Por Ores Lario
«Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”, escribió Jorge Luis Borges. Hoy, el particular edén vislumbrado por el autor, lejos de desaparecer, sigue frondoso. Contra las profecías que en los últimos años anunciaban su muerte, el libro no sólo se resiste a extinguirse, sino que reivindica su vitalidad. Está más vivo que nunca. Tanto que incluso invoca lo más noble de su condición y en su relación con el artista, trasciende la idea de que los volúmenes son meros transmisores de palabras, soportes materiales de un texto y se convierten en objetos de arte.
Y como piezas de museo, parapetados por el cristal de las vitrinas, se exhiben en la madrileña sede de Ivorypress (Calle del Comandante Zorita, 46-48) la muestra Books beyond artists, un recorrido dedicado a los libros de artista y su papel en la historia que se puede ver hasta el 9 de mayo.
La muestra está comisariada por Elena Ochoa, una de las mujeres más influyentes del mundo del arte, fundadora de Ivorypress, una editorial especializada que se ha convertido en un referente. Ya lo escribió Matisse en 1946: “No hago distinciones entre la elaboración de un libro y de un cuadro”. Lady Foster lo corrobora: “Un libro de artista es siempre una obra de arte”, sentencia la psicóloga más famosa de España en la década de los 90.
Se estrenó como editora con Eduardo Chillida, con quien trabajó en un libro que presentó en 2002. El proyecto, una caja con dibujos del escultor vasco, textos de Carlos Fuentes y John Berger y fotografías de Ferdinando Scianna, sirvió como referente para producir otras obras marcadas por la “exploración y búsqueda de la excelencia. Es nuestro lema y por lo que trabajamos cada día con mi equipo en Ivorypress. Por otro lado, buscamos dar siempre libertad a los artistas con los que trabajamos y en los que creemos, que nos ofrecen su lenguaje innovador”, explica la comisaria de la muestra. El itinerario lo forman ediciones provenientes de colecciones privadas, estudios de artista y diversas instituciones.
¿Qué es un libro de artista? “Es el resultado de lo que los artistas hacen con libros, sobre libros, en torno a libros, para o contra los libros”, escribió el editor, ensayista y cineasta Guy Schraenen, que analizó estas creaciones que, aunque tuvieron su origen a comienzos de siglo XX, se expandieron a comienzos de los 60, cuando artistas de todas las tendencias exploraban el libro como espacio creativo. Es un proyecto personal o colectivo que va más allá de los materiales.
En la exposición, junto a libros publicados por editoriales como las francesas Toluca y Onestar Press, la norteamericana Limited Editions Club, la alemana Steidl Verlag o la española Turner Libros, no podían faltar las obras con el sello de Ivorypress. A la hora de apostar por un artista, Ochoa es tajante. Necesita que “su obra me emocione. Que su trabajo genere una provocación al espacio, al intelecto y a la emoción”, sentencia quien desde su primera incursión como editora de libros de artista hace 13 años asegura que la línea que sigue no ha evolucionado. “He producido otros libros con artistas y ellos son los que han generado otras maneras de concebir el libro. Yo, como editora con mi equipo en Ivorypress, soy un mero instrumento. La evolución la provocan los creadores con su trabajo y no la editorial”, asegura quien confiesa que le hubiera gustado trabajar con Lucian Freud, “aunque gran amigo, no le pude convencer. En su vida no publicó ningún libro de artista. Siempre me pregunto qué habría pasado si hubiera insistido más y más…”.
Paralelamente a la muestra de Madrid, en el Museo de Arte Abstracto Español, en Cuenca, se ha inaugurado una exposición titulada Libros (y otras publicaciones) de artista, 1947-2013, que se exhibe hasta el 31 de mayo. A través de un centenar de publicaciones, testimonia la riqueza y la variedad de resultados de la larga interacción entre los artistas y los libros, entendiendo éstos no sólo como un medio de transmisión de un contenido textual, sino sobre todo como objeto soporte de la praxis artística.
La mayoría de los libros de artista tiene un carácter conceptual, tanto en el estilo como en la percepción del espacio. Con estos trabajos se busca crear una obra de arte total, donde texto e imagen se entrelazan en una secuencia de gran fuerza expresiva y son partes integrantes de la misma estructura compositiva. Es el artista quien escoge los diferentes medios y las relaciones formales que quiere establecer y poner en evidencia, para transformar el libro en una pieza excepcional.
Muchas veces son los detalles de su propia elaboración lo que caracteriza a un libro de artista. El papel que utilizó Chillida procede de un molino de Angulema (Francia) y con Anthony Caro, Elena Ochoa recorrió fábricas de coches en busca del mejor mecanismo para mantener abierta la pieza. Los detalles se cuidan al máximo. Incluso los libros requieren de un cuidado especial. “Toda obra de arte necesita mantenimiento y condiciones de temperatura y humedad adecuadas. Es una enorme responsabilidad adquirir libros de artista, tanto como otras obras de arte. Los materiales hay que mantenerlos en condiciones que les permitan vivir con salud. En realidad, son igual que un ser vivo”, cuenta Ochoa, que ha publicado 12 libros de artista.
Son piezas costosas, que implican un gran esfuerzo de elaboración de los talleres-editores y de los artistas, que puede requerir un proceso de años. En su elaboración se cuidan los textos y las imágenes como su forma, los materiales y el diseño que tienen. En este mercado, los precios cambian según las ediciones y el valor se asocia a la exclusividad y el fetichismo. Son obras que consiguen poner en jaque a los coleccionistas. Ochoa asegura que a las que edita con su sello “puede acceder toda persona que las sepa apreciar. Son obras para una gran e inmensa minoría. De hecho, en la colección hay libros de artista de la colección LiberArs, que pueden adquirirse desde 16 euros. Sólo hay que saber apreciarlos y disfrutarlos”, explica la también editora de Detritus, una oda al estudio de Francis Bacon de la que se publicaron 25 ejemplares en 2010 con un precio de 102.000 euros.
Que no es una moda pasajera lo corroboran las ferias, tanto las especializadas en libros -la madrileña Másquelibros o la barcelonesa Arts Libris, por ejemplo-, como las de arte -Arco en Madrid o la de Maastricht “que es la que más me interesa”, apunta Ochoa-, además de las galerías que apoyan este tipo de soporte. En España destacan Estampa, Moriarty y Blanca Berlín y, en Nueva York, Howard Greenberg es el referente.
Desde este año, el selecto grupo de editoriales que publica libros de artista tiene un nuevo miembro: la española Artika, “que lejos de realizar libros convencionales, crea valiosas obras de arte cuyo diseño exclusivo está inspirado o diseñado por el propio artista”, cuenta Joan Ribalta, máximo responsable de esta editorial del grupo Planeta, que publica obras “cuyos precios de salida están sobre los 4.500 euros”.
Acaba de presentar 58, una edición de libro-escultura de Jaume Plensa con una tirada de 998 ejemplares con números arábigos y 200 en numeración romana, todos firmados por el artista. Otro ejemplo que confirma que el papel es objeto de deseo para lectores y amantes del arte.