Sea como fuere, es preciso aprender a esperar contra toda esperanza; esperar hasta no saber bien qué esperamos. Lo que hasta ayer fue una amenaza constante e inconcreta, que permanecía agazapada, pero inquietantemente presente, hoy se ha convertido en un incipiente apocalipsis que nos aboca al precipicio de la destrucción de la vida tal como la conocemos. Todo se derrumbará ante nuestros ojos y la muerte se extenderá certificando el fin de la civilización.
Los que piensan, como saben que el tiempo se ha agotado, se refieren a la próxima década como la hora del adiós definitivo. La humanidad, como víctima y victimario del apocalipsis, podría sucumbir. El antropoceno la devorará y la recuperación ya no será posible. No obstante, aún resta una esperanza.
Tú eres la esperanza (You are my hope), nosotros somos la esperanza. Las historias que traemos a este número de Cambio16 son relatos de esperanza. Las vivencias de ecohéroes anónimos que decidieron dar un golpe de timón en sus vidas y tomar conciencia de lo que está ocurriendo.
También de lo que no llega a suceder, sea por desidia, abandono o, simplemente, porque sus intereses particulares –absolutamente legítimos– solo esquilman recursos en beneficio propio. Todos ellos, reflejados en el montaje de portada de la revista [obra del fotógrafo Michael Somoroff], renunciaron a todo lo que hasta entonces había marcado su existencia y se pusieron manos a la obra para construir un mundo más humano, justo y regenerativo.
Comenzaron a brillar con iniciativas de luz que alumbran el nuevo amanecer del planeta, nuestra casa, hoy en llamas, bajo el volcán o feneciendo a causa de fenómenos climatológicos extremos como lluvias torrenciales, inundaciones, sequías y seísmos.
Es la esperanza de Fernando Ojeda, empresario de éxito que lo deja todo para plantar árboles; de Pilar Gómez-Acebo, que se enfrenta al poder del dinero para recordarle que hay que mirar más allá de la cuenta de resultados; de Guillermo Fornes, artista plástico que se funde en las entrañas de la tierra para cambiar el mundo; de Adolfo Madrid, que nos enseña a cuidarnos para vivir apasionadamente; de Joe Pérez-Orive, que transforma esta realidad tan esquiva e incierta a través de la cultura y la música; de Tim Grieve, que aborda la gestión del agua como un instrumento para la paz azul entre naciones; de Pedro Werneck, el filántropo brasileño que asume que el futuro está en los niños y, por último, de Iker Martínez, que sabe que hay que vivir para cumplir nuestros propios sueños o acabaremos viviendo para los sueños de los demás.