El impacto del cambio climático sobre los patrimonios naturales y culturales de la humanidad es una de sus mayores amenazas. La posibilidad de que en apenas unas décadas desaparezcan ha dado paso a un nuevo tipo de turismo, el de “última oportunidad”, que no está libre de riesgos.
El planeta se está calentando y los efectos son devastadores. El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de incendios forestales, pérdida de biodiversidad, fenómenos meteorológicos extremos, sequías y otros desastres naturales en todo el planeta. De acuerdo con un informe de la UNESCO, el 33% de los sitios naturales y el 17% de los sitios del patrimonio cultural corren peligro debido al cambio climático.
El informe “Bosques del Patrimonio Mundial: sumideros de carbono bajo presión” encontró que el 60% de los bosques del patrimonio mundial están en riesgo ante eventos relacionados con el cambio climático. El estudio de los activos de carbono azul del mundo indica que los sitios marinos peligran. Dos tercios de estas reservas vitales de carbono (el 15% de los activos mundiales de carbono azul) está amenazados por la degradación.
El aumento global de las temperaturas también destruye el patrimonio cultural. Lugares de gran valor que han sufrido incendios forestales, inundaciones y tormentas. Ante la gravedad de la situación, un número cada vez mayor de turistas quiere visitar esos espacios amenazados para tener la “última oportunidad” de verlos. No obstante, el turismo puede agravar la situación y ocasionar daños a los visitantes.
Ningún ecosistema se salva
La naturaleza, con sus ecosistemas únicos es una opción popular para los turistas, pero desastres como incendios forestales y huracanes la dañan gravemente. Los Grandes Montañas Azules de Australia y el Parque Nacional Morne Trois Pitons de Dominica son dos ejemplos. Sufrieron graves daños con los incendios y el huracán. Dejaron de ser sumideros de carbono. Asimismo, los incendios forestales en el lago Baikal de Rusia en 2016 y el desierto de Tasmania en Australia en 2020 generaron emisiones de CO2 equivalentes a más de la mitad de las emisiones anuales de combustibles fósiles de muchos países del mundo.
El cambio climático también afecta el turismo en los espacios marinos. Dos tercios de estas reservas experimentan un alto riesgo de degradación. Si no se toman medidas, el coral puede desaparecer a finales de siglo. Los cambios químicos en las aguas oceánicas están afectando a 16 de los 50 sitios marinos y costeros evaluados en 2020. Los efectos pueden incluir acidificación de los océanos y alteración de las cadenas alimentarias.
El aumento del nivel del mar es una amenaza específica para los sitios costeros y marinos. Se prevé que en 2050 habrán desaparecido 148 playas de las Islas Canarias. Unos 140 kilómetros de litoral están en grave riesgo de inundaciones. Ya están afectando Venecia, Ámsterdam, Maldivas y el sur de Vietnam.
Los fiordos noruegos son un paisaje de ensueño. Sin embargo, la belleza de estos lugares se ve empañada por la contaminación producida por los cruceros. Durante los últimos 150 años, asearon a millones de visitantes por el lugar. Como consecuencia, grandes nubes de contaminación empezaron a cubrir la zona. Su aparición provocó que se estableciesen estrictos requisitos de emisiones para los barcos. El objetivo es que los fiordos sean un espacio libre de emisiones para 2026.
Peligro en los glaciares, turismo en aumento
Otro estudio estima que por las emisiones de CO2, los glaciares en 50 sitios del Patrimonio Mundial se derriten a un ritmo alarmante desde comienzos del siglo XXI. Entre ellos los que se encuentran cerca del monte Everest. El último que queda en África pierde 58.000 millones de toneladas de hielo cada año, que equivale al consumo de agua combinado de Francia y España. Contribuye con casi el 5% al aumento global del nivel del mar.
El turismo de glaciares es una carrera contra el tiempo. La creciente demanda para recorrer estos colosos de hielo antes de que desaparezcan está generando un boom económico, también de riesgos. Cada año, medio millón de visitantes llegan a Islandia para maravillarse ante los majestuosos glaciares. Uno es el Breidamerkurjokull, en del Parque Nacional Vatnajokull, que posee impresionantes cuevas de hielo de un azul brillante. Las cuevas se forman a partir del agua de deshielo y han sido apodadas “minas de oro”. Ganaron fama con las imágenes compartidas por fotógrafos en redes sociales.
Hay un aspecto preocupante. Las visitas guiadas, que solían ser más comunes en invierno, ahora continúan en verano y las temperaturas estivales en Islandia están aumentando por el calentamiento global. A medida que más personas entran a las cuevas aumenta el riesgo de accidentes, derrumbes o deslizamientos. Trevor Kreznar, gerente de Exit Glacier Guides en el Parque Nacional de los Fiordos de Kenai, en Alaska, señala que los glaciares también son más inestables que en décadas anteriores. Los guías solían evaluar el estado de los glaciares basándose en su experiencia, pero el cambio climático ha alterado el entorno dinámico y les complica las apreciaciones.
