Un grupo español de 23 científicos expertos en conservación de aves y murciélagos alertan en una carta en la revista Science de la grave amenaza que supone para la biodiversidad el auge acelerado y desordenado de las energías renovables en España en el contexto de la transición verde
David Serrano
Para el equipo de científicos firmante de la carta publicada en la revista Science, la transición energética será recordada no solo por el cambio de modelo energético, sino por poner en jaque algunos de los valores naturales únicos de España, de no abordar de forma inmediata los múltiples problemas asociados a la implementación de las energías renovables.
El Gobierno Español contempla 89 GW de energía eólica y solar fotovoltaica en el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2021-2030. Estas previsiones, sin embargo, se han visto desbordadas. A pesar de los esfuerzos del gobierno español para evitar una burbuja especulativa en el mercado secundario, ya existen permisos de acceso a la red para proyectos que representan 121 GW, y que se sumarán a los 36 GW de renovables ya instalados, casi duplicando los objetivos del PNIEC.
Los nuevos proyectos afectarán los suelos baratos, en su mayoría áreas agrícolas marginales ocupadas por cereal extensivo de secano o áreas de media montaña, ambas con alto valor ecológico
Los nuevos proyectos afectarán a suelos baratos, mayormente áreas agrícolas marginales ocupadas por cereal extensivo de secano o áreas de media montaña, ambas con alto valor ecológico. En particular, “los proyectos fotovoltaicos, que ocupan zonas llanas, pueden comprometer la viabilidad de poblaciones de aves esteparias cuyas poblaciones se encuentran ya gravemente amenazadas y que encuentran en España su último refugio europeo o incluso mundial. Estas poblaciones además se encuentran mayoritariamente en áreas no amparadas por la Red Natura 2000, por lo que no existen herramientas legales que permitan blindarlas ante el avance de macroproyectos energéticos”, comenta David Serrano, investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).
Se sabe que los parques eólicos mal planificados y construidos en áreas donde existen grandes aves planeadoras pueden suponer la muerte de miles de ejemplares y poner en riesgo sus poblaciones. Para aquellas especies sobre las que existe información mínimamente adecuada, como el buitre leonado, “se estima que la mortalidad anual en parques eólicos españoles puede acercarse al millar de ejemplares”, manifiesta Juan Manuel Pérez-García, de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Muchas otras especies, algunas de ellas amenazadas, mueren también en los parques eólicos. Es difícil conocer la magnitud real del problema porque los seguimientos son a menudo deficientes. Así, “el número de murciélagos muertos en estas instalaciones se estima que supera al de aves, y afecta a un mínimo de 200.000 individuos al año”, comenta Carlos Ibáñez, de la EBD-CSIC.
La planificación se puede mejorar
Estos efectos negativos nacen de una mala planificación, a menudo basada en información sin actualizar y no contrastada científicamente, generada por las mismas empresas que son beneficiarias de los proyectos. Lo mismo ocurre con los protocolos de seguimiento, que son habitualmente llevados a cabo por las propias compañías, a menudo con escasa supervisión por parte de las administraciones. Por otro lado, los sistemas que se están empleando como disuasorios de aves y murciélagos se han demostrado de dudosa efectividad. En la actualidad, lo más efectivo es evitar ubicaciones en áreas de alta biodiversidad y realizar paradas de turbinas cuando se detecten altas mortalidades.
Los firmantes de esta carta destacan su firme apoyo a las energías renovables, pero abogan por un proceso más planificado y racional
Los firmantes de esta carta destacan su firme apoyo a las energías renovables, pero abogan por un proceso más planificado y racional, sin malas prácticas habituales como el fraccionamiento de proyectos, y basado en el conocimiento técnico y científico generado y contrastado con independencia de empresas y promotores.
También apuestan por un compromiso verde más fuerte, con políticas energéticas más distribuidas y descentralizadas, que apuesten por la eficiencia, la gestión de la demanda, el ahorro energético, el autoconsumo y la mejora del rendimiento energético en los edificios, ya que todo ello reduciría los impactos ambientales directos sobre la biodiversidad.
Los científicos instan a las administraciones estatal y autonómicas, responsables de la gestión del territorio y de la biodiversidad, a “tomar conciencia de los enormes problemas de conservación asociados a la forma en que se están haciendo las cosas, que hay que corregir de inmediato si de verdad queremos que estas energías sean más verdes que grises”, concluye José Antonio Donázar, de la EBD-CSIC.
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