Por Arantxa Rochet
16/12/2017
Cuando preguntas cómo serán las ciudades del futuro, las voces ríen al otro lado del teléfono. “Es una buena pregunta”, dice Miguel Díaz, arquitecto socio del estudio Ruiz-Larrea & Asociados, antes de contestar que las ve integradas con el medio que las rodea: “Ahora son devoradoras de energía, no han sido pensadas para tener en cuenta la eficiencia energética. Estarán diseñadas con sentido común y en esto los arquitectos tenemos mucho que decir”, asegura.
El ejercicio de futurología continúa al otro lado del hilo, esta vez con Florencio Manteca, director del departamento de Energética Edificatoria de CENER (Centro Nacional de Energías Renovables): “Me las imagino eléctricas, autosuficientes energéticamente, que generen in situ la misma energía que consumen. Con redes inteligentes que hagan que los edificios se puedan comunicar entre ellos y las empresas energéticas y que si se tiene un superávit de energía se le pueda pasar a otro edificio”. La arquitecta Inés Leal cierra las elucubraciones: “serán más flexibles, con sociedades mejores y donde podamos aprovechar las energías renovables”.
La pregunta tiene un porqué y unos protagonistas: los edificios, esos lugares en los que pasamos la mayoría de las horas del día, ya sea nuestra vivienda, el lugar de trabajo o el de ocio. Porque en tres años y gracias a una directiva europea, todos los edificios de nueva construcción deberán tener colgada la etiqueta de Edificio de Energía Casi Nula (EECN) sea cual sea su tipología (los inmuebles públicos deberán serlo antes, en 2019).
En Tres Cantos
Un ejemplo son las 80 viviendas de la Cooperativa Arroyo Bodonal, situadas en la localidad madrileña de Tres Cantos. Cuando se las observa, con su fachada blanca y sus terrazas de cristal, parecen iguales que cualquier otra, pero no lo son. Tienen, de hecho, el privilegio de pertenecer al único edificio de España y de Europa que ha obtenido el máximo reconocimiento internacional a la alta eficiencia energética, el Leed Platinum, concedido por Green Building Council (US). Son de energía casi nula.
Cuando este proyecto se puso en marcha, hace 14 años, muy poca gente hablaba de la eficiencia energética en los edificios. Aunque ya existían estudios de arquitectura y promotoras inmobiliarias que habían tomado el testigo de sus colegas del norte de Europa y se convertían en pioneros del futuro que vendría, pocas iniciativas apostaban por que un inmueble aprovechara las condiciones climáticas del entorno y la arquitectura para reducir su consumo casi a cero. No fue fácil: después de años de estudios y planes y tras adquirir el terreno acudieron a un total de 28 bancos para solicitar financiación, según cuenta Antonio Martínez, secretario de la Junta Rectora de la Cooperativa Arroyo Bodonal. Cuatro aceptaron estudiar el proyecto y solamente uno apostó por él.
Profesionales preparados
Hoy, con la mirada puesta en el 31 de diciembre de 2020, fecha que marca Europa para que se empiece a cumplir la normativa de la energía casi nula, la situación ha cambiado, y mucho. Inés Leal, arquitecta y directora del Congreso de EECN, cuya cuarta edición se celebra el 13 y 14 de diciembre en Madrid, asegura que los profesionales están preparados, la tecnología existe y el trabajo de la Administración está en marcha. “La sociedad está interiorizando ya el concepto y no tendría ningún sentido que desaprovechásemos esta oportunidad para contribuir a la lucha contra el cambio climático y hacia el objetivo de una Europa libre de CO2 en 2050”, añade.
Y aunque en España aún no existe una definición oficial sobre lo que es un Edificio de Energía Casi Nula, la mayoría de expertos coinciden en describirlo como aquel que apenas necesita consumir energía y la poca que gasta es renovable. No obstante, se prevé que el Ministerio de Fomento apruebe el próximo verano un nuevo documento del Código Técnico de Edificación con el que ya se encuentra trabajando y que marcará los límites de consumo de los EECN. Según Inés Leal, si el certificado A actual establece en España un consumo máximo de 40 kilovatios a la hora por cada metro cuadrado al año, lo más probable será que los edificios considerados de energía casi nula se sitúen en torno a los 15 kwh/m2 año.
