Por Gorka Landaburu
15/6/2017
Con un ¡Olé! exclamativo en portada, Cambio16 celebró el resultado de las primeras elecciones democráticas desarrolladas el 15 de junio de 1977. En su editorial, el entonces presidente y fundador del semanario, Juan Tomas de Salas, felicitaba a todos los españoles con el titulo Chapó, país. En él, afirmaba: “Los treinta y cinco o treinta y seis millones de españoles que por aquí andábamos tildados de sanguinarios y diferentes, humillados por el mundo y con el rabo de la libertad entre las piernas, acabamos de protagonizar una admirable historia que probablemente no tiene precedentes en este Occidente que habitamos; hemos desmontado una dictadura en paz, con una tenacidad de baturros celestiales. Chapó, país, acabamos de quitarnos de encima esa piedra que nos tenía a todos convencidos de que éramos diferentes, peores, bárbaros en potencia y carne de miedo o de presidio. Vaya, vaya, a lo mejor los impresentables eran ellos, los que mandaron omnímodamente durante 40 años…”.
Hace 40 años España era un hervidero. Un suceso festivo de alegría y, sobre todo, de gran esperanza. Aunque en el ambiente persistía un cierto miedo y temor de una vuelta atrás. Todo el país estaba lleno de carteles y afiches de los principales dirigentes representando a las decenas de partidos y siglas que se presentaron a estas primeras elecciones legislativas. La propaganda, los pasquines y las caravanas de las distintas formaciones políticas serpenteaban las calles y todos los barrios de las ciudades principales. Esta explosión de libertad se palpaba en cada uno de los 22.000 mítines que se contabilizaron durante toda la campaña.
La canción de moda y que alcanzó el primer puesto en ventas unos meses antes de estas elecciones fue Libertad sin ira, del grupo Jarcha. Este canto a la libertad se convirtió en todo un himno y referente de los nuevos tiempos que se avecinaban. También cantautores como Serrat, Labordeta, Marina Rosell, Paco Ibáñez, Carlos Cano, Víctor Manuel o Ana Belén y otros muchos fueron los precursores y mensajeros, a través de sus canciones, de las ansias de libertad y democracia. La jornada del 15-J se desarrollo sin incidentes relevantes. Sin embargo, el recuento de los votos fue penoso y largo. Solo al día siguiente y a las tres de la tarde, el ministro de gobernación, Rodolfo Martín Villa, comunicó los resultados definitivos. Resultaba evidente que éramos unos auténticos pardillos y novatos en materia de recuento y verificación de los votos emitidos.
Los electores mayoritariamente optaron por el voto a partidos moderados de centro derecha o centro izquierda. El vencedor fue el partido de Adolfo Suárez que alcanzó los 165 escaños frente a la sorpresa de un PSOE, encabezado por Felipe González, un joven abogado de Sevilla, que con 118 diputados se erigió en el incontestable líder de la oposición. Los grandes derrotados de estas primeras elecciones legislativas fueron, incontestablemente, Santiago Carrillo y Manuel Fraga Iribarne. Para el PCE, que solo obtuvo 20 escaños, fue un verdadero varapalo, aunque pudimos ver a Dolores Ibarruri La Pasionaria y a Rafael Alberti volver a ocupar su sillón en el Congreso 40 años después. Para Fraga Iribarne sus 16 diputados se convirtieron en un premio de consolación. Su problema mayor fue una reconversión tardía del franquismo a la democracia.
El 15-J fue el pistoletazo de salida de la democracia. A partir de esa fecha se pusieron en marcha todos los mecanismos para elaborar una nueva Constitución, preparar las elecciones municipales y aprobar los estatutos de autonomía vasco y catalán. Esta fecha memorable e histórica que quedaré en la memoria de nuestro país, es la que nos ha permitido llegar donde estamos.