El mundo puede reducir sus emisiones de carbono en un 39% con la “economía circular” y se evitarían 22.800 millones de toneladas de emisiones de carbón, indica el estudio Circularity Gap Report. Sin embargo, como en la actualidad solo un 8,6% de la economía mundial puede considerarse circular, estamos lejos aún de conseguirlo. De hecho, estamos más lejos hoy que hace dos años, cuando el Circularity Gap Report de entonces identificó que el 9,1% de la economía global ya podía calificarse de ese modo. La brecha de circularidad, en lugar de cerrarse, se ha ensanchado.
El mundo consume 100.000 millones de toneladas de materiales al año y la temperatura global está 1 grado Celsius más caliente. El cambio de rumbo es impostergable si realmente queremos salvar al planeta azul. “La buena noticia es que aproximadamente duplicar la circularidad global nos encamina hacia un nivel muy por debajo de -2 °C de calentamiento global para 2032”, destaca CGR.
¿Qué es la economía circular?
La economía circular es una estrategia que tiene el objetivo reducir tanto la entrada de los materiales vírgenes como la producción de desechos, cerrando los “bucles” o flujos económicos y ecológicos de los recursos. El análisis de los flujos físicos de recursos proviene de la escuela de pensamiento de la ecología industrial.
En 2017, la organización homónima Circle Economy (Economía Circular) reconoció la urgente necesidad de medir con precisión esa evolución de flujos económicos y ecológicos en el planeta. Para esa fecha, no había una medición global sobre el estado circular de nuestro mundo o datos disponibles para comprender realmente cómo podemos avanzar efectivamente hacia la circularidad económica o monitorear su progreso.
“Por eso, en enero de 2018 se publicó el primer Informe sobre la brecha de circularidad durante el Foro Anual Mundial en Davos”, informó la organización. El CGR estableció que nuestro mundo es solo un 9,1% circular, lo que deja una enorme brecha de circularidad.
También proporcionó un marco y una base de hechos para medir y monitorear anualmente el progreso en la reducción de la brecha de circularidad global. “En 2019 se lanzó la segunda edición del CGR, que reitera que la economía global está estancada en reversa y fallando a las personas y al planeta”, acotan.
No se ha logrado cambiar de rumbo
Esos reportes anuales demuestran que el mundo no ha logrado cambiar de rumbo en materia de soluciones climáticas, para detener o revertir los daños causados al planeta por actividades del hombre. En la Unión Europea, por ejemplo, los legisladores han aprobado una serie de regulaciones para reducir el consumo de materias primas, prohibir los plásticos de un solo uso y reducir la cantidad total de desechos producidos en este continente. Sin embargo, aún los objetivos establecidos en el Acuerdo de París en 2015 no se han logrado.
Las emisiones de gases invernadero, luego de haber disminuido en 2020 producto de la paralización económica y las cuarentenas que trajo la pandemia del coronavirus, volvieron a aumentar en 2021. Seguimos en mora con la disminución de la temperatura de calentamiento global.
Seguimos llenando de plástico nuestros océanos y mares; usando bolsas plásticas para hacer el supermercado en lugar de bolsas biodegradables o reciclables; moviendo nuestros vehículos con combustibles fósiles o movilizándonos en autos en lugar de caminar o usar bici y transporte público. La mora con el planeta se mantiene. No solo los gobiernos. La ciudadanía en general no reduce, ni reutiliza ni recicla.
¿Cuáles son los obstáculos?
Uno de los obstáculos que enfrenta el planeta para cerrar la brecha de esa economía circular y hacer un uso más eficiente de los recursos disponibles y reducir la acción contaminante y degradante de la especie humana sobre la tierra, es la inefectividad de las acciones aplicadas. Y un ejemplo es la prohibición de exportar basura plástica, que no incrementó el reciclaje, sino la cantidad de plástico en los vertederos e incineradoras.
“Los incineradores avanzados no pueden funcionar lo suficientemente bien como para justificar la quema de residuos en lugar de la reducción, el rediseño, la reutilización y el reciclaje”, denunció Janek Vahk, coordinador de Clima, Energía y Contaminación del Aire de Zero Waste Europe.
El cambio a la economía circular empieza por casa
Otro testimonio de acciones inefectivas es que llevamos décadas hablando de cómo los ciudadanos podemos sanar al medioambiente reduciendo el consumo de plásticos y otros contaminante no biodegradables, reusando y reciclando, pero el porcentaje de reciclaje que mantiene el mundo actual es ínfimo respecto a lo que se esperaba.
La Fundación Aquae resalta que cada uno de nosotros puede colaborar mucho si aplica estas 10 recomendaciones en casa:
1. Ser conscientes del impacto de las emisiones de CO2
2. Reducir el uso del coche privado. Conducir 50 kilómetros menos cada semana reduce en 450 kilogramos las emisiones de CO2. El uso masivo de combustibles fósiles es el principal responsable de dichas emisiones. Uno de sus mayores causantes es el transporte por carretera: en España produce el 25% de las emisiones domésticas totales.
3. Practicar una movilidad sostenible. Hay en el mercado muchas alternativas verdes al coche convencional (híbridos, eléctricos, de hidrógeno). Pero si su bolsillo no se lo permite, piensa en usar el transporte público, use bicicleta o camine. El teletrabajo también nos ha facilitado la tarea.
4. Aumentar la eficiencia energética. Ajustar el termostato 2 grados menos en invierno y 2 grados más en verano permite reducir las emisiones de CO2 en 900 kilogramos. Poner dos lavadoras a la semana con una temperatura de 40 grados reduce la emisión en 225 kilogramos de CO2. Siendo eficientes energéticamente, mantenemos el confort y nuestras necesidades cubiertas. A su vez, reducimos el gasto en energía y, con ello, las emisiones de CO2.
5. Consumir energía renovable
6. Seguir una dieta con baja huella de carbono
7. Ser en un consumidor sostenible. Emplee la regla de las tres R: Use la menor cantidad posible de productos (Reduzca) y aprovéchelos más de una vez (Reutilice) antes de depositarlos en el contenedor adecuado (Recicle).
8. Plantar árboles. Son “sumideros de carbono”, es decir, retienen el CO2.
9. Preferir productos de kilómetro cero
10. Demandar más implicación institucional en la lucha contra el cambio climático
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