Conforme avanza la ciencia en el conocimiento acerca del cambio climático, más se descubre lo frágil del equilibrio que mantiene interconectados a todos los fenómenos, a todos los seres vivos y a todos los rincones del planeta. Las inusuales variaciones térmicas, producto principalmente de las actividades humanas han cobrado muchas víctimas, y la próxima, por extraño que parezca, podría ser el whisky escocés y, no tan después, el vino y la cerveza.
Como la mayoría del planeta, en Escocia aumentan la temperatura promedio. Hoy es casi un grado Celsius más alta que hace medio siglo. Las consecuencias para la industria del whisky escocés pueden ser devastadores.
Lo que favorece a unos cultivos, perjudica a otros. El whisky escocés podría dejar de producirse por el cambio climático, ya que las altas temperaturas serían un impedimento para los cultivos de los cereales utilizados en su elaboración. Y un elemento muy importante, el agua que baja cristalina de la montaña.
¿Vino escocés?
Richard Selley, profesor del Imperial College, en el Reino Unido, indica que en el año 2080 la temperatura en Escocia habrá ascendido unos dos grados Celsius, propiciando el cultivo de la vid, aunque indica que en sólo cinco años Escocia ya podría iniciar el cultivo de vides y comenzar a producir vino.
Posiblemente el whisky escocés aumente su precio, la reducción de las cosechas con el paso del tiempo se hará evidente y a esto se puede añadir la creciente demanda de whisky por las economías emergentes, como por ejemplo China o la India.
Actualmente los productores escoceses se ven desbordados por los pedidos de whisky y estudian métodos que les permitan aumentar la producción para satisfacer la demanda. El cambio climático alterará muchos cultivos y cambiará el actual orden productivo, al menos eso parece.
Cuestión de temperatura
La Agencia Escocesa de Protección del Medio Ambiente (SEPA) la temperatura promedio de primavera, verano e invierno de la nación ha aumentado en casi un grado Celsius, una cantidad significativa. Escocia también es mucho más húmeda, con una tasa de precipitación anual promedio de hasta 27% durante este tiempo.
El whisky de grano puede sufrir a medida que el aumento de las temperaturas daña la cosecha de trigo del Reino Unido, que se utiliza combinado como materia prima.
Un estudio de 2009 en el Journal of the Royal Society Interface reveló que los cultivos de trigo también podrían verse gravemente afectados por el aumento de las temperaturas (aunque no tanto como por los problemas del agua inducidos por el cambio climático) y recomendó centrarse en la creación de variedades tolerantes a las altas temperaturas.
El aumento de las temperaturas también ha reducido severamente la capa de nieve de Escocia. Menos nieve, y nieve que se derrite más rápido, afecta la reposición de los niveles de agua subterránea, lo que a su vez podría dañar la producción de whisky.
No vale cambiar de bebida
Para los que piensa que, ante una eventual «crisis climática del whisky escocés» podrían simplemente cambiar de trago, no hay buenas noticias. El calentamiento global tiene repercusiones para prácticamente todos los cultivos y, por ende, afecta a cada vez una mayor gama de bebidas.
Por ejemplo, el cambio climático amenaza con cambiar la forma en que se cosechan las uvas e, incluso, el sabor del vino.
En la región de Borgoña, mundialmente conocida por sus vinos, un grupo de investigadores realizó un estudio a partir de registros históricos de las cosechas de uvas en la localidad de Beaune. Los datos se remontan hasta el año 1354,. Según este análisis, las uvas se cosechaban normalmente a partir del 28 se septiembre, pero desde 1988 las cosechas se han adelantado trece días. Thomas Labbé, historiador de la Universidad de Leipzig, ha observado claramente la reacción de las uvas al aumento de la temperatura.
En el estudio, los investigadores observan que la temperatura de los últimos siglos ha ido oscilando. Ha pasado de frías a cálidas en tramos breves. El aumento de la temperatura viene ocurriendo desde hace décadas y se incrementará en el futuro. El cambio hará que las fechas de las vendimias se adelanten aún más en los próximos años.
De hecho, el momento en que se recogen las uvas es crucial para determinar cómo será el vino resultante. Si las uvas pasan demasiado tiempo en la viña, acumularán demasiado azúcar y el vino será más alcohólico. En cambio, si es insuficiente, las uvas no habrán tenido tiempo de desarrollar el equilibrio adecuado de sustancias químicas que le aportan su sabor característico.
Tampoco una pinta
En las búsqueda de alternativas, tonarse una pinta en la barra de la esquina podría tampoco ser una opción. La sequía, consecuencia del cambio climático, afecta de manera especial a los tres ingredientes básicos de la cerveza. Estos son el agua, la cebada de malta y el lúpulo.
El problema tiene que ver sobre todo con el lúpulo, que es cultivado en las latitudes más septentrionales del globo. Con épocas de sequía más largas, su cultivo se ve muy mermado y reducido. Lo mismo ocurre con la malta.
Un grupo de expertos, liderados por Jim Salinger, científico del cambio climático e investigador honorario de la Universidad de Otago, afirmó que, en 30 años, la producción de cerveza en Oceanía se verá muy reducida o desaparecerá.
En los últimos años, se han encendido las alarmas también en Europa. La cerveza lámbica, una mítica variedad de cerveza ácida, puede tener los días contados.
Un reciente estudio señala que la ventana para preparar esta cerveza se ha reducido en 45 días desde principios del siglo XX. La investigación fue realizada por dos expertos en cambio climático, Asa y Mark Stone, y uno de los gurús de esta variedad, Adam Harbaugh.
Lea también: