Por Efe
02/09/2016
La Unión Europea (UE) comienza a apagar la luz de las bombillas halógenas con la entrada en vigor este jueves de la prohibición de poner a la venta las menos eficientes, como los focos que a menudo se utilizan para iluminar cocinas o comercios.
Este paso es uno más dentro de los esfuerzos de Bruselas para tratar de reducir al máximo la cantidad de electricidad que se consume cada vez que cualquiera de nosotros pulsa un interruptor.
La estrategia pasa por promover el uso de las bombillas LED en detrimento de los halógenos, que aún se podrán seguir encontrando en las tiendas, incluso los afectados por la prohibición que ha entrado en vigor este jueves, ya que ésta permite a los comercios vender las que tenían en sus estantes pero no aprovisionarse de nuevos pedidos.
Las LED hicieron su entrada en los mercados como una innovación tecnológica que prometía una revolución energética una vez que su precio inicial se abaratara, el cual ha caído ya un 85 % en los últimos cinco años en España, según la organización Clasp.
Pero, además, las bombillas LED tienen la ventaja de ser mucho más resistentes que sus primas halógenas, con una vida útil de media de entre 15 y 20 años de uso, y de abaratar la factura eléctrica de sus usuarios.
«Las LED son ahora pan comido para los consumidores. Un foco típico halógeno cuesta 1,50 libras respecto a las 4,99 libras de un LED de alta calidad y regulable con la misma luminosidad, pero las primeras fallan tan rápido que se necesitan ocho para igualar la vida de un solo LED», ha afirmado la oenegé European Enviroment Bureau.
La asociación recalca también que comprar y utilizar un LED durante 10 años en España cuesta 21,59 euros, frente a los 155,97 euros que supone optar en ese mismo periodo por una bombilla halógena.
Las despedida a las halógenas, muy apreciadas en ciertos hogares por su luz tibia y cálida frente a la mayor frialdad de las luces LED y de los fluorescentes, será más notable en dos años exactos, cuando se prohíba también la venta de este tipo de bombilla no-direccionales, es decir, tanto las que tienen forma de pera y se utilizan en estancias, como las que se utilizan en proyectores.
Estos tipos de halógenos emiten luz en todas las direcciones, como las bombillas tradicionales, y han sido muy utilizadas para reemplazar a las antiguas lámparas incandescentes, por lo que Bruselas ha propuesto a los países retrasar hasta septiembre de 2018 su prohibición, convencida de que era necesario dar más tiempo a los consumidores para adaptarse al cambio a los LED.
A los que sufran de una súbita nostalgia, quizás le sorprenda recordar que las hermanas de los halógenos, las citadas bombillas incandescentes que Thomas Alva Edison perfeccionó, ya fueron apartadas de las tiendas y supermercados hace cuatro años. Y que los LED ya están muy presentes en distintos ámbitos.
Por ejemplo, para esa lámpara de diseño nórdico que tanto le gusta, Ikea le recomienda encarecidamente que compre una bombilla LED, las únicas que venden en sus establecimientos, donde predican también con el ejemplo optando por esta tecnología para su iluminación.
El Vaticano ha optado también por la luz de los LED para la alumbrar las exquisitas pinturas de su Capilla Sixtina, mientras que en otro tipo de templo moderno, el estadio de fútbol del Bayern de Munich, ha optado por la misma solución.