Estados Unidos está impulsando un vuelco “revolucionario” a la política agrícola, que fomente una real seguridad alimentaria global y particular, de cara a nuevos desafíos. En lugar de instar a los países en desarrollo a cultivar sólo enormes cantidades de granos básicos, como lo ha hecho EE UU durante décadas en África, ahora promueve el retorno de la gran variedad de cultivos tradicionales que la gente solía sembrar.
Cary Fowler enviado mundial del Departamento de Estado para la seguridad alimentaria, está intentando plantar una nueva semilla en la política exterior estadounidense: el regreso a la gran variedad de cultivos tradicionales. Por ejemplo el caupí (alubia ojo de perdiz, judía de careta, frijol de carita), la mandioca (yuca) y una variedad de cereales, como el mijo, entre otros. A esta propuesta la llama “opportunity crops” (cultivos de oportunidad) porque son resistentes y están llenos de nutrientes.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirma que la demanda mundial de alimentos aumentará en más de un 50% para 2050. Mientras que el cambio climático y otros factores estresantes están reduciendo el rendimiento de los cultivos.
Tomando en consideración estos apuntes de la agencia alimentaria, el gobierno de Joe Biden aprobó un presupuesto inicialmente pequeño de 100 millones de dólares. El propósito es hacer frente a la crisis climática y el aumento de los costos están agravando la inseguridad alimentaria. Por tanto, dijo el alto funcionario, hay mucho en juego. Más, si se elevan los riesgos de inestabilidad política, reseña The New York Times.
El jefe de Fowler, el secretario de Estado Antony Blinken, ventiló la propuesta en el Foro Económico Mundial en Davos y dijo que la idea podría ser “genuinamente revolucionaria”.
EE UU presiona por el regreso de los cultivos tradicionales
Los cultivos tradicionales son más nutritivos para las personas que los consumen y para los suelos en los que se plantan, según el funcionario de EE UU. Además, resisten mejor las inclemencias del tiempo provocadas por el cambio climático. El problema, dice, es que han sido ignoradas por los fitomejoradores y enfatiza en que estos cultivos van a inducir dietas diversificadas, lo que ayuda a reducir las deficiencias de micronutrientes, el retraso del crecimiento infantil y la emaciación.
La atención inicial se centra en media docena de cultivos en media docena de países de África. “Estos cultivos se han sembrado durante miles de años en África”, agrega Fowler. Entonces la propuesta no resultaría tan “genuinamente revolucionaria”.
El enviado mundial del Departamento de Estado para la seguridad alimentaria asegura que el esquema de siembra tradicional aporta nutrición. “Si tienen problemas de rendimiento u otras barreras a la comercialización, francamente es porque no hemos invertido en ellos”, comenta.
Los críticos dicen que si bien es bienvenido centrarse en la diversidad de cultivos y la salud del suelo, el mejoramiento de cultivos para el mercado comercial puede hacer poco para mejorar la salud. Y el bienestar de los pequeños agricultores en los países de bajos ingresos. Aún no está claro quién produciría las semillas, si los agricultores tendrían que comprarlas. Y en qué medida las nuevas semillas necesitan fertilizantes y pesticidas químicos y si se incluirían semillas genéticamente modificadas.
La oficina de Fowler inorma que cada país establecería sus propias directrices sobre qué tipos de semillas se permitirían y cómo se adquirirían.
«Hay algunos indicios o guiños interesantes en la dirección correcta: el enfoque en la diversidad de cultivos y la nutrición. El conocimiento indígena, el enfoque en los cultivos abandonados», dijo Bill Moseley, profesor del Macalester College en Saint Paul, Minnesota.
Beneficios para la dieta y los suelos
En las décadas de 1960 y 1970, la revolución verde liderada por Estados Unidos se centró en producir más alimentos, conforme a los cultivos tradicionales. Específicamente más maíz, trigo y arroz, utilizando fertilizantes, pesticidas y semillas híbridas. Los rendimientos del maíz, por ejemplo, se dispararon gracias a las inversiones en fitomejoramiento. En gran parte del sur y este de África, el maíz se convirtió en el principal cereal alimentario. Mientras que, en algunos lugares, prevalecieron los cultivos comerciales para la exportación, como el algodón y el tabaco.
Un puñado de países llegó a dominar la producción de cereales, mientras que un puñado de cereales (trigo, arroz y maíz) llegaron a dominar la dieta mundial. Si bien a la revolución verde se le atribuye el mérito de ofrecer más calorías, hizo poco para garantizar una dieta variada y nutritiva.
“Muchos países, incluidos muchos del África subsahariana, han llegado a depender de las importaciones de estos alimentos básicos en los últimos 50 años. Esto ha cambiado las dietas de las personas y ha llevado a que se preste menos atención a los cultivos tradicionales que a menudo se adaptan mejor a las ecologías locales”, sostiene Jennifer Clapp, profesora de la Universidad de Waterloo en Ontario.
La diversidad de semillas ha sido durante mucho tiempo el grito de guerra de Fowler. El representante del gobierno de EE UU comenzó compilando una lista de cultivos tradicionales que contienen la mayor cantidad de nutrientes. Y luego pidió a los investigadores que mapearan qué cultivos crecerían bien en los climas del futuro. Involucró a la Unión Africana y a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Recuperar lo que EE UU aconsejó dejar a un lado
Surgió una lista de unos 60 cultivos. Para ellos, el programa de Fowler pretende apoyar los esfuerzos de fitomejoramiento. Se ha contratado a un puñado de empresas privadas, incluida IBM para ayudar a mapear los suelos y Bayer para producir algunas de las semillas.
En su opinión no se estaba tratando de detener la promoción de los cereales básicos, sino que quería ampliar la gama de cultivos que reciben atención e inversión. “Nos centramos en los cultivos tradicionales e indígenas, porque nunca antes habían recibido tanta atención”, precisa.
Asegura Fowler que “este programa no se trata de decirles a los agricultores cuándo cultivar o decirle a la gente qué comer. Se trata de presentar opciones”.
Su favorito de estos cultivos de oportunidad son los guisantes. Los vio por primera vez en una visita a Etiopía durante una grave sequía. El suelo estaba seco y apelmazado. Había profundas fisuras en la tierra. “Y aquí estaba esta hermosa plantita, floreciendo”, recuerda.
Fowler está cultivando 48 líneas genéticas en su granja en el condado de Dutchess, al norte de la ciudad de Nueva York. El enviado mundial de Estados Unidos para la seguridad alimentaria está presionando para recuperar los cultivos tradicionales africanos que las políticas estadounidenses ayudaron a dejar de lado.