Dormir en pareja aumenta la fase del sueño REM, lo que a su vez beneficia la regulación de emociones, la interacción social y la creatividad. Pero eso se da en parejas estables, no en relaciones de una sola noche, indica una investigación publicada por la revista Frontiers in Psychiatry.
Desde hace años sabemos que durante el sueño REM (rapid eye movement), el cerebro y el organismo se energizan y es cuando soñamos. Esta fase también se relaciona con la regulación de emociones, la consolidación de la memoria, las interacciones sociales y la creatividad.
Ahora también se sabe que al dormir en pareja, las personas sincronizan su arquitectura del sueño y eso aumenta la fase REM en 10%. Por consiguiente, aumentan, asimismo, los beneficios que obtiene el organismo durante esta etapa del sueño.
“Cualquier cambio de ambiente o persona puede perjudicar esta sintonía”, advierte Hennings Drews, autor principal del nuevo estudio e investigador del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia en la Universidad Christian-Albrechts de Kiel (Alemania).
Por eso, explicó, estos datos no se pueden generalizar ni extrapolar a parejas que se conocen desde hace poco, que no duermen nunca juntas o a relaciones de una noche.
La investigación se hizo con 12 parejas jóvenes, sin trastornos de sueño, heterosexuales y que llevaban al menos 3 meses durmiendo juntas. En las 4 noches que pasaron en el laboratorio del sueño, los investigadores midieron los parámetros del sueño tanto cuando dormían juntos como cuando lo hacían separados.
Para ello usaron la polisomnografía dual simultánea. La tecnología proporciona un “método muy exacto, detallado y completo para capturar el sueño en muchos niveles. Desde las ondas cerebrales hasta los movimientos, la respiración, la tensión muscular y la actividad cardíaca”, dijo Drews.
Dormir en pareja o solos, ¿un dilema resuelto?
Además, los participantes respondieron cuestionarios que midieron las características de la relación (por ejemplo, duración, profundidad, grado de pasión, etc.).
Hasta ahora, para esas mediciones se empleaba, sobre todo, la actigrafía, que analiza la estructura del sueño a través de la actividad del cuerpo del paciente. En varios trabajos se vinculó la cantidad de movimientos con una alteración del sueño y se dedujo que era mejor dormir solo.
Los investigadores vieron, en efecto, que hay un mayor movimiento de las extremidades en parejas que comparten la cama. Sin embargo, estos movimientos no interrumpen la arquitectura del sueño, que permanece inalterada.
“Me sorprendió mucho ver que la presencia de movimientos y gestos durante el sueño no afectaba el cerebro”, señaló Drews.
Además, destacó la vinculación entre la calidad del sueño y la de la interacción social. “Es como estar en un círculo vicioso. Si duermes mal, tu relación con tu pareja es peor. Por lo tanto, la noche siguiente te cuesta conciliar el sueño y así una y otra vez”, comentó.
La próxima etapa es hacer el mismo experimento con personas mayores, parejas homosexuales o de diferentes culturas, para obtener más variedad de muestras. “Así tendremos una mejor visión del conjunto y un mayor conocimiento. No siempre es mejor dormir con alguien y depende mucho de la gente”, justificó Drews.
“Lo que han hecho y encontrado es muy interesante”, opina Wendy Troxel, investigadora sobre comportamiento y ciencias sociales en el laboratorio de ideas RAND (Research And Development).
“Ver que el cuerpo de la otra persona no es una carga adicional como se podía pensar, sino más bien un beneficio, es importante”, añadió la también profesora de Psiquiatría y Psicología en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos.
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