La ciudad de Miami está a merced del agua. De la que cae como lluvia, de la que está en el mar y de la que yace en el subsuelo y que se ha ido acrecentando con el tiempo. Fue construida sobre un pantano drenado y se asienta sobre piedra caliza porosa. Anualmente es víctima de fuertes tormentas, huracanes e inundaciones que saturan los suelos. También de «bombas de lluvia». La más reciente la anegó con alrededor de un pie y medio de agua. La tormenta, denominada Invest 90L, ocurre una vez cada 200 años.
Fue la cuarta lluvia masiva de este tipo que azotó el sureste de Florida en los últimos tiempos. Estos diluvios son productos de nuestro mundo más cálido: el aire más caliente tiene mayor espacio entre sus moléculas para la humedad. Ahora, cuando se construyeron o ampliaron por primera vez islas barrera como Miami Beach, la tala de árboles y manglares era una práctica habitual. Muchos de esos recortes se utilizaron para expandir la isla. Décadas después, esos árboles se pudrieron, hundiendo un poco la tierra.
En el sureste de Florida, hay principalmente hundimientos localizados, que están asociados con la construcción de nuevos edificios. Ya de por sí es un lugar bajo, por lo que los milímetros importan aquí. El hundimiento continuo, junto con la subida del nivel del mar, el aumento de los niveles de agua subterránea y tormentas más intensas, podrían dejar no solo a la ciudad de Miami, sino a todo el sur de Florida bajo el agua. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica pronostica que en el sur de Florida el océano podría tener casi 11 pulgadas adicionales para 2040.
Paliativos para una catástrofe imparable
Hace tres décadas apenas se comenzaban a comprender los peligros del cambio climático. Si se hubiera tomado conciencia, la catástrofe progresiva tal vez podría haberse evitado. Pero a medida que las concentraciones atmosféricas de carbono alcanzan niveles no vistos en 3 millones de años, los políticos prometen resiliencia ignorando las emisiones. Y como si la situación no le incumbiera, los desarrolladores se apresuran a construir una gran cantidad de condominios de lujo, a pesar del cada vez más rápido aumento del nivel del mar. Florida está entrando en un estado subtropical de irrealidad.
Una red de canales evita que la región se convierta nuevamente en un pantano. Sin embargo, el crecimiento del nivel del mar complica operarlos. Los canales más grandes, manejados por el Distrito de Gestión del Agua del Sur de Florida, ofrecen drenaje primario. Los más pequeños están en manos de municipios y entidades privadas. La mayoría desembocan en el mar durante la marea baja mediante gravedad. Pero el aumento de las aguas marinas erosiona la capacidad del sistema para drenarlas, hasta el punto de que varios de los principales camales necesitan bombas para hacer su trabajo.
Las autoridades están buscando cómo lidiar con las aguas pluviales que caen anualmente sobre la ciudad de Miami. Han instalado bombas y válvulas de reflujo en vecindarios vulnerables y bajos. Miami Beach ha pasado aproximadamente una década levantando carreteras, instalando bombas y mejorando su infraestructura en un esfuerzo multimillonario para ganar tiempo. Pero la cantidad de lluvia de la semana pasada es el tipo de evento climático extremo para el cual los planificadores nunca diseñan. Sería demasiado costoso construir sistemas de aguas pluviales capaces de mover tanta agua tan rápidamente.
Todos están atentos
El gobernador Ron DeSantis ha intentado abordar los estragos causados por el cambio climático con su Programa Florida Resiliente, para el que se han destinado 1.800 millones de dólares. La iniciativa busca ayudar a las comunidades asentadas en Florida, especialmente las de la ciudad de Miami, a adaptarse al aumento del nivel del mar y a inundaciones más intensas. El gobernador también apoyó un proyecto de ley que haría que el término cambio climático estuviera en gran medida prohibido en los estatutos estatales.
El instrumento legal impulsó efectivamente el uso de metano, un poderoso gas de efecto invernadero, en Florida al reducir las regulaciones sobre los gasoductos y aumentar las protecciones de las estufas de gas. En una publicación en X el día que firmó el proyecto de ley, DeSantis llamó a esto «restaurar la cordura en nuestro enfoque de la energía y rechazar la agenda de los fanáticos verdes radicales».
