Las relaciones entre el Vaticano y Estados Unidos no están en su mejor momento. Lejos están los tiempos de un católico John F. Kennedy visitando a Pablo VI. También ha quedado atrás la época de las alianzas entre Ronald W. Reagan y Juan Pablo II para enfrentar la amenaza del comunismo. Ahora es muy distinto, las posiciones del papa Francisco y Washington en asuntos como la inmigración, la dictadura de Venezuela y los derechos humanos, entre muchos otros, son muy disímiles. Y tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe… el cántaro llegó a China.
El Vaticano le negó al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, una audiencia con el papa Francisco. La Santa Sede dijo que el pontífice no recibe políticos durante un período electoral. La medida se suma a una disputa diplomática luego de los comentarios de Pompeo sobre un reciente acuerdo entre China y la Iglesia Católica. El Vaticano acusó al secretario de Estado de intentar utilizarlo para atraer votantes en las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos.
Las palabras de la discordia
En un artículo a principios de mes, Pompeo dijo que la Iglesia Católica estaba arriesgando su «autoridad moral» al renovar un acuerdo con China sobre el nombramiento de obispos, que cede a Pekín el nombramiento de los obispos católicos.
Grupos de derechos humanos dicen que muchos católicos en China son perseguidos y llevados a la clandestinidad por jurar lealtad al papa en lugar de a una asociación católica china oficial, que cuenta con el beneplácito del Partido Comunista. A pesar de esto, en 2018 el Vaticano hizo un trato con China para tener alguna injerencia en el nombramiento de obispos chinos. En ese momento, el Francisco dijo que esperaba que el acuerdo «permitiera superar las heridas del pasado» y traer la unidad católica completa en China».
Se espera que el acuerdo se renueve este mes, en medio de la oposición de algunos católicos, incluso en Estados Unidos. Donald Trump recibe el apoyo de movimientos religiosos conservadores, incluidos los votantes católicos, algunos de los cuales piensan que el papa Francisco es demasiado a la izquierda, no pocos ven un tinte rojillo en sus declaraciones.
Encuentro a medias
Mike Pompeo llegó este jueves al Vaticano para discutir la libertad religiosa con miembros de alto rango de la Iglesia Católica. Se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, así como con el arzobispo británico Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede.
Solo un día antes, Pompeo se había dirigido a los dos funcionarios mientras pronunciaba un discurso sobre «defender la libertad religiosa internacional«. Parolin y Gallagher dijeron que el papa Francisco no recibiría al diplomático estadounidense.
«El papa ha dicho claramente que no se reciben figuras políticas en períodos electorales. Esa es la razón», declaró el cardenal Parolin, a la agencia de noticias AFP.
Más leña al fuego
En su discurso del miércoles en Roma, Pompeo pidió al Vaticano que defienda la libertad religiosa en China. «En ningún lugar se ataca más la libertad religiosa que en China», recalcó.
Los dos altos funcionarios del Vaticano describieron la crítica pública al papa del jefe de la diplomacia de Estados Unidos como una sorpresa. El arzobispo Gallagher comentó que los temas de discusión deberían negociarse «en privado». El cardenal Parolin también dijo que es posible que los comentarios de Pompeo estuvieran diseñados para alentar a los católicos a apoyar a Trump en las elecciones de noviembre. «Algunos lo han interpretado de esta manera, que los comentarios fueron sobre todo para uso político interno. No tengo pruebas de esto, pero ciertamente esta es una forma de verlo», sugirió.
Los derechos humanos en China
Los lazos entre China y el Vaticano se han tensado durante mucho tiempo por las disputas sobre quién puede nombrar los obispos en el país asiático. Pekín rompió por primera vez los vínculos diplomáticos con la Santa Sede en 1951, durante la dictadura de Mao Tsé-tung, que fomentó y protegió su propia Iglesia católica estatal. Pekín desde entonces nombra los obispos, algo que es una prerrogativa del papa.
Hoy, los católicos en China enfrentan la opción de asistir a iglesias aprobadas por el Estado o ser parte de congregaciones clandestinas. El papa Francisco, después de años de largas negociaciones emprendidas por sus predecesores restableció la plena comunión con los obispos chinos, ordenados sin mandato papal.
Renovación del acuerdo con China
A través de la agencia Vatican News, la Santa Sede reiteró que está decidida a proponer la renovación del acuerdo, todavía en forma provisional. Subrayó su carácter genuinamente pastoral. El único fin sería asegurar que los obispos chinos estén en plena comunión con el sucesor de Pedro, aunque los nombrara el Partido Comunista Chino.
A principios de esta semana, el Vaticano envió una delegación a Pekín para renovar el acuerdo, firmado hace dos años, y que da al papa la decisión sobre los nombramientos de obispos de la nación asiática. El tratado, cuyos detalles nunca se han hecho públicos, expira el 22 de octubre.
El acuerdo permite a Su Santidad no sólo tomar la última decisión sobre los nombramientos de obispos de China, sino que los católicos de esa nación lo reconozcan como líder de la Iglesia universal. Anteriormente estaba prohibido el reconocimiento del Vaticano.
Los alcances del acuerdo
El Acuerdo Provisional suscrito el 22 de septiembre de 2018 entre la Santa Sede y la República Popular China sobre el nombramiento de obispos entró en vigor un mes después. Firmado en Pekín, la vigencia del Acuerdo Provisional ad experimentum (a modo experimental) se fijó en dos años. Después de ese lapso finalmente se confirmaría definitivamente o se tomaría alguna otra decisión.
Recientemente, el cardenal Pietro Parolin explicó que la intención es proponer una prórroga a las autoridades chinas, manteniendo el acuerdo como provisional, “como se ha hecho en estos dos primeros años, con el fin de verificar aún más su utilidad para la Iglesia en China”.
El papa Francisco ha dicho que el único alcance del acuerdo provisional es “apoyar y promover la predicación del Evangelio, y restablecer y preservar la unidad plena y visible de la comunidad católica en China”.
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