Antes el gobierno chino tomaba severas medidas para controlar la natalidad. Llegó a permitir un solo hijo por familia cuando el crecimiento exponencial de la población se veía como un grave problema. Actualmente no necesitan controles. Los jóvenes no quieren tener hijos. A pesar de los incentivos gubernamentales, las mujeres retrasan la maternidad. Tener descendencia es costoso y trae muchas responsabilidades.
Ahora mismo, con la tasa de natalidad en números negativos, las jóvenes juegan a quedarse embarazadas en una aplicación: “e-pregnancy”. Una modalidad de «pasatiempo» que permite tener un embarazo virtual e ir ahorrando los gastos normales que se presentan durante el período de gestación.
E-pregnancy, experimentar un embarazo virtual
Las jóvenes con “e-pregnancy” hacen una relación de los gastos que tendrían durante un embarazo. Pruebas de laboratorio, suplementos vitamínicos, alimentos recomendados, revisiones médicas, un seguro hospitalario para el parto y otros gastos que incrementando los ahorros en sus cuentas bancarias.
El «juego» les ofrece la oportunidad de familiarizarse con la maternidad, lo que no queda claro es si desde lo emocional o desde la lista cuidados que deben llevar como embarazadas y los gastos derivados. Recuerda los juguetes de los años los noventa, los populares “Tamagotchi”. Una especie de mascotas que había que alimentar, asear, cuidar constantemente, porque se morían si su dueño las descuidaba.
En el XX Congreso del Partido Comunista Chino se reconoció la necesidad de un sistema que «aumente las tasas de natalidad y reduzca los costos del embarazo, el parto, la escolarización y la crianza. La intención es lograr una generación que se integre en el enorme modelo de producción chino. Pero los jóvenes chinos de ahora están mejor preparados que sus padres y abuelos y no se conforman con salarios mínimos y condiciones de trabajo con horarios extremos. Aspiran a tener una vida más cómoda, con mayor crecimiento personal, sin tener que ser un esclavo para alimentar una familia.
La población envejece y la pirámide poblacional se reciente al bajar el índice de nacimientos. Para evitarlo tratan de estimular a los jóvenes para que tengan hijos. Buscan la generación de relevo, pero tropiezan con la resistencia de la juventud de tener familia y responsabilidades.
También se puede abortar
Si las jugadoras de “e-pregnancy” se sienten superadas por las dificultades antes de llegar a término su embarazo y los desembolsos que implica la maternidad, pueden decidir interrumpir su “embarazo virtual”.
Miaomiao, una diseñadora gráfica de 23 años que vive en la central Chongqing, se sometió a un “aborto virtual” a los cuatro meses de gestación al no poder hacer frente a “gastos inesperados”. Un aspecto del juego que desanima a las “millennials” que se agobian ante lo intenso del proceso prenatal.
“Muchas mujeres tienen miedo y reservas sobre el parto”, afirmó una jugadora que también se realizó un aborto virtual. Miaomiao admitió que el embarazo llegó a incomodarla. “Es demasiado inmersivo”, dijo
Las mujeres chinas que juegan a la maternidad virtual, como una manera de evadir la realidad de tener hijos, que supone una importante carga económica, una gran responsabilidad. Muchas deben abandonar sus carreras profesionales y dedicarse exclusivamente a los hijos.
El debate en las redes es intenso. Algunos internautas dicen que las jóvenes que han experimentado embarazos virtuales están menos dispuestas a ser madres. «También hay que tener claro que la crianza real es mucho más compleja y costosa e involucra mucha responsabilidad sin tocar el tema de los sentimientos», como cita el diario South China Morning.
La política del hijo único
En 2016, se puso fin a la política del hijo único que se implantó desde los tiempos de Mao. Se permitió que las parejas tuvieran dos hijos. En 2021, autorizó el tercer hijo, pero la medida no fue recibida por la gran mayoría con demasiado entusiasmo. Tampoco lograron revertir la caída de la tasa de natalidad, a pesar de que, en los dos años posteriores a las medidas hubo más nacimientos.
Cuando el Partido Comunista China impuso la política de un solo hijo intentaba frenar el crecimiento de la población. Se acercaba a los 1.000 millones de habitantes. Calculan que se evitaron unos 400 millones de nacimientos con el acceso a los anticonceptivos, los incentivos financieros y el empleo seguro para quienes cumplieran con la política del hijo único. A quienes se saltaban la prohibición les imponían multas, pero también abortos forzados y esterilizaciones masivas.
Por razones culturales muy arraigadas, a los hijos varones les corresponde encargarse de cuidado de sus padres cuando envejecen. Así, interrumpir el embarazo cuando se descubría que el bebé era niña se hizo común. También se multiplicó el número de niñas que fueron abandonadas en orfanatos y de infanticidios.
Muchos niños, pocas niñas
La preferencia tradicional por los hijos varones y la política de un sólo hijo llevaron a China a un desequilibrio de género. Muchos niños, pocas niñas. Sin embargo, estudios posteriores descartaron que hubiese 60 millones de hombres por encima de la cantidad de mujeres. Hay una diferencia de población entre hombres y mujeres, pero no tan elevada. Según los expertos, millones de matrimonios chinos no registraron a sus hijas al nacer, por miedo a las sanciones lo que hace pensar que las estadísticas pueden estar lejos de la realidad.
En las zonas rurales, el número de niñas no registradas fue mayor y las autoridades miraron hacia otro lado, para mantener cierta calma social. También hay que precisar que en las zonas rurales a las parejas se les permitía tener un segundo hijo. En la década de los ochenta, si el primero era niña, podía tener un segundo hijo.
En 2022 China experimentó un descenso oficial de 850.000 habitantes y cerró el año con 1.411 millones, en comparación con los 1.412 millones registrados a finales de 2021. La tasa de natalidad cayó por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 en 1992 y hasta el 1,3 en 2020. China tiene muchísimos habitantes, pero el decrecimiento de la tasa de natalidad le preocupa al gobierno.