Los investigadores del clima, por su parte, se refieren a esta estrategia como «adaptación agnóstica». Aseguran que intentan abordar los efectos negativos del cambio climático mientras promueven políticas que silencian el debate o ignoran las causas del cambio climático. En Miami, a medida que aumentan los niveles del agua, los investigadores predicen que los vecindarios bajos de toda la región perderán población. Con el tiempo, las políticas de adaptación agnóstica de Florida tendrán que lidiar con esta realidad inminente, donde la adaptación es claramente imposible y la retirada es la única opción que queda.
Se hunden también
Algunas ciudades de la costa atlántica de Estados Unidos también se están hundiendo, hasta cinco milímetros por año. Esto representa un peligro para infraestructuras de áreas densamente pobladas, reveló un informe del Servicio Geológico de Estados Unidos y la Universidad Estatal de Virginia. Advierten que el hundimiento de la tierra no es un peligro tangible, pero los impactos son reales y podrían causar daños catastróficos en un futuro próximo. Entre las poblaciones afectadas están Nueva York, Long Island, Baltimore, Virginia Beach y Norfolk.
Por ejemplo, el suelo de Nueva York, con 8,5 millones de habitantes, se está hundiendo entre 1 y 2 mm por año. En parte debido a la presión ejercida por los edificios de la ciudad. Los geólogos calcularon que las más de un millón de edificaciones añadieron una masa total de 762 billones de kilogramos de presión descendente. Precisan que hay zonas en las cuales los terrenos se hunden más lentamente o que son relativamente estables. Indicaron que esto significa un aumento del riesgo para múltiples infraestructuras de carreteras, cimientos de edificios, líneas ferroviarias, aeropuertos y diques, que se ven afectadas por diferentes tasas de hundimiento.
Los científicos analizaron datos de alta precisión de satélites de radar espaciales para medir el movimiento vertical de la tierra hacia arriba y hacia abajo en la costa este desde 2007 a 2020. Utilizaron esta información, para crear desplomes de la tierra en alta resolución y mapas digitales que revelan exactamente qué áreas se están hundiendo y a qué velocidad. El hundimiento es también el resultado de procesos naturales como movimientos de placas tectónicas o el retroceso de glaciares.
Zonas de riesgo
Los autores de la investigación señalan que el hundimiento continuo y absoluto en la costa este debería causar preocupación. Ocurre particularmente en áreas con una alta densidad de población e infraestructuras. La mano del hombre ha contribuido en buena medida a esta situación. Por la extracción de agua y minerales de suelos, errores de ingeniería y la construcción de estructuras pesadas como edificios en las grandes ciudades, que comprimen las capas de sedimentos sobre los que se erigen. Algunas de las ciudades afectadas son:
- Houston: los investigadores determinaron que tiene la cifra más rápida de hundimiento de los suelos en el país, alrededor de 17 milímetros por año, según datos recopilados entre 2014 y 2020. Entre las causas del descenso del área de Houston-Galveston se citan la extracción de agua, petróleo y gas natural.
- Nueva Orleans: partes de la icónica ciudad experimentan han cedido de 150 a 500 milímetros en los últimos 20 años. Los científicos de la NASA citan razones naturales (movimientos de fallas) y la presencia del hombre (extracción de agua) para explicar el fenómeno.
- Tampa: ha cedido hasta 6 milímetros por año, lo que equivale al doble del crecimiento de los mares, pero en sentido inverso, entre 2015 y 2020. El hecho se atribuye a la extracción de agua. Por ser relativamente llana la región está expuesta a ser inundada por el aumento del nivel de los mares.
- Nueva York: como promedio se hunde anualmente de 1 a 2 milímetros. De acuerdo con Matt Wei, geofísico de la Universidad de Rhode Island, la mayor parte del hundimiento en la Gran Manzana se pueden explicar por razones naturales. Y la presión del peso de los edificios.