Un puñado de sistemas naturales, como la selva amazónica y las capas de hielo de la Antártida, han mantenido el clima de la Tierra relativamente estable durante los últimos 11.700 años. Ahora, a los científicos les preocupa que lo hayamos empujado hasta un cambio irreversible.
Hemos llegado a un punto del calentamiento global en que se han popularizado hablar de los “puntos de inflexión”. Y alarma. Cruzarlos perturbaría irreversiblemente los sistemas que han mantenido el clima de la Tierra relativamente estable durante miles de años. Podría cambiar las reglas de la existencia de la vida.
La comunidad científica no tiene ni tendrá todas las respuestas sobre los puntos de inflexión climáticos, pero son un riesgo que no podemos descartar.
Puntos de inflexión del cambio climático
Imagine que sube de puntillas a un balancín. Al principio, pisa con estabilidad. Pero al pasar unos milímetros más allá del punto medio, el balancín se vuelca en la otra dirección y lo derriba. No puede impedirlo ni frenar el descenso. Así son los puntos de inflexión del cambio climático. «Un umbral crítico más allá del cual un sistema se reorganiza, a menudo de manera irreversible», como explica el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Un ejemplo en el mundo real es el aumento de la temperatura que derrite cada vez más hielo marino en el Ártico. Son millones de millas cuadradas que se derriten y exponen las oscuras aguas del océano a la luz solar. El agua oscura absorbe más energía que el hielo y contribuye a un mayor calentamiento. Funciona como retroalimentador.
El derretimiento del hielo aumenta la temperatura y creado un circuito de retroalimentación que conduce a un calentamiento cada vez mayor que evita que se forme hielo y tape el agua oscura. Como otras capas de hielo en el planeta, otros sistemas de regulación del clima están llegando al límite. El cambio en cada uno de estos sistemas no solo perturba el planeta, sino que también crea un efecto en cadena que impulsa el cambio en otros sistemas. Por esa conexión los puntos de inflexión climáticos son tan peligrosos. Cuanto más se desequilibra un sistema individual, más calentamiento global y perturbación general ocurre.
No era como se había calculado, sino mucho peor
El IPCC abordó por primera vez la posibilidad de puntos de inflexión climáticos hace dos décadas en su tercer informe de evaluación, publicado en 2001. Entonces hubo expertos que alertaron que el cambio climático inducido por el hombre tiene el potencial de desencadenar cambios a gran escala en los sistemas terrestres con graves e irreversibles consecuencias regionales y mundiales. En ese momento erróneamente se consideraba probable los puntos de inflexión solo si el calentamiento global superaba los 5 °C los niveles preindustriales.
El susto se multiplicó porque el Quinto Informe de Evaluación (AR5) del IPCC encontró que 18 de 37 “cambios abruptos regionales en el océano, el hielo marino, la capa de nieve, el permafrost y la biosfera terrestre” en realidad ocurrieron por debajo de 2 °C en simulaciones de calentamiento global .
Igualmente, los informes especiales del IPCC publicados en 2018 y en 2019 sugirieron que se podrían pasar de ciertos puntos de inflexión con entre 1 y 2 °C de calentamiento. Algo crucial y demoledor de teorías. El planeta se ha calentado alrededor de 1,1-1,2 °C desde la era preindustrial.
En 2021, el Sexto Informe de Evaluación (AR6) del IPCC mencionó puntos de inflexión casi cien veces más dramáticos, con respuestas abruptas como un fuerte aumento del derretimiento de la capa de hielo de la Antártida y la muerte regresiva de los bosques. Además, el informe deja claro que algunos de los cambios climáticos podrían tener respuestas climáticas locales severas, como una temperatura extremas, sequías, incendios forestales y pérdida de la capa de hielo
Los puntos de inflexión reales que tenemos enfrente
Dos ejemplos de puntos de inflexión que los expertos consideran que estarían desarrollándose serían la degradación de la selva amazónica y el derretimiento del permafrost ártico. Con una superficie que duplica el tamaño de la India, la selva amazónica es la más grande del mundo y es el cuarto bosque tropical húmedo más antiguo. Existe desde hace 55 millones de años. Sin embargo, en menos de un siglo ha perdido alrededor del 20% de su área por la deforestación para criar ganado y cultivar la soja que alimentará ese ganado. Desde una perspectiva climática, esta deforestación es realmente una mala noticia. La capacidad de recuperación de la Amazonía depende de su tamaño y cada vez es más sabana y menos selva.
Con regularidad, Greenpeace Brasil sobrevuela el Amazonas para monitorear la deforestación y los incendios forestales sobre alertas del sistema Deter (Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real) y Prodes (Proyecto de Monitoreo Satelital de la Amazonia Brasileña), además de puntos de calor notificados por el INPE(Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), en los estados de Amazonas, Rondônia, Mato Grosso y Pará.