Potencial letalidad
Corin Lohmann, propietario de IceWalks, una agencia turística en el glaciar Athabasca (parte del campo de hielo Columbia en el Parque Nacional Jasper, Alberta), es testigo de los efectos del cambio climático. Ha tenido que adaptarse constantemente. Por el derretimiento de los glaciares, ha tenido que desviar los senderos dos o tres veces por temporada. Los incendios forestales también afectaron sus rutas en los últimos años. Uno cerró el acceso a los glaciares durante el verano. A pesar de los desafíos, 2024 ha sido uno de los años más activos para IceWalks desde su fundación en 1985.
El investigador en turismo glaciar, Johannes Theodorus Welling, advierte que pueden ocurrir tragedias. Recientemente, en el Parque Nacional Vatnajokull, se derrumbó un arco congelado y le causó la muerte a un turista estadounidense. El cambio climático ha acelerado la desaparición de los glaciares y ha impulsado el “turismo de última oportunidad”. No habrá otra para verlo. Sin embargo, Trevor Kreznar advierte que la inestabilidad de los glaciares y el aumento de los visitantes son una peligrosa combinación. Propone instalar sistemas de alerta temprana para el colapso de glaciares y planes de contingencia para operadores y personal de emergencia.
Patrimonio en riesgo
El cambio climático también es una amenaza significativa para el Patrimonio Mundial. Sus 936 localizaciones representan un tesoro invaluable para la humanidad. 725 son bienes culturales; 183, bienes naturales; y 28, bienes mixtos. Actualmente, 31 sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, distribuidos en 29 países, enfrentan vulnerabilidades derivadas del calentamiento global: subida del nivel del mar, eventos meteorológicos extremos, sequías y alto riesgo de incendios.
Cuarenta sitios considerados Patrimonio Cultural de la Humanidad el riesgo de desaparecer: la Estatua de la Libertad en Nueva York, el Teatro de la Ópera en Sídney, la plaza de San Marcos en Venecia y algunas estatuas de la isla de Pascua
En los cinco continentes
Atracciones turísticas invernales que pueden desaparecer en las próximas décadas.
- África: Parque Nacional Kilimanjaro, en Tanzania y Monte Kenia, en Kenia. Estos podrían desaparecer en 2050.
- Asia: Los glaciares en las áreas protegidas de los Tres Ríos Paralelos de Yunnan, China, muestran la mayor pérdida de masa en comparación con el año 2000 (57,2%). También son los glaciares que se derriten más rápido de la lista. Los glaciares del Tien-Shan occidental, en la región fronteriza entre Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán. Se han reducido un 27% desde la década de 2000.
- Europa: Los glaciares de los Pirineos en la frontera entre Francia y España. Los glaciares de los Dolomitas, en Italia, también corren el riesgo de desaparecer en los próximos 25 años.
- América: Los glaciares del Parque Nacional Los Alerces, en la región de la Patagonia, en Argentina. Tienen la segunda mayor pérdida de masa en comparación con el año 2000, correspondiente al 45,6%. Los glaciares del Parque Nacional Huascarán, en Perú, se han reducido en un 15% desde 2000. Las pequeñas zonas de glaciares del Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos. Los glaciares del Parque Internacional de la Paz Waterton Glacier, situados en la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Estos perdieron el 26,5% de su volumen en 20 años.
- Oceanía: Los glaciares de Te Wahipounamu en el suroeste de Nueva Zelanda, han perdido casi el 20% de su volumen desde la década de 2000.
Paradoja del turismo
El turismo, que genera cerca del 9% del PIB mundial y de 1 de cada 11 puestos de trabajo, también puede ser una calamidad si no se gestiona de manera sostenible. El turismo de última oportunidad puede ofrecer una experiencia única y generar conciencia sobre la fragilidad de ciertos destinos, pero también impacta el medioambiente, las comunidades locales, la sostenibilidad a largo plazo e incluso la seguridad de los viajeros.
La industria turística, especialmente si de desarrolla bajo el modelo del turismo de masas, es particularmente vulnerable a los daños ocasionados por el cambio climático en los monumentos y espacios naturales del patrimonio mundial. No es un atrevimiento imaginar Venecia bajo el agua o el Kilimanjaro sin nieve. Un ejemplo reciente y emblemático son las devastadoras inundaciones de Rio Grande do Sul que subraya la importancia de tomar medidas coordinadas para reducir los efectos del calentamiento global.
Actuar ahora
Para frenar el cambio climático es imprescindible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, y promover prácticas sostenibles en sectores como el transporte y la agricultura. Además, es fundamental adaptar las ciudades y regiones turísticas a las nuevas realidades climáticas y desarrollar estrategias específicas para cada tipo de amenaza climática. De lo contrario todos seremos “turistas de última oportunidad”.