Andrés Moreno
En anteriores entregas hemos intentado demostrar que la relojería es un mundo de gran riqueza, y no solo por los precios que se manejan. Tiene su parte histórica, su parte sociológica y también su parte tecnológica. Esta última es la que más apasiona a los coleccionistas, siempre atentos a descubrir la cantidad de componentes, indicaciones y características de sus piezas preferidas.
La terminología es precisa, pero fácil de entender. Para qué sirve un cronógrafo, un calendario perpetuo o un indicador de fases de luna es algo que requiere poco tiempo de aprendizaje. Sin embargo, hay una función que requiere de una explicación más compleja, y es importante realizarla porque rara es la firma de Alta Relojería que no la incorpora a su catálogo.
Nos referimos al tourbillon, también conocido como torbellino. Explicado de un modo breve, el tourbillon es una variación del órgano regulador del movimiento, el cual, en lugar de tener una posición fija en la maquinaria, está dentro de una pequeña jaula que gira sobre sí misma con una frecuencia de una vuelta por minuto. El tourbillon fue inventado por Abraham-Louis Breguet en 1801 con el objetivo de mejorar la precisión de sus relojes.
El famoso relojero descubrió que la gravedad terrestre influía sobre el órgano regulador, la pieza más crítica del movimiento y la cual se encarga de garantizar la exactitud. Solucionó el problema poniendo este componente en continuo movimiento y paliar de este modo posible descompensaciones.
El tourbillon era un ingenio concebido para mejorar la precisión del reloj, pero tan complicado de fabricar que durante siglo y medio apenas se fabricaron unas pocas piezas en todo el mundo. Así fue hasta finales del siglo XX.
A mediados de los años 80, Audemars Piguet presenta el primer reloj de pulsera automático con tourbillon del mercado. La manufactura de Le Brassus despertó el interés por una complicación hasta entonces limitada a unas pocas piezas de coleccionistas. La introducción de nuevas técnicas y herramientas de producción animó a otras casas a experimentar.
La popularidad del tourbillon creció de manera exponencial y aún se mantiene hoy en día si hacemos caso a la cantidad de referencias que lo incorporan. ¿Pero qué hace al tourbillon tan atractivo? La pregunta es aún más lógica si pensamos que el problema al que hacía referencia Abraham-Louis Breguet apenas afecta a los modernos relojes de pulsera.
No, la belleza del tourbillon reside en su complejidad técnica. La jaula giratoria de un tourbillon puede contener cerca de un centenar de componentes, pero tiene un peso total inferior a un gramo. Todavía se siguen ensamblando, puliendo y ajustando a mano por los mejores maestros de cada casa en una labor que se prolonga durante días.
Es, en definitiva, la mejor expresión de un conocimiento relojero atesorado durante siglos que posee el encanto y tradición que nunca tendrá un aparato electrónico.
BREGUET/Classique 5367
Ni que decir tiene que la firma creada por el inventor del tourbillon tiene bien presente este ingenio en su catálogo. Su más reciente expresión es el Classique 5367, modelo en apariencia clásico, pero que esconde exclusividades muy interesantes.
Por ejemplo, el uso del silicio en mecanismo, su carácter ultraplano (apenas 3 milímetros de grosor) o, ya en el plano visual, la ubicación de los índices horarios ligeramente descentrados para incluir de forma más natural la apertura del tourbillon, colocado en una original posición en el lugar índice de las 5 horas. La caja es de oro rosa de 42 milímetros de diámetro y cuenta con esfera esmaltada a mano. 144.800 euros.
VACHERON CONSTANTIN/Fiftysix Tourbillon
Recién presentado en los estudios de grabación Abbey Road de Londres, el Tourbillon es la última y más espectacular referencia de la colección Fiftysix, la apuesta de la histórica manufactura por las nuevas generaciones de coleccionistas.
Hay que destacar el fino grosor de su movimiento (5,65 milímetros) gracias al uso de un rotor de carga periférico. Aunque el elemento que atrapa toda la atención es su deslumbrante tourbillon, cuya jaula superior toma la forma de la Cruz de Malta, emblema de Vacheron Constantin desde hace más de un siglo. 125.000 euros.
