El planeta entero está convulsionando debido a los desastres climáticos extremos. Sin irnos muy lejos, este fin de semana varios países europeos vivieron una catástrofe por las devastadoras inundaciones que arrastaron ciudades enteras. Unos días antes, Estados Unidos y Canadá pasaban por una de las olas de calor más infernales que han tenido. Que además dejó cientos de incendios forestales, muertes y desaparecidos. La ciudad rusa de Moscú también marcó temperaturas récord, y todo apunta a que aún esto no termina.
Lo que ha pasado en las últimas semanas nos lleva a una misma conclusión: no importa si un país es rico o pobre, ninguno está preparado para frenar el cambio climático. Tampoco para vivir con él. Lo más escalofriante es que algunas de las ciudades que quedaron devastadas son de las más prósperas del mundo. Y le deben su riqueza a más de un siglo de actividades que bombearon gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Para Friederike Otto, físico de la Universidad de Oxford que estudia los vínculos entre el clima extremo y el cambio climático, pocas personas consideran que realmente pueden morir por el clima. «Digo esto como alemán: la idea de que posiblemente uno pueda morir por el clima es completamente ajena», dijo.
Pero ya hay casi 200 fallecidos en Alemania, Países Bajos y Bélgica, las naciones devastadas este fin de semana por las incesantes inundaciones que se tragaron ciudades enteras. También hay cientos de desaparecidos.
¿Los desastres harán que las naciones reduzcan sus emisiones?
Aún hay muchas dudas sobre si los crecientes desastres climáticos en el mundo influirán en los países más prósperos del mundo y terminarán por reducir sus emisiones de gases que calientan el planeta. El calentamiento global ya ha dejado un importante número de muertes y pérdidas en gran parte de los países en desarrollo. Es hora de actuar.
Ulka Kelkar, directora de clima en la oficina del Instituto de Recursos Mundiales en la India, insiste que estos desastres climáticos cada vez más intensos que ahora golpean a los países más ricos «muestran que los países en desarrollo que buscan la ayuda del mundo para combatir el cambio climático no han estado llorando como un lobo». «Es responsabilidad de todos, pero también es algo agravado por más de cien años de gases de efecto invernadero emitidos por los países industrializados», dijo.
A pesar de que ya se haya negociado con el Acuerdo de París de 2015, las emisiones globales han seguido aumentando. Sin embargo, individualmente las emisiones han ido disminuyendo de manera constante en solo algunas regiones como Estados Unidos o Europa. Sin embargo, no al ritmo necesario para limitar el aumento de la temperatura global. Actualmente, china es el mayor emisor del mundo.
La buena noticia es que ya faltan pocos meses para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (Cop26), que se llevará a cabo del 1 al 12 de noviembre en Glasgow, Escocia. Esta reunión de líderes promete negociaciones climáticas importantes sobre si las naciones del mundo podrán acordar formas de controlar las emisiones lo suficiente como para evitar los peores efectos del cambio climático.
Nadie está a salvo del calentamiento global
Aunque los desastres climáticos no afectan a todas las naciones por igual, este trágico evento es un recordatorio de que, en la emergencia climática, nadie está a salvo. Ya sea que vivas en una pequeña nación insular o en un estado desarrollado de Europa Occidental.
Mientras tanto, los líderes continúan en conversaciones globales para tratar de llegar a un acuerdo sobre la lucha contra el cambio climático. Un ejemplo de ello es la Comisión Europea, que presentó una hoja de ruta más ambiciosa. También propuso prohibir la venta de automóviles a gasolina y diésel para 2035 y exigir que la mayoría de las industrias paguen por las emisiones que producen. Además de imponer un impuesto a las importaciones de países con políticas climáticas menos estrictas.
Es evidente que el mensaje de tomar acciones rápidas y eficaces no ha llegado a los responsables de la formulación de políticas, y quizás también al público, sobre todo en el mundo desarrollado, que ha mantenido una sensación de invulnerabilidad. Hay, en general, una falta de preparación.
Los desastres climáticos extremos cada vez más frecuentes y duraderos
La comunidad científica ha advertido de estos desastres climáticos y sobre el aumento de las temperaturas desde hace muchísimo tiempo y a nadie parece importarle. En 2018 una evaluación científica exhaustiva advertía que no evitar que la temperatura media global supere los 1,5 grados Celsius, en comparación con el inicio de la era industrial, podría dar lugar a resultados catastróficos, desde la inundación de ciudades costeras hasta las malas cosechas en varias partes del mundo.
El informe incluso ofrecía a los líderes mundiales una posible solución para salir del caos. Requería que el mundo en su conjunto redujera a la mitad las emisiones para 2030. Sin embargo, las emisiones globales han seguido aumentando y la temperatura media global ha aumentado en más de 1 grado Celsius desde 1880. A medida que siga aumentado la temperatura media, seguirá aumentado la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos en general.
Hace varios días, los expertos aseguraban que el cambio climático inducido por el hombre es uno de los factores que intensificaron las sequías y altas temperaturas en EE UU y Canadá. Como ejemplo, Nikos Christidis, un científico climático de la Met Office del Reino Unido, dijo en comunicado de la Organización Meteorológica Muncial (OMM) que sin el cambio climático, «hubiera sido casi imposible alcanzar temperaturas medias récord de junio».
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