Devoradores de energía
Los inmuebles son responsables del “40% del consumo de energía y de un 30% de las emisiones de CO2” en las ciudades. Y la quinta parte de toda la energía que se consume en España (y la cuarta parte de la electricidad) es “culpa” de nuestros hogares, según un estudio del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía del Ministerio de Energía. Una casa española consume al año 9.922 kilovatios/hora, lo que equivale a 0,85 toneladas de petróleo. La calefacción es la mayor demandante de energía, con cerca de la mitad de todo el consumo. Le siguen los electrodomésticos, el agua caliente sanitaria, la cocina, la iluminación y el aire acondicionado. Si hablamos de dinero, una casa española gasta de media 990 euros al año en energía y la mitad se va en la calefacción.
Pero, ¿cómo se construye un edificio de energía casi nula? Lo primero y más importante, según Miguel Díaz, es contar con un buen aislamiento y planificar desde el principio la arquitectura del inmueble para que se adecue a las condiciones climáticas de la zona. En todo caso, “un edificio se obtiene con una combinación de soluciones. No es lo mismo que esté en Pamplona que en Santander que en Canarias. Depende mucho de la tipología del edificio y de la utilización. Hay que hacer el estudio caso a caso”, indica por su parte Florencio Manteca.
Utilizar el excedente
El objetivo es que los propios edificios produzcan la energía que consuman. “Convierte a nuestros edificios y ciudadanos en productores de energía, consiguiendo una mayor eficiencia energética del sistema al no tener que trasladarla desde los grandes centros de producción, normalmente alejados de los de consumo. Mucha gente no sabe que en ese transporte se pueden producir pérdidas de hasta el 15% de la energía”, explica Inés Leal.
En este caso, sería posible que en determinadas circunstancias la producción sobrepasara al consumo, y el objetivo es que esa energía excedente se pudiera volcar a la red y ser utilizada por otros edificios o por la propia ciudad. A nadie se le escapa que esto se contradice, hoy por hoy, con una legislación sobre autoconsumo aprobada por el Gobierno que penaliza, precisamente, la sobreproducción. “No es lo más razonable cuando hay una normativa europea que nos está obligando a ir en otro sentido”, opina Leal. “Estoy segura de que en cuanto todo esto empiece a ser una realidad la normativa terminará por adaptarse. El autoconsumo debe ser regulado pensando en el bien común”, concluye.
40 euros mensuales
Lo difícil es hacer todo esto a un precio razonable. Sin embargo, ese sobrecoste que suele conllevar se recupera con el ahorro de energía. En el caso de Arroyo Bodonal, el sobrecoste fue de un 9% y prevén amortizarlo en siete años si las tarifas eléctricas continúan aumentando. El coste medio energético por vivienda no llega a 40 euros mensuales y tienen un ahorro respecto a un edificio convencional del 75,64%, (531.371 kWh anuales) y una disminución de la emisión de CO2 del 73,20%.
Algunas administraciones públicas, promociones privadas residenciales o cooperativas de vivienda llevan tiempo apuntados al carro del consumo “cero” o de energía nula en los edificios. Destaca el trabajo del Gobierno Vasco, que está promoviendo EECN a través de la vivienda social con inmuebles como el Edificio Olueta. Las oficinas de Orona Ideo, en San Sebastián, componen todo un campus de energía casi nulo. En Navarra, Construcciones Domeño ya trabaja en la segunda promoción de Edificio Zero, un proyecto de 71 viviendas VPO en Pamplona que alcanzó una demanda teórica en calefacción de 15,8 kwh/m2. El Edificio de Solvia en Torrejón (Madrid), el Hemiciclo Solar de Móstoles (en la imagen); el complejo residencial Basa de la Mora del Grupo Lobe, en Zaragoza, o las oficinas de Torre Marina Iberdrola Inmobiliaria en Barcelona son otros ejemplos de alta eficiencia energética.