En peligro de extinción y a punto de desaparecer en el siglo XX, pero el mamífero emerge como guardián de un futuro sostenible
La relación humana con los bisontes ha evolucionado de la caza y explotación a la conservación y reverencia. En Europa, por ejemplo, de ser una especie en peligro de extinción que estuvo a punto de desaparecer en el siglo XX, ahora emergen como pioneros en un futuro sostenible como guardianes de los bosques y para recordarnos que la humanidad debe aprender a compartir el planeta con otras especies. Su recuperación solo fue posible gracias a algunos ejemplares en cautiverio, un proceso que comenzó en la década de 1950.
Están entre las especies principales de la Estrategia de Biodiversidad de la UE para 2030, presentada por la Comisión Europea en la primavera de 2020. Se trata de un plan que no solo busca salvar a la especie, sino mantener la biodiversidad de los bosques del continente de forma natural. A través de la iniciativa se está reintroduciendo al bisonte salvaje en los antiguos bosques de Kent, en Reino Unido, para convertirlos en una especie de guardabosques.
El bisonte es capaz de controlar los hábitats de una manera que ningún otro animal puede. Con su gran tamaño contribuye realmente empujar la densa vegetación. También gusta de comer la corteza de los árboles, una forma de eliminarlos de forma selectiva, con el fin de que puedan caerse y crear luz para el suelo del bosque. Esto es muy bueno para las plantas y todo tipo de insectos. Y se evitaría el uso de motosierras para lograr este fin necesario para la vida silvestre.
Viejos conocidos
Han convivido con el ser humano desde hace más de 10.000 años. Siempre ha sido un animal mítico cargado de simbología, como lo muestran la gran cantidad de representaciones en pinturas y grabados rupestres donde aparecen en escenas de cacería. Para la mayoría de los pueblos no sirvieron solo como objeto de la caza. Fue la fuerza personificada de la naturaleza, tenía un tradicional significado religioso, que era adorado como uno de los símbolos en su tierra natal.
El bisonte es la parte integrante del bioma de los bosques caducifolios y la estepa. El restablecimiento de las poblaciones salvajes es una de las condiciones necesarias para la restauración de los bosques naturales y la recuperación de la biodiversidad en Europa. En el Holoceno el bisonte estaba presente en casi toda Europa occidental y central. En el Holoceno Temprano el bisonte vivió en varias regiones de la parte asiática de Rusia. Este animal ha poblado las estepas y llanuras de Europa y habitó la península Ibérica.
La desaparición de los bisontes en la naturaleza fue debido a causas antropogénicas. Es decir: la caza furtiva, la destrucción del hábitat por deforestación y quema de bosques. También hay evidencia de la muerte en masa de bisontes en diferentes partes de su área de distribución por las enfermedades transmitidas por el ganado doméstico como el ántrax o la fiebre aftosa. Uno de los factores más importantes en la reducción del número de ejemplares fue la matanza ilimitada de animales en los tiempos de guerra, los disturbios civiles y las revoluciones.
En 2020 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cambió su estatus de “amenazado” a “casi amenazado”. Ese año se contabilizaban unos 6.200 ejemplares en libertad. Un ascenso notable desde los 1.800 calculados en 2003.
Bisontes con diferencias
La última población silvestre de la especie (de la Bialowieza y el oeste del Cáucaso) fue destruida en el siglo XX. De este modo, para el 1927, los bisontes salvajes que vivían libremente, quedaron completamente destruidos. En 1926 en todo el mundo en colecciones privadas, zoológicos y parques zoológicos sobrevivieron 52 bisontes. Y lograron seguir existiendo gracias a 14 de ellos que fueron capaces de reproducirse. En el decenio de 1950, los descendientes de los últimos once herbívoros fueron liberados en estado salvaje por primera vez en Europa oriental. Desde entonces, hay manadas de bisontes que viven en estado salvaje en Rumania, Bulgaria y Rusia, así como en el Parque Nacional Białowieża en la zona fronteriza entre Polonia y Belarús.