ULYSSE NARDIN/Marine Tourbillon
Sin duda es una de las referencias del mercado más interesantes y ejemplo de la popularización de este tipo de complicación gracias a su precio imbatible dentro de esta categoría. El Marine Tourbillon gana además en atractivo cuando descubrimos que todo el mecanismo ha sido concebido y fabricado por Ulysse Nardin con sus propios medios.
Ocurre lo mismo con la esfera, realizada en esmalte a mano en un taller propiedad de la firma, uno de los poquísimos de Suiza, que aún mantienen el sistema tradicional de producción. Caja de acero de 43 milímetros. 28.000 euros.
AUDEMARS PIGUET/Royal Oak Concept Flying Tourbillon GMT
Que haya sido creado a comienzos del siglo XIX y su uso durante décadas estuviera limitado a unas pocas firmas históricas ha llevado a que muchos coleccionistas vean el tourbillon como una complicación muy tradicional y, por tanto, lejos de la actualidad.
Audemars Piguet es la firma adecuada para desmontar este prejuicio con creaciones tan fabulosas como esta pieza, más parecida a una escultura moderna o una obra de ingeniería civil que a un reloj al uso. El tourbillon volante aparece junto al índice de las 9 horas en oposición a un discreto indicador de segundo huso horario. Movimiento manufactura de carga manual en acabado negro mate, muy acorde con el carácter sofisticado de la referencia. Caja de titanio de 44 milímetros. 179.500 euros.
IWC/Portugieser Tourbillon Fuerza Constante Edición 150 Years
Un nombre largo y complejo acorde con la sofisticación técnica del reloj en cuestión. Es la referencia más exclusiva de cuantas ha presentado IWC dentro de su colección de su 150º aniversario.
Aunque parezca similar al resto de mecanismos del artículo, su tourbillon se distingue por una interesante exclusividad técnica que consiste en su combinación con un dispositivo de fuerza constante, el cual garantiza que la energía que le llega es exactamente igual durante las 96 horas que dura su reserva de marcha.
Para rematar, su movimiento también incluye un indicador de fases de luna con una desviación de un día cada ciclo de 577 años y seis meses. Caja de platino de 46 milímetros. Solo se harán de este reloj 15 unidades para todo el mundo. 259.000 euros.
PANERAI/Lo Scienziato
Es la referencia más tecnológica del catálogo de Panerai y, cómo no, incorpora un tourbillon. Por supuesto, tampoco es uno normal. En esta ocasión estamos ante órgano regulador que gira perpendicular respecto a la platina y no en paralelo, que es lo normal.
Para definirlo de un modo más gráfico, es un tourbillon que gira igual que el pollo en un horno completando una vuelta cada 30 segundos. El componente técnico de la pieza se completa con una caja realizada con una exclusiva técnica de sinterizado de polvo de titanio que permite a la caja pesar casi un 40% menos que si estuviera fabricada en titanio tradicional. Se harán de este reloj 100 unidades. 139.000 euros.
MONTBLANC/Star Legacy Exo Tourbillon Suspendido
Famosa por sus estilográficas, Montblanc también presume de ser una de las manufacturas más exclusivas de Suiza gracias a la incorporación en su seno de la histórica casa Minerva, cuya experiencia fue esencial para desarrollar este deslumbrante reloj. Como su nombre indica, tampoco es un tourbillon normal.
En este caso el volante, la pieza redonda con tornillos fijados, está colocado por encima del resto del mecanismo, superando incluso la superficie de la esfera. Más allá de sus virtudes técnicas, el acabado visual es apabullante. La caja es de oro rosa con un diámetro de 44,8 milímetros. Edición limitada a solo 58 piezas. 98.000 euros.
FREDERIQUE CONSTANT/Tourbillon Perpetual Calendar
Creada por el matrimonio holandés Stas, Frederique Constant ha sido siempre fiel a su filosofía de Alta Relojería asequible. Ha sido un proceso de evolución constante que ha culminado este año con la presentación del Tourbillon Perpetual Calendar que coincide con la celebración de sus 30 años de existencia.
La idea es la misma que en anteriores entregas: complicaciones relojeras muy clásicas a un precio imbatible. Cada jaula de tourbillon se compone de 80 pequeños componentes fabricados en las propias instalaciones de la manufactura. Esta versión esqueleto es una de las cuatro que se han presentado del modelo y está limitada a 88 ejemplares. Caja de acero de 42 milímetros. 20.995 euros.
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