El aumento de la temperatura en el mar Mediterráneo provocaría que en los próximos 50 años el atún rojo establezca sus zonas de cría en aguas más templadas. Un un estudio coordinado por la Universidad de Southampton, en colaboración con el centro tecnológico AZTI y el British Antarctic Survey, determinó que por el aumento de la temperatura de las aguas el atún rojo migraría a aguas con temperaturas más bajas para que su reproducción no peligre.
En la actualidad, su principal zona de reproducción es allí, pero el aumento de la temperatura parece irreversible, así que los investigadores que participaron en el estudio están convencidos de que la especie, para sobrevivir tendrá que reproducirse en otras aguas. “Esto plantea la necesidad de adaptar la gestión de la pesca de esta especie de acuerdo con su futura distribución y el establecimiento de nuevas áreas de cría y productividad”, explica AZTI.
La especie migra en busca de aguas más templadas
Clive Trueman, catedrático de Ecología Geoquímica de la Universidad de Southampton y autor principal del estudio, explica que según los resultados de la investigación “las temperaturas superiores a 28 °C repercutirán negativamente en el crecimiento del atún rojo”. “Basándonos en proyecciones de modelos climáticos globales, se puede demostrar que el mar Mediterráneo superará ese umbral en los próximos 50 años y será demasiado cálido para los juveniles de atún rojo. Esto podría llevar a un traslado potencial de las zonas de cría lejos de ese mar. Podrían irse al golfo de Vizcaya u otras regiones más frías, lo que expondría a los juveniles de atún a las pesquerías existentes en esa región”, explica.
Esta tendencia no se limita al Mediterráneo. “También estamos viendo que en el Atlántico oeste el atún rojo se está reproduciendo fuera del golfo de México, especialmente frente al noreste de Estados Unidos, en el Slope Sea. Podría deberse al aumento de temperatura dentro del golfo de México en verano, que ya supera en gran parte la temperatura óptima del atún rojo”, asentó.
Aunque se desconoce la causa, se puede prever que el comportamiento del atún rojo del golfo de México se replicará en el Mediterráneo. «La especie busca alternativas para seguir reproduciéndose en las mejores condiciones, agrega Igaratza Fraile, investigadora experta en gestión pesquera de AZTI.
Por encima de los 28 °C los atune se vuelven letárgicos
Para determinar la temperatura límite para el desarrollo de los atunes rojos, el equipo de investigación utilizó un método de análisis con una pequeña estructura calcárea llamada otolito que está detrás del cerebro de los peces óseos. Se usa tradicionalmente para determinar la edad de los peces. En esta investigación, la química de los otolitos se usó para medir el consumo de energía de los atunes rojos. El resultado fue que los atunes disminuyen su consumo energético en aguas con temperaturas superiores a los 28 °C. Se pueden volver letárgicos y sufren de carencias nutricionales o enfermedades.
Trueman explicó que todos los peces tienen un tejido pétreo en el oído llamado otolito, o ‘piedra del oído’, que les permite percibir el ruido y mantener el equilibrio.»Nosotros utilizamos las variaciones en los niveles de isótopos estables naturales de carbono y oxígeno en el otolito para revelar la tasa metabólica individual de cada atún e indicarnos cuándo las aguas se están calentando demasiado para que los peces puedan soportarlo. Es como un rastreador natural de la forma física”, explicó.
Si la temperatura sube, la productividad baja
Las zonas de reproducción del atún rojo son la fuente de los nuevos ejemplares. Si en estas zonas de reproducción, la temperatura sube en exceso, la productividad del atún rojo y la sostenibilidad de las pesquerías podría verse en riesgo, salvo que la especie consiga adaptarse exitosamente a nuevas áreas de reproducción.
El regreso del atún rojo a las aguas del norte de Europa es un éxito de conservación; sin embargo, la especie sigue en peligro porque su zona de desove se altera con las altas temperaturas. El atún rojo se reproduce en ambos lados del océano Atlántico. Los del Atlántico oriental pasan su primer año en el Mediterráneo, cuando tienen aproximadamente un año y tiene la madurez suficiente como para regular su temperatura corporal, salen al océano Atlántico, lo cruzan para alimentarse con de pequeñas presas como sardinas, arenques y caballas, y regresan nuevamente al Mediterráneo para desovar.
