Si algo hemos aprendido de la pandemia es que la naturaleza nos está haciendo despertar del sueño en que vivíamos creyéndonos el centro del universo. La emergencia climática evidencia la certeza de que el tiempo se agota, de que estamos al borde de la extinción y es preciso actuar, acabar con el ritual del bostezo y la pasividad, como diría la poeta puertorriqueña Giannina Braschi, una voz valiente y sin tapujos que se alza, en medio de la mediocridad y la inanidad intelectual, para recordarnos que nadie nos va a sacar las castañas del fuego, sino nosotros mismos desde el compromiso por un mundo más humano, justo y regenerativo. Soñar el futuro es la gran propuesta de la edición 2.276 de Cambio16.
Invitada por Jorge Neri Bonilla, editor de Cambio16, Braschi ha participado en el programa Cambiemos para urgirnos, desde el conocimiento y la conciencia, a transformar esta esquiva realidad y crear un nuevo espacio de libertad y felicidad.
Se trata de construir colectivamente, en plural, porque el ego no tiene cabida en la naturaleza, que es equilibrio y armonía, y que nos dice: ¿Tú no cambias?, pues yo te voy a cambiar, te voy a revolucionar, te voy a hacer pedazos.
Sobrevivimos en la precariedad y creemos que no hay futuro, que todo está perdido, que ya no queda esperanza.
En medio de un ambiente tóxico y asfixiante, creado por la economía de los pobres de espíritu, la humanidad grita: «¡No puedo respirar!». Ese clamor es el canto contra tanta vileza descerebrada. El lamento de los que se rebelan contra un destino cuyo horizonte es oscuro y yermo como la muerte.
A la vista de tanta sinrazón, predecir el futuro no tiene ninguna ciencia. Si falta el aire, la vida se acaba.
Ha llegado el momento de buscar alternativas, de doblegar un destino fatal e ineluctable para configurar un futuro no por deseado, menos posible.
Los diseñadores de futuros, como Alberto Barreiro, exploran futuros alternativos y definen estrategias para mejorar las decisiones que tomamos. Y cambiar el porvenir, enterrar los viejos mitos y creencias e implementar una nueva visión del mundo.
Su prospectiva profundiza, desgrana, deconstruye y se anticipa para no quebrar el frágil equilibrio entre un pasado ancestral, que lastra el progreso, y un futuro deseado, que fluirá en la medida que pasemos a la acción. Transformar es convertirse, elegir, mutar, emerger de las ruinas.
Soñar el futuro es un acto de esperanza en sí mismo, el latido que golpea y se acelera en las tinieblas. La luz que ilumina el mundo, el amanecer del hombre cuando comprende que cualquier noche puede salir el sol.
Lea también en Cambio16.com: