El apellido y su orden en el registro de los recién nacidos ha sido debatido en casi todas las culturas. La tradición y la legislación siguen chocando con las necesidades y deseos de las familias modernas
Muchos países mantienen la tradición del sistema patriarcal en el que el apellido del padre tiene prioridad sobre el maternal. Un patrón que ha prevalecido durante siglos, con raíces que se remontan a prácticas antiguas donde los apellidos eran una forma de identificar linajes y estatus social.
En España, por ejemplo, hasta 2017 existía una clara preferencia por el apellido paterno al momento del registro civil, lo que reflejaba una inercia cultural que relegaba a las mujeres a un segundo plano. Sin embargo, la historia también muestra que los apellidos pueden ser un reflejo de la herencia materna. En muchas culturas, las mujeres han mantenido su apellido al casarse, lo que ha permitido que sus linajes también sean reconocidos. Un aspecto cada vez más relevante en un mundo que fomenta la igualdad de género.
Explorar la evolución del sistema que rige la posición de los apellidos paterno y materno resulta fundamental para entender cómo se construyen las identidades familiares y cómo se refleja la igualdad en estas decisiones.
La lucha por la igualdad
El caso de Rebecca Lee, de 43 años de edad, ilustra cómo las mujeres desafían las leyes que consideran injustas. Lee reside en Países Bajos. Fue adoptada de pequeña y aunque tenía un apellido holandés, nunca se sintió como tal. Optó por tomar el apellido coreano de su madre biológica.
Sin embargo, al intentar transmitir su apellido a su hija tras una separación matrimonial, tropezó con un sistema que privilegia al padre en este tipo de decisiones. “Ella está conmigo la mitad del tiempo y la otra mitad con su padre. Creo que debería tener un poco de mí y estar orgullosa de tener sangre holandesa y coreana”.
La organización Clara Wichmann aboga por que se le dé su lugar al apellido materno y apoya a mujeres como Lee en lucha por cambiar las leyes. Argumenta que perpetúan estereotipos de género y discriminan a las madres. Algo que no es exclusivo de los Países Bajos. Muchas madres en el mundo luchan por ser reconocidas no solo como cuidadoras, sino también como portadoras de un legado familiar.
En España la legislación cambió en 2017. Ahora permite que los padres decidan el orden de los apellidos al registrar a sus hijos. La modificación fue un paso significativo hacia la igualdad al posibilitar que el apellido materno pueda preceder al paterno si así lo deseaban ambos progenitores. Sin embargo, por la resistencia a cambiar viejas costumbres prevalece el del padre.
En países hispanohablantes, como Argentina y México, el sistema también ha evolucionado. Aunque en Argentina los padres tienen libertad de elegir entre usar solo uno de los apellidos, la tradición aún pesa. En México se mantiene el paterno seguido del materno, aunque se reconoce la importancia del apellido de la madre en la identidad cultural.
Percepción social y cultural
A pesar de los cambios legislativos, la percepción social sobre los apellidos sigue siendo un obstáculo. En muchos casos, las familias optan por mantener el apellido paterno debido a presiones sociales o culturales. Esto se refleja en estadísticas recientes: aunque la ley permite elegir el apellido materno primero, menos del 1% de los padres lo han hecho desde 2017 en España.
Muchas madres en el mundo luchan por ser reconocidas no solo como cuidadoras, sino también como portadoras de un legado familiar.
El sociólogo Kobe De Keere señala que los apellidos llevan consigo señales de clase y estigma racial. La elección del apellido puede influir en oportunidades laborales y sociales. Ciertos nombres étnicos son menos favorecidos en procesos de selección laboral. Esta realidad subraya la importancia no solo del nombre sino también del contexto cultural y social en el que se inscribe.
En contraste con España y América Latina, otros países tienen sistemas diferentes para manejar los apellidos. En Portugal y Brasil, por ejemplo, es común el apellido materno ocupe el lugar después al paterno, aunque este último sea el que se transmite a las siguientes generaciones. Rusia e Islandia utilizan sistemas patronímicos donde los apellidos reflejan directamente el nombre del padre o madre.
La globalización de los apellidos
La globalización ha transformado muchas facetas de la vida cotidiana, incluida la forma en que las familias eligen los apellidos. La interconexión cada vez mayor de la sociedad hace que las personas tengan contacto con culturas y prácticas que influyen en sus decisiones. Esto ha llevado a un aumento en la aceptación de apellidos compuestos y a la consideración de alternativas que antes no eran comunes.
Por ejemplo, en familias multiculturales es habitual que los padres deseen honrar las tradiciones de ambos lados. Esto puede resultar en la creación de apellidos compuestos o en la elección de un apellido que combine elementos de ambas herencias. Esta tendencia refleja un cambio hacia una mayor inclusividad y reconocimiento de la diversidad cultural. Permite a los niños crecer con una identidad más rica y representativa de su herencia.
Igualmente, las redes sociales han cambiado la forma en que las personas se relacionan con sus identidades y, por ende, con sus apellidos. En plataformas como Instagram y Facebook, el uso del apellido puede estar ligado a la construcción de una imagen personal o profesional. Muchos usuarios optan por utilizar apodos o nombres artísticos que no necesariamente reflejan su apellido familiar, lo que puede influir en cómo perciben su identidad y legado.
Además, las redes sociales han dado voz a movimientos que abogan por el cambio en la percepción de los apellidos. Campañas que promueven el uso en primer lugar del apellido materno o la igualdad en la transmisión de apellidos han ganado apoyo y generan discusiones sobre el valor de los apellidos en el contexto moderno. Este fenómeno muestra cómo las plataformas digitales pueden ser herramientas poderosas para fomentar cambios culturales.
La educación y el cambio de percepción
Incluir temas relacionados con la igualdad de género y la diversidad cultural en los programas escolares puede ayudar a las nuevas generaciones a entender y valorar diferentes tradiciones familiares. Al educar a los niños sobre la historia detrás de los apellidos y las implicaciones sociales de su elección, se fomenta una mentalidad más abierta y equitativa.
Además, talleres y charlas sobre derechos familiares facilitan que madres y padres puedan manejar la información necesaria para tomar decisiones sobre el registro de apellidos de manera más equitativa. La sensibilización sobre estas cuestiones desde una edad temprana puede contribuir a un cambio cultural significativo, donde se valore tanto el apellido materno como el paterno sin prejuicios.
A pesar de los avances legislativos en varios países, aún existen obstáculos legales que impiden una igualdad plena en la transmisión de apellidos. En muchos lugares, las leyes son ambiguas o carecen de claridad sobre cómo se deben manejar situaciones específicas, como el desacuerdo entre padres sobre el orden de los apellidos. Esto puede llevar a conflictos legales prolongados que afectan tanto a los padres, como el bienestar emocional del niño.
Además, algunos países aún mantienen sistemas restrictivos que limitan las opciones disponibles para los padres al registrar a sus hijos. Las organizaciones defensoras de derechos humanos continúan abogando por reformas que eliminen estas barreras legales. Destacan que se debe garantizar que todos los niños tengan derecho de llevar un apellido que represente equitativamente a ambos progenitores.
La discusión sobre los apellidos no es una cuestión administrativa; es un reflejo profundo de cómo entendemos la familia y la identidad en nuestra sociedad actual.