De aspecto similar al bisonte americano, el europeo prefiere los bosques, es más ligero y aparenta ser un animal de movimientos lentos aunque, en realidad, es ágil y rápido. Mide entre 3 y 4 metros de longitud, su altura ronda los dos metros y pesan entre 400 y 900 kilos los machos y entre 300 y 400 kilos las hembras. Su época de celo abarca de agosto a octubre y el período de gestación ronda los 9 meses.
Su principal obstáculo para garantizar su supervivencia es su alto grado de consanguinidad.Todos los bisontes europeos descienden de los 14 ejemplares que pertenecen a dos líneas de cría que no pueden mezclarse para no perder su escasa variabilidad genética. De lo contrario, sucesivas generaciones de hijos de los mismos padres pueden desarrollar problemas genéticos y amenazar su futuro. En contraposición a los bisontes americanos, los europeos nunca han gustado de la vida en las praderas y espacios abiertos, sino que han establecido su hogar en los bosques, tanto de hoja caduca como mixtos de hoja caduca y coníferas.
El día a día en bosques y praderas
Los bisontes europeos son animales diurnos y sociales, que viven tanto en grupos mixtos como sólo de machos. Los grupos mixtos están formados por hembras adultas, crías, jóvenes de 2 a 3 años y toros adultos jóvenes. El tamaño medio de los rebaños es de 8 a 13 animales. Las manadas formadas únicamente por toros son más pequeñas que las mixtas, conteniendo 2 individuos de media.
No son territoriales y las áreas de distribución de las manadas tienden a solaparse en gran medida. Los toros jóvenes de entre 5 y 6 años suelen formar áreas de campeo más grandes que los machos más viejos. Durante el invierno, estos animales suelen reunirse en torno a los puntos de alimentación y forman grandes agregaciones mixtas. Las manadas no son unidades familiares e interactúan con frecuencia, se combinan y se separan rápidamente tras intercambiar individuos. A pesar de su habitual lentitud de movimientos, los Bisontes europeos son sorprendentemente ágiles. Pueden atravesar arroyos de 3 m de ancho o vallas de 2 m de altura desde parado.
Se alimentan de todo tipo de materia vegetal, fundamentalmente follaje bajo, pero también hierbas, cortezas y ramas tiernas. Los fresnos parecen atraerles en mayor medida que otros árboles, mientras que las agujas de pino y otros árboles de hoja perenne no son de su agrado. En invierno se reúnen en manadas que pueden llegar al medio centenar. Retiran la nieve para buscar raíces y frutos enterrados. Los machos viejos tienden a llevar una vida solitaria.
Sin depredador a la vista
Antiguamente, los bisontes europeos caían ocasionalmente víctimas de lobos, osos, tigres y leones, pero hoy en día estos animales han desaparecido del continente europeo o se han vuelto muy raros, por lo que se puede considerar que los bisontes carecen actualmente de depredadores naturales.
En el pasado, especialmente durante la Edad Media, los mataban por su piel y para producir cuernos para beber. En la actualidad, las principales amenazas para estos animales incluyen los conflictos y la inestabilidad política en el Cáucaso, la falta de hábitat, la fragmentación de las poblaciones, la endogamia y la hibridación, las enfermedades y la caza furtiva.
El bisonte que deambula salvaje promueve la biodiversidad de los ecosistemas forestales y, por tanto, probablemente también apoya los mecanismos naturales de adaptación de los bosques al cambio climático. Investigadores destacan el papel del bisonte en el control del matorral y la prevención de incendios, así como su adaptación al clima mediterráneo. Esto sugiere la importancia de enfocarse en las funciones ecosistémicas de las especies para su conservación.
Como se mueven libremente llevan en su pelaje o en su estiércol numerosas cantidades de polen y semillas. Grandes animales herbívoros como los bisontes pueden pastar todo el año y crear un gran número de pequeños biotopos. Con sus pezuñas, y también su estiércol, crean hábitats para numerosos insectos, de los que a su vez se benefician las aves y los murciélagos. Además de la estructura de la manada y la actividad de los animales, los beneficios del bisonte para el bosque y el clima aún deben ser investigados científicamente. En la actualidad, varias universidades y grupos de investigación independientes están investigando numerosas cuestiones de todo el proyecto de conservación de especies.