La crisis sanitaria pone a prueba las capacidades humanas para sobrevivir. A los temores propios de la enfermedad, el empleo y la economía, se unen otros externos que exacerban la calma y el orden. Son los grupos extremistas que aprovechan la pandemia para azuzar y actuar. Hacen de las suyas en momentos atípicos, equívocos y de alta vulnerabilidad social.
2020 pasó a la historia por la dolorosa vivencia, aun indetenible, de una emergencia de salud mundial ocasionada por un coronavirus. A la par se sucedieron acciones violentas y deliberadas. Dirigidas a crear miedo y caos. Orquestadas por grupos que se hicieron públicos y por anónimos escondidos tras las redes sociales que fomentaron incertidumbre con bulos.
Las pandemias, a través de la historia, han provocado pánico e inseguridad en las personas y ha habido Estados que casi colapsan por estos efectos. En breve vistazo, se recuerdan la viruela, la peste negra, la gripe española. Mas reciente la del VIH/sida y ahora la de la COVID-19.
Es así como los desastres en los mercados, la inseguridad de los gobiernos para atender la crisis, e elevado rango de desempleo, Internet y sus herramientas contribuyen a poner en jaque la gobernabilidad de los países. «No se debe permitir que los terroristas exploten esas fisuras y fragilidades», dijo el secretario general de la ONU.
Al igual que un atentado terrorista, la actual crisis representa un evento extraordinario e inesperado. Y por lo tanto, se atiende con medidas excepcionales, de inmovilidad y restricciones.
La pandemia activó el extremismo en EE UU
Los grupos extremistas se mostraron en 2020 con ímpetu. Antonio Guterres los reconoció públicamente: Daesh/ISIS, Al Qaeda y sus afiliados regionales, incluidos los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio. «Buscan explotar divisiones, conflictos locales para avanzar en sus objetivos. Lograr la polarización mundial y la desconfianza en los gobiernos, y así reclutar más adeptos», añadió.
Desde instancias históricas, las pandemias han provocado cambios bruscos en las opiniones políticas y activado el extremismo, junto con oleadas de desconfianza y rechazo a las autoridades. A casi un año de esta contingencia, los estadounidenses están siendo víctimas de ese fenómeno. Lo señalan historiadores, teólogos y diferentes especialistas, en una encuesta reciente de NPR-Ipsos.
En el sondeo se indica que uno de cada 5 declaró que considera que se adora a Satanás, se esclaviza a los niños y que las élites buscan regular el mundo.
A medida que los cierres paralizaron el sistema financiero durante los primeros meses de la pandemia, los estadounidenses aumentaron las búsquedas en línea de suministros extremistas. En sintonía con Moonshot, CVE, una agencia de análisis que investiga el extremismo, trabaja en una serie de actividades como teorías de conspiración.
Las nuevas inseguridades y temores desatados por la pandemia alimentaron una erosión de la fe en los líderes y el extremismo. Se produjo una «dislocación social y una pérdida de confianza en las instituciones», dijo Richard Land, presidente de Southern Evangelical Seminary.
El resultado, indicó, es una oleada de extremismo en la derecha y la izquierda, junto con una amplia aceptación de las variaciones contrafactuales de las ocasiones actuales.
Ocupar espacios de la desconfianza e incertidumbre
También en 2020, los estadounidenses salieron a las calles para protestar contra la injusticia racial y la brutalidad policial. Igualmente por la victoria del presidente Biden en las elecciones. En buena medida fueron motivados por esas causas, pero otros anticiparon el contacto humano.
Según algunos analistas, el asalto del 6 de enero al Capitolio fue un complot de rebelión y una reunión improvisada. Un asalto a la infraestructura de la democracia estadounidense y una reunión social para personas que creían que habían defendido su concepto de nación.
«A raíz de la COVID-19, parece que los extremistas de derecha han descubierto el alcance del miedo de la gente: el control social y la pérdida de libertad. Se han dado cuenta de la facilidad con la que pueden manipular a los ciudadanos que normalmente no se adhieren a la ideología extrema», dijo el psicólogo social Arie Kruglanski.
La pandemia socava la creencia en las autoridades y en la ciencia para frenar la enfermedad. La creencia en vecinos y extraños que pueden ser portadores de una infección, afirmó Kruglanski, de la Universidad de Maryland. Y «en ausencia de confianza, la gente necesita creer en algo».
Algunos descubrieron y adoptaron fantasías infundadas sobre conspiraciones en las autoridades y entre las élites de muchas naciones. Fraude electoral, las teorías de QAnon, falsas afirmaciones de culpa por los orígenes del coronavirus.
“Las pandemias crean inseguridad, mientras que el extremismo ofrece una especie de certeza. Especialmente ahora, cuando la confianza en el gobierno, el Congreso, la ciencia, la iglesia es baja, no hay nadie en quien confiar, así que confía en tus amigos, en tu tribu”, añadió Kruglanski.
Del extremismo al terrorismo en la pandemia
La Asociación de Patrimonio Europeo de Nueva Jersey (NJEHA) compartió una campaña de extremismo en medio de la pandemia. Reveló que colocaron pegatinas con consignas como «Alto al coronavirus, a deportar todos los extranjeros ilegales”. Otros grupos han adoptado narrativas similares y las han mezclado con mensajes antiislámicos y antisemitas.
Personas asociadas al ISIS y Al-Qaeda también han difundido teorías de conspiración que afirman que el virus es un “soldado de Alá”. Enmarcaron en un vídeo la pandemia como un castigo divino a China debido a la opresión que ejerce sobre los uigures, minoría china musulmana natural de la provincia de Xinjian.
También el grupo supremacista Blanche Europe ha dicho que la solución de la crisis de salud es exterminar a las poblaciones inmigrantes y evitar que las minorías étnicas reciban tratamiento médico. Este grupo culpa al Gobierno de Francia por no actuar rápidamente para prevenir la crisis y no priorizar a las “familias blancas”.
La ONU observa además del extremismo, un terrorismo en la pandemia. Incluso, el llamado “terrorismo inspirado” o la motivación de los terroristas autorradicalizados para perpetrar ataques reales. Hay casos en los que grupos de extrema derecha, como CoronaWaffen, piden explícitamente a sus seguidores que propagaran el virus tosiendo en su minoría local. O asistiendo a lugares donde se reúnen minorías religiosas o raciales.
Otros grupos, como Eco-Fascist Central, abogan por propagar la enfermedad del coronavirus en países con grandes poblaciones o altos niveles de contaminación. Sin dudas, la pandemia aún descorre secuelas incuantificables en el comportamiento humano, desde la bondad y solidaridad hasta los extremismos.
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