Donald Trump parece destinado a hacer historia, de una forma o de otra. Su carrera política está llena de hitos y de «primeras veces». Hechos inéditos que van desde la ruta que lo llevó a la nominación republicana y a la Casa Blanca. Y cumplido el mandato, a una campaña electoral signada por los efectos de una pandemia y unos comicios cuestionados por sospechas de fraude. Violencia en el Capitolio. Y ahora, Trump se convierte en el primer presidente que enfrenta dos intentos de impeachment durante su mandato.
Trump fue acusado por primera vez por la Cámara de Representantes en 2019, por sus tratos con Ucrania, pero el Senado votó en 2020 la absolución. En un segundo intento, la Cámara de Representantes acusó este miércoles a Trump de fomentar la violencia con sus «falsas acusaciones de fraude electoral». Ahora enfrenta un juicio en el Senado, pero no será antes de que deje el cargo. Los senadores tienen la potestad de votar para prohibirle que vuelva a ocupar un cargo público.
Hace un año, el Partido Republicano se opuso al impeachment de Trump. Pero esta vez, un puñado de conservadores respaldaron la medida. Un reflejo de la gravedad del momento. También de la pérdida de influencia del presidente en sus últimos días de gestión. Pero sobre todo, de que está cada vez más solo, cuando le queda menos de una semana para dejar la Oficina Oval.
La situación podría llegar a ser peor, a medida que los funcionarios, los donantes, las grandes empresas y otros se alejen del presidente, ahora que lo ven derrotado. Cosas de la política.
Muchas acciones y poco tiempo
Hay otro elemento distinto en este impeachment a Trump. La primera vez el juicio político respondía a una investigación que había iniciado en 2017, a principios de su mandato y podía llevar meses. Ahora no hay tiempo suficiente, le queda una semana en el cargo. El presidente está solo, pero además bajo ataque por todos los blancos.
El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, dijo que «simplemente no había ninguna posibilidad de que un juicio justo o serio» pudiera concluir, dadas las «reglas, procedimientos y precedentes del Senado» que norman los juicios que involucran a presidentes. Dijo que serviría mejor a los intereses de la nación si el Congreso se enfocaba en una transición de poder segura y ordenada para el gobierno entrante de Biden. No obstante, en una nota a sus colegas, admitió no había tomado una decisión final sobre cómo votaría.
Se necesitará una mayoría de dos tercios para condenar a Trump, lo que significa que al menos 17 republicanos tendrían que votar con los demócratas en la cámara de 100 escaños, dividida en partes iguales. Se ha rumorado que hasta 20 republicanos están abiertos a condenar al presidente.
Cargos políticos
En un impeachment, los cargos son políticos, no criminales. El presidente fue acusado por la Cámara de incitar la toma de la sede del Congreso de Estados Unidos con un discurso el 6 de enero ante simpatizantes frente a la Casa Blanca. Les instó a hacer oír su voz «de manera pacífica y patriótica», pero también a «luchar como en el infierno» contra una elección que les había sido robada.
Tras los comentarios de Trump, sus partidarios irrumpieron en el Capitolio y obligaron a los legisladores a suspender la certificación de los resultados electorales y refugiarse. El edificio fue cerrado y cinco personas murieron en el tumulto.
El texto de la solicitud de impeachment declara que Trump «emitió repetidamente declaraciones falsas afirmando que los resultados de las elecciones presidenciales eran fraudulentos y no deberían aceptarse».
Dice que luego repitió estas afirmaciones y «deliberadamente hizo declaraciones a la multitud que alentaron y, previsiblemente, resultaron en episodios violentos e ilegales en el Capitolio», con pérdida de vidas. «El presidente Trump puso en grave peligro la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones de Gobierno, amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió con la transición pacífica del poder y puso en peligro una rama del Gobierno», agrega.
La semana pasada, 139 republicanos votaron en contra de aceptar el resultado de las elecciones de 2020 y la derrota de Trump.
La encrucijada republicana
El proceso de impeachment establece un juicio en el Senado para Trump, que ahora parece destinado a extenderse hasta los primeros días de la presidencia de Joe Biden, otro desafío para el mandatario entrante. También avivará un debate en curso entre los republicanos, sobre la dirección que tomará su formación después de la derrota. Al partido del elefante el camino se le bifurca. Por un lado, está la lealtad a continuar el tipo de política de Trump. Después de todo, fue esa línea la que creó una nueva coalición de votantes que les abrió las puertas de la Casa Blanca y del Congreso en 2016.
