Mente lúcida y verbo agudo lo siguen acompañando en casi un siglo de vida. Edgar Morin (París, 1921) ha discurrido estos largos años apegado a su prolífica obra filosófica y sociológica. Siendo testigo presencial de guerras, regímenes hegemónicos, agitaciones políticas, explosiones sociales, revoluciones tecnológicas. Y ahora, de una pandemia.
Morin, uno de los intelectuales más destacados de Europa, continúa aportando ideas al debate colectivo. Esta vez bajo los signos de una crisis sanitaria sin precedentes que deja huellas aún invaloradas.
Autor de la Teoría del pensamiento complejo y de al menos otros treintaicinco títulos, Morín incorpora uno más en estos tiempos difíciles. Con el sello editorial Paidós, coloca en el mercado Cambiemos de vía: lecciones de la pandemia, un texto reflexivo acerca de las enseñanzas que la calamidad generada por el SARS-CoV-2 deja a la humanidad.
“Esta crisis abierta por la pandemia me ha sorprendido enormemente. Pero no ha sorprendido mi forma de pensar, más bien la ha confirmado. Al fin y al cabo soy hijo de todas las crisis que mis noventa y nueve años han vivido. El lector comprenderá entonces que encuentre normal esperar lo inesperado y prever que lo imprevisible puede acontecer”, comentó.
Estas páginas se suman a Vers l’abîme? (2008), La vía. Para el futuro de la Humanidad (2011) y Penser global. L’humain et son univers (2015), por citar sus libros más recientes.
En Cambiemos de vía, Morin extrae lecciones de la crisis que vivimos y del inimaginable confinamiento de más de la mitad del planeta. Desde su visión filosófica deja en su texto, una secuela de consideraciones sobre la existencia, la condición humana, la incertidumbre de nuestras vidas. También sobre nuestra relación con la muerte, nuestra civilización, el despertar de la solidaridad y la desigualdad social en el encierro.
También advierte sobre la diversidad de situaciones y el manejo de la epidemia en el mundo, la ciencia y la medicina. Así como la falta de pensamiento y acción política, la crisis en Europa, la crisis global.
La pandemia vista por Edgar Morin
Un virus muy minúsculo, como todos, procedente de una lejanísima ciudad de China ha puesto al mundo patas arriba. ”Es evidente que la historia ha conocido muchas pandemias. Pero la novedad de la COVID-19 es que ha provocado una policrisis mundial de componentes, interacciones e incertidumbres múltiples e interrelacionadas”, apunta.
Nos enfrentamos a nuevas perspectivas: grandes incertidumbres y un futuro impredecible. Y la humanidad actual, que vive en un flujo de tensiones, no se ha preparado. “Es hora de que cambiemos de vía por la protección del planeta y una humanización de la sociedad».
En una entrevista publicada en Le Monde, el filósofo y escritor sostiene que “la posepidemia será una aventura incierta en la cual se desarrollarán las fuerzas de lo peor y de lo mejor. Aunque estas últimas todavía son débiles y están dispersas. Pero lo peor no es seguro, y lo improbable puede acaecer”.
Para Edgar Morin resulta difícil saber qué pasará después de la pandemia. “Si después del confinamiento, las conductas e ideas innovadoras se mantendrán con su impulso, o el orden se restablecerá después de la sacudida. Podemos tener el gran temor de la regresión generalizada que ya se llevaba a cabo durante los primeros veinte años de este siglo. Crisis de la democracia, triunfo de la corrupción y la demagogia, regímenes neoautoritarios, iniciativas nacionalistas, xenófobas, racistas”.
Sugiere que “todas estas regresiones (y en el mejor de los escenarios, estancamiento) son probables. En tanto que no aparezca la nueva vía política-ecológica-económico-social guiada por un humanismo regenerado. Esta nueva vía multiplicaría las verdaderas reformas que no se limitan a reducciones presupuestarias, sino que son reformas de civilización, sociedad, vinculadas a las reformas de la vida”.
Lo bueno, lo malo, lo inimaginable
De esta crisis, que ahora acumula su segunda oleada, se deben sustraer varias lecciones. Edgar Morin sugiere que se debe concienciar sobre la existencia de las personas que han vivido la pandemia en la escasez y la pobreza. De aquellos que no han podido acceder a lo superfluo y a lo frívolo, y merecen llegar al estadio en el que se dispone de lo innecesario.
Esta brutal pandemia cambió repentinamente nuestra relación con la muerte. “De repente el coronavirus provocó la irrupción de la muerte personal, hasta entonces postergada para el futuro en la parte inmediata de la vida cotidiana”. Recordó el conteo de muertes día por día y la desoladora acción de enterrar a los nuestros, sin al menos una despedida.
Sin embargó, indicó algunas buenas lecciones que ha traído la pandemia. Despertó la memoria (al ser todopoderoso, el «hombre» pensó que había dominado la naturaleza y olvidó las grandes epidemias de la Edad Media, las graves crisis económicas). Y despertó la solidaridad, iluminadas sobre la diversidad de situaciones y desigualdades humanas, sobre las incertidumbres científicas”.
Hoy debemos afrontar los nuevos desafíos del ser humano: “El desafío de una globalización en crisis, existencial, político, digital, ecológico, económico. El peligro, si no afrontamos estos desafíos, será una gran regresión intelectual, moral y democrática”
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