El “lavado verde” al que se escudan muchas empresas para evadir la presión de gobiernos y consumidores sobre un compromiso climático real, está expandiéndose en forma deliberada. Pero los ambientalistas están revelando qué compañías y qué productos se esconden detrás de la fachada verde que exhiben. Estas organizaciones ecologistas, buscan acciones más enérgicas y leyes que impidan el “greenwashing”.
Conforme avanzan las leyes y la conciencia pública por preservar el planeta del cambio climático, compañías grandes y pequeñas quieren burlar esas normas. Despliegan anuncios publicitarios por medios y redes, en marquesinas de transporte o con la firma de convenios y compromisos para respetar el medio ambiente que no tienen valor jurídico.
Muchas empresas han optado por tener una imagen verde sin ofrecer ningún tipo de servicio sostenible. Para luchar contra estas operaciones de comunicación abusivas, movimientos ecologistas se están movilizando para sensibilizar a los consumidores sobre el “greenwashing”. Y animar a las empresas a adoptar un enfoque socialmente responsable contribuyendo al desarrollo sostenible. La poca sinceridad cuesta caro.
El Movimiento por el Clima danés ha puesto en evidencia a Danis Crown, el mayor productor de cerdo de Europa. En su publicidad advierte que su producto es libre de emisiones y respeta el medio ambiente. Y en su web, se leen los siguientes titulares de noticias: “Danish Crown está aún más comprometido con los objetivos climáticos”, “Nosotros estamos siguiendo la pista climática”. También “Sostenibilidad para impulsar el precio de la carne danesa”, entre otros.
Sin embargo, los ecologistas de Dinamarca introdujeron una demanda contra la compañía, iniciando el primer gran litigio climático del país nórdico. «La carne, producida de forma industrializada, no puede ser respetuosa con el clima», dijo Frederik Sandby, responsable del Movimiento por el Clima danés. El caso marca un precedente importante y señala directamente al “greenwashing”.
Ecologistas tras las empresas que operan con greenwashing
El Movimiento por el Clima y Greenpeace de Dinamarca y otras organizaciones ecologistas están alineadas en una campaña en contra del greenwashing en ese país.
“Hay que acabar con el engaño a los consumidores. El primer caso de derecho climático de Dinamarca está en camino, y haremos todo lo posible para sacar la verdad”, manifestó Sandby. “El clima no debe ser tomado como rehén de un marketing engañoso”.
España no escapa a estas agitaciones publicitarias. Miguel Ángel Soto, vocero de Greenpeace, comentó a Público.es, que este tipo de prácticas tiene una consecuencia directa en la lucha climática. «Hablamos de una prostitución del lenguaje», dijo. «Estamos viendo que constantemente se cogen ideas y discursos que tienen fuerza y un sentido de reflexión profunda. Y que se terminan banalizando como reclamo publicitario».
Entretanto, Juan López de Uralde, presidente de la Comisión para la Transición Ecológica, cree que hay «muchas dificultades» para regular estas prácticas publicitarias. «Es cierto que se está retorciendo el lenguaje demasiado. Y al final es el propio consumidor el que termina sin saber si realmente lo que consume es bueno o no. Es como cuando se habla de plástico reciclable o reciclado: ¿eso qué significa?. Al final todos los productos se reciclan pero sigue habiendo un problema de residuos, ¿por qué no apuesta por un envasado de retorno?», sugiere el representante de Alianza Verde.
Cómo identificar el lavado verde
Los ecologistas también podrían malinterpretar una publicidad o un producto que es realmente sostenible con “greenwashing”.
El término «verde» hace referencia a la naturaleza, al medio ambiente y a la ecología. Cuanto más sensibles sean los consumidores al desarrollo sostenible, más verdes serán los envases de los productos que suelen consumir. Sin que las empresas realmente ayuden al medio ambiente.
Sin embargo, esta práctica va en detrimento de la empresa si los consumidores saben profundizar un poco más y descubren la verdad.
Es importante leer atentamente las etiquetas y diseccionar la composición del producto. La abundancia de declaraciones «sin» debe alertar al consumidor, ya que esta declaración suele tener como objetivo distraer al consumidor del resto de la composición del producto. En los cosméticos, una práctica común es centrarse en un ingrediente activo natural que da la ilusión de que el producto no está compuesto por otros ingredientes químicos dañinos. Por nombrar sólo algunos, estos son unos de los ingredientes a evitar en los cosméticos: parabenos, siliconas compuesto de Polietilenglicol (PEG), aluminio, plomo, amoniaco.
Las etiquetas se utilizan a menudo para engañar al consumidor porque son difíciles de interpretar, advierte la publicación Selectra. Algunas marcas se autoproclaman respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, estas etiquetas no tienen valor legal ya que son creadas por la propia empresa. Del mismo modo, los pequeños logotipos verdes pueden dar lugar a una forma de confusión con las etiquetas oficiales. Una pequeña hoja verde o un punto verde no significa en absoluto que el producto forma parte de un enfoque de desarrollo sostenible.
Las etiquetas verdes que garantizan un impacto limitado en el medio ambiente son, por ejemplo, la Etiqueta Ecológica Europea (EEE) o el logotipo ecológico para los alimentos ecológicos producidos y comercializados en la UE.
Etiquetado y certificación de productos
Ante la cruzada que adelantan los ecologistas por denunciar el “greenwashing” de empresas y productos, persisten en encontrar mecanismos para regular esa publicidad.
Jaime Doreste, abogado especializado en temas ambientales, consideró que «el ordenamiento jurídico actual es bastante insuficiente», pero aclaró a Público.es que existen mecanismos para «perseguir» este tipo de conductas. «En su momento se reguló el etiquetado de los productos denominados Bio. De hecho al Biofrutas lo cambiaron de nombre por Bifrutas. Y se prohibió utilizar esa referencia a todo producto que no tuviera una condición ecológica», explicó el experto, que representa a organizaciones ecologistas que han demandado al Gobierno por inacción ante la crisis climática.
«Actualmente estamos trabajando en las enmiendas al proyecto de ley de residuos que se está tramitando. Y hemos añadido, entre otras cosas, la regulación de los etiquetados eco», adelantó el abogado, en referencia a la habitual categorización de envasados reciclables o de origen reciclado. Un término que está extendido en casi todas las marcas sin que las empresas puedan garantizar al cien por cien que se cumple.
A nivel global, Greenpeace denunció que la demanda internacional de soja, aceite de palma, cacao, café, carne, madera o papel siguen impulsando la destrucción de los bosques en todo el planeta. Tras tres décadas de implantación a lo largo de las cadenas de suministro, la certificación de productos está sirviendo como greenwashing empresarial. Es urgente desarrollar nuevos marcos regulatorios de obligado cumplimiento en materia de empresas, medioambiente y derechos humanos.
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