Por el otro, hay un futuro incierto. Alejarse de la narrativa «trumpista» significaría un riesgo de perder esa base de votantes (casi 75 millones) que respaldaron al mandatario, pese a la crisis socio-económica derivada del coronavirus y de los hechos de violencia racial. No obstante, esto les permitiría distanciarse de la retórica del presidente, que algunos creen que contribuyó al motín del Capitolio.
La mayoría de los republicanos defendió la narrativa de Trump. Al contrario, argumentaron que el juicio político había pasado por alto las audiencias habituales. Por esta razón, pidieron a los demócratas que lo abandonen por el bien de la unidad nacional. Una manera elegante de estar «con Dios y con el diablo».
Bloquearle para 2024
Normalmente, la condena de un presidente en funciones en un juicio de este tipo resultaría en la destitución inmediata. Está claro que, con solo unos días para el final del período, el impeachment no se producirá durante la última semana de Trump en el cargo. Pero el Senado también puede votar para eliminar su derecho a postularse para un segundo mandato presidencial o para «cualquier oficina de honor, confianza o beneficio en Estados Unidos», de acuerdo con el Artículo 1, Sección 3, de la Constitución.
Un presidente acusado en el Senado también puede ser descalificado de los beneficios otorgados a los ex presidentes en la Ley de Post Presidentes, incluida una pensión y una asignación anual para viajes.
Dado que Trump anunció su intención de postularse nuevamente para 2024, una condena podría tener la intención de impedírselo. La necesidad de avanzar en el proceso parece indicar que sus rivales no solo creen que podría volver a postularse, sino que le reconocen alguna oportunidad de ganar. Y si es así, resulta evidente que el magnate conserva un importante capital político. El interés en defenestrarlo tendría, obvio, un trasfondo electoral.
Ningún presidente de Estados Unidos ha sido destituido de su cargo mediante un juicio político. Trump fue acusado por la Cámara en 2019, pero el Senado lo absolvió. También lo fue Bill Clinton en 1998 y Andrew Johnson en 1868.
La patata caliente para Biden
Consciente de que sus primeros días en el cargo podrían verse embarrados en el drama del impeachment a Trump, Joe Biden dijo que esperaba que los senadores no descuidaran «otros asuntos urgentes de esta nación», como aprobar a los nominados a su gabinete, el alivio del coronavirus y el programa de vacunación a nivel nacional.
Sin embargo, la congresista Marjorie Taylor Greene (republicana por Georgia) anunció que presentaría una propuesta de juicio contra Biden, acusándole de abuso de poder, el día después de su toma de posesión.
Un juicio más rápido
Si bien el proceso de impeachment a Trump implica cumplir una serie de pasos legales, las redes sociales y otras plataformas electrónicas no tienen problema alguno en dictar sentencia inmediata. Ya lo han hecho Facebook, Telegram o Twitter, que han bloqueado cuentas al presidente y sus seguidores, a quienes responsabilizan por los hechos de violencia recientes.
Ahora fue el turno de YouTube, de Alphabet Inc., que este martes suspendió el canal de Donald Trump porque «violó las políticas de la plataforma tecnológica por incitar a la violencia después del asalto de la semana pasada al Capitolio de Estados Unidos».
Youtube anunció en un comunicado que el canal de Trump, que tiene 2,76 millones de suscriptores, tiene prohibido subir nuevos vídeos o transmisiones en vivo por un mínimo de 7 días, que podrían ser más. La compañía también desactivó indefinidamente los comentarios en los vídeos del canal.
La decisión la tomó YouTube luego de que los organizadores de la campaña «Stop Hate for Profit» anunciaron un boicot publicitario contra YouTube si no eliminaba el canal del presidente Donald Trump.
Duro de matar y de derrotar
Lo de Donald Trump parece un remake de La jungla de cristal, la película en la que el policía John McClane sobrevive a los ataques de terroristas, asaltantes y mercenarios. Y además les derrota, pese a estar en desventaja numérica y logística.
De manera similar, el magnate se enfrentó a la dirigencia del Partido Republicano para obtener la nominación en las primarias. Venció las encuestas para llegar a la Presidencia. Salió airoso de un intento de juicio político. Siempre en situación de desventaja.
Ahora Trump perdió la reelección y enfrenta un segundo proceso de impeachment. Sin embargo, anuncia un posible regreso en 2024. El McClane de La jungla de cristal también estuvo muchas veces contra las cuerdas. Pero la cinta tuvo 4 secuelas (y recaudó muchos millones). ¿Podrá Trump decir Yippee Ki Yay?
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