Unidos. Actualmente, muchos gobiernos municipales anhelan obtener más información sobre quiénes mueren por exposición al calor. Porque puede ayudar a saber dónde ubicar esos centros de enfriamiento y cómo ayudar a las personas vulnerables a acceder a ellos.
Los recuentos precisos de muertes después de los desastres también pueden ayudar financieramente a las familias de quienes murieron. La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias paga parte de los gastos funerarios de aquellos cuyas muertes están oficialmente vinculadas con grandes desastres. Pero si el cambio climático mato a un familiar y no lo cuentan como parte de los decesos del desastre, las familias generalmente no son elegibles para esos fondos de ayuda.
Desastroso 2023
El 2023 fue para Estados Unidos un año de desastres naturales. Las pérdidas rondan los 81 mil millones de dólares, según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Destacan los devastadores incendios forestales en Hawaii, el huracán Idalia en el oeste Florida y una sequía que causó más de 200 muertos en todo el sur y el medio oeste.
- Una sequía y una intensa ola de calor que afectó varios estados y se prolongó desde principios de abril hasta finales de septiembre. En este caso el cambio climático mató a 244 personas y causó daños por valor de 10.500 millones de dólares.
- En marzo, 13 personas murieron durante dos días de tormentas severas en estados del sur y el medio oeste como Texas, Alabama, Indiana y Ohio. Los daños causados por tornados a hogares, negocios y otras infraestructuras ascendieron a 5.900 millones de dólares.
- En Hawaii, vientos huracanados provocaron incendios devastadores que mataron al menos a 97 personas y arrasaron la histórica ciudad de Lahaina. Es el incendio forestal más mortífero ocurrido en Estados Unidos desde 1918. Hubo 5.600 millones de dólares en pérdidas.
- Una serie de tornados azotaron a finales de marzo Illinois, Indiana y Ohio. Un total de 33 personas murieron. En 5.500 millones de dólares se calcularon los daños materiales.
- Más de 60 tornados azotaron seis estados. Los daños fueron por valor de 5.000 millones de dólares. Ocho personas perdieron la vida.
- Granizó durante seis días desde las Montañas Rocosas hasta el este de Kentucky. En un gran concierto al aire libre en Colorado cerca de 100 personas resultaron heridas.