La importancia del atún rojo
El atún rojo es una especie importante para la economía global y el patrimonio cultural. Se pescaba en el Mediterráneo desde la época prerromana, y actualmente sustenta una pesquería con un valor global en puerto de 360 millones de dólares y un valor final de 1.100 millones de dólares. Es una especie que habita principalmente en las aguas templadas del océano Atlántico norte y mares cercanos.
Los ejemplares de mayor tamaño y los adultos son los principales depredadores con un papel importante en la estructura y dinámica de la red alimentaria marina. Son capaces de migrar a gran escala entre zonas de alimentación de aguas frías en el Atlántico norte y zonas de desove más cálidas, en las que parecen mostrar un comportamiento de retorno y fidelidad al lugar de desove.
Se recuperó de la sobreexplotación
Las poblaciones de atún rojo disminuyeron hasta principios del siglo XXI, por la sobreexplotación y los altos niveles de pesca ilegal, no reglamentada y no declarada, particularmente en el Mediterráneo. Sin embargo, el estudio de la Universidad de Southampton y AZTI indica que la especie se ha recuperado en la última década, específicamente en el área del Atlántico oriental y el Mediterráneo.
Pérdida del hábitat marino
Camrin Braun, científico marino y autor del estudio de Woods Hole, las especies de peces grandes como el marlin y el atún listado viven en zonas que se encuentran entre las regiones oceánicas de calentamiento más rápido, con un aumento previsto de hasta 6 °C para finales de siglo. Un calentamiento tan importante podría determinar una redistribución generalizada de las especies, lo que cambiaría fundamentalmente los ecosistemas marinos, apuntó Braun.
“Por todos lados, con historias de vida tan diferentes, vemos una señal constante de pérdida de hábitat . Sin duda, su hábitat cambiará. Cómo respondan a ello está por verse”, dijo.
Janet Duffy-Anderson, directora científica del Instituto de Investigación del Golfo de Maine, en Portland, manifestó que el calentamiento prolongado puede ser perjudicial para las grandes especies de peces debido a sus preferencias térmicas. Los peces grandes suelen migrar mucho, y un mayor calentamiento podría provocar que las especies se vayan a aguas más septentrionales o más profundas en busca de temperaturas más adecuadas, explica. “Creo que veremos un cambio en la distribución de las especies de marlines, de atunes”, dijo.
Los peces grandes son importantes para la salud y el equilibrio de los océanos. Muchos, como los tiburones blancos, son depredadores alfa y constituyen piezas esenciales de la cima de la cadena alimenticia. Otros también son económicamente importantes para los humanos como alimento.
Los millones que mueve la industria pesquera
Las capturas de pez espada en Estados Unidos significaron unos 23 millones de dólares en los muelles en 2022, y muchos millones más en supermercados, restaurantes y marisquerías. El atún blanco alcanzó un valor de más de 36 millones de dólares en los muelles. Según Braun, el científico de Woods Hole, los cambios en la distribución de los grandes peces podrían requerir importantes ajustes en la regulación de la industria pesquera.
De acuerdo con su investigación, el calentamiento que se aproxima “podría tener importantes repercusiones socioeconómicas en las flotas pesqueras que capturan estos peces, especialmente en el sureste de Estados Unidos, sede de una lucrativa industria pesquera de especies como el atún rojo y el pez espada”.
Una gestión responsable ante cambios irreversibles
Gib Brogan, director de campañas del grupo conservacionista Oceana, afirmó que se necesita liderazgo y una gestión responsable para sortear los cambios en la distribución de los peces sin que se produzcan resultados catastróficos. Las poblaciones de peces dependen de un hábitat sano, y la pérdida de un hábitat adecuado podría conducir a la pérdida de especies completas. “Si no reconocemos que esto va a ocurrir, las consecuencias serán desastrosas en todos los ámbitos”, indicó Brogan.
Subrayó que quienes gestionan la industria pesquera en ambos lados del Atlántico deben cambiar las actividades pesqueras. «Debemos ser adaptables y proactivos para preservar las poblaciones de peces a medida que van cambiando”, alertó.