Un informe elaborado por Ecologistas en Acción revela el envolvente daño ambiental del monocultivo de soja. Asegura que su impacto “va más allá del cambio climático, la deforestación y la emisión de gases”. Esta actividad conlleva, además, la “alteración de los ecosistemas y aumenta enfermedades zoonóticas como la COVID-19”.
La soja es una oleaginosa de consumo ancestral en países como China. Pero hoy su producción se orienta hacia la provisión de insumos a diferentes industrias tanto para la fabricación de piensos para el ganado como de productos ultraprocesados, y también de biocombustibles.
Actualmente, “la soja es la materia prima que sirve de base para el 26% del biodiésel que se consume en el mundo. Esa cifra podría aumentar en detrimento de la palma aceitera”.
Esta oleaginosa cubre 124 millones de hectáreas en el globo, superficie que ha aumentado 70% en los últimos veinte años. La OCDE y la FAO prevén que la producción de soja siga aumentando pero a menor ritmo.
Esa confederación, de más de 300 grupos ecologistas, indica que el monocultivo sojero puede resultar “tan devastador como el de palma. El problema no es la planta, sino el funcionamiento estructural de un sistema agroalimentario”.
El informe Soja: ¿la nueva palma de los biocombustibles? refiere que “el biodiésel es una falsa solución si lo que pretendemos es disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el cambio climático”. De acuerdo con Globiom, encargado por la Comisión Europea, demostró que el biodiésel de palma supone tres veces más emisiones GEI que el diésel fósil, y el biodiésel de soja, dos veces más.
La Vía Campesina afirmó, asimismo, que entre 44% y 57% de todas las emisiones están vinculadas al sistema agroalimentario. La principal causa es la deforestación y la aniquilación de bosques nativos que requiere el crecimiento de la frontera agraria.
Ecologistas en Acción y el monocultivo de soja
El impacto del monocultivo de soja va mucho más allá del cambio climático, dice Ecologistas en Acción. De allí que el grupo tiene la campaña #Aparcalasoja, para concienciar sobre su proceso evolutivo.
Los ecologistas advierten que “la deforestación implica no solo emisiones GEI, sino pérdida de biodiversidad. Y una difícil e incuantificable alteración de los ecosistemas que está detrás, entre otras cosas, del aumento de la aparición y rápida expansión de enfermedades zoonóticas como la COVID-19”.
Otro impacto preocupante del monocultivo sojero, que comparte con otros monocultivos, es la degradación de los suelos, superior a la que se produce cuando hay rotación de cultivos. Se calcula que por cada hectárea de cultivo sojero se pierde entre 16 y 30 toneladas de suelo.
Tal vez el problema vinculado a la soja que es más conocido tiene que ver con los efectos del glifosato. El monocultivo sojero agroindustrial usa una semilla transgénica, patentada por la corporación estadounidense Monsanto, hoy perteneciente al Grupo Bayer. Ha sido modificada genéticamente para resistir al herbicida Roundup Ready, a base de glifosato, entre otras sustancias químicas potencialmente dañinas.
Existen numerosas pruebas científicas que muestran el vínculo entre el glifosato y las enfermedades respiratorias. También dermatológicas, aumento de cierto tipo de cáncer y malformaciones fetales. Patologías que ocurren en aquellas poblaciones expuestas a las fumigaciones con glifosato. Esta sustancia, obviamente, no solo daña la salud de las personas, sino de los ecosistemas: contamina el aire, el agua y la tierra.
Propuestas sostenibles
Ecologistas en Acción sugiere la búsqueda de soluciones para una transición energética realmente sustentable. Estas dependen de reformas estructurales que deben abordar todo el sistema energético y alimentario.
La Comisión Europea, en su revisión de 2021 del acto delegado sobre biocombustibles, debe actuar. Y disminuir el nivel a partir del cual se establece el umbral de “expansión significativa hacia tierras con reservas elevadas de carbono”. Existen suficientes pruebas de que el crecimiento de los cultivos como la soja conduce a la deforestación y produce altas emisiones de dióxido de carbono por la conversión de pastizales.
Asimismo, se necesitan “con urgencia políticas alternativas verdaderamente sostenibles. Cambios de paradigma en la forma en que manipulamos la naturaleza. Lo que es insostenible no es la palma aceitera ni la soja: es el sistema de monocultivos dentro de un modelo, el agronegocio, orientado únicamente a la obtención de ganancia concentrada en cada vez menos manos”.
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