La tecnología al servicio del bienestar social y del progreso puede prestar grandes servicios a la humanidad y contribuir a un desarrollo justo y solidario que no deje a nadie atrás. Lamentablemente, en manos de unos pocos que la controlan sin escrúpulos, avanza en el diseño de un mundo distópico y aterrador en el que los seres humanos no serán los dueños del planeta. Aún estamos a tiempo de evitarlo.
La pregunta es, ¿podría la humanidad ser dominada y esclavizada por la tecnología? Sí, absolutamente, si no somos capaces de desarrollar una conciencia clara y a tiempo de para qué sirve una específica tecnología y para qué no, y podemos regular su uso y aplicabilidad en favor de la humanidad. El mundo del desarrollo tecnológico no puede ser un espacio libre de supervisión y control posterior. El desarrollo humano siempre ha ido acompañado de la mano del progreso del sistema legislativo y judicial, que regula toda la actividad social.
La dominación, de hecho, ya empezó. Los números del informe del Estado Móvil 2022 son demoledores. Los usuarios de teléfonos móviles pasaron 4,8 horas al día usando sus móviles en 2021, el equivalente a un tercio del tiempo que estamos despiertos. Una realidad que muestra un preocupante rasgo de dominación y sumisión, más aún cuando alrededor de 3,8 billones de personas utilizan móviles inteligentes, según el proveedor de datos de mercado e información sobre los consumidores statista.com. Es decir, la población mundial se encamina a la sumisión tecnológica a través de su teléfono móvil.
Con una tecnología todavía en desarrollo, los “famosos algoritmos” pueden generar patrones de información que enganchan (dominan) al usuario dentro de su propia burbuja de intereses y creencias, que le generan una especie de ceguera informativa y adicción a la pequeña pantalla a través de plataformas y aplicaciones. Los algoritmos cada día inciden más en la fragilidad e indefensión de la mente humana, en su sometimiento.
Además, la mayoría de las personas, especialmente las generaciones más jóvenes, caen en la trampa de comunicarse, informarse, relacionarse y, en fin, vivir a través del móvil. Una deshumanización real en todos los ámbitos humanos. Sin darnos cuenta, hemos sustituido la forma natural de comunicarnos, informarnos y relacionarnos, el contacto personal (humano) por el digital. Y esto es solo el principio, con el desarrollo del denominado “metaverso”, que suena a película de terror, todos nos preguntamos qué es eso y cómo nos va a terminar de enajenar en un mundo paralelo virtual.
El primer paso para corregir un problema es dar con el diagnóstico correcto. Y es obvio que la tecnología ya controla la manera de pensar, de comunicarse, de relacionarse, de vivir, de gran parte de la humanidad. Es decir, nos arrebata nuestra libertad, lo más intrínseco de nuestra humanidad. Un problema contra natura, cuyas nefastas consecuencias no voy a analizar ahora, pero sí la necesidad de atenderlo cuanto antes.
“La tecnología aún no es autónoma. Todavía la controlan unas pocas personas de una codicia desmedida, sus creadores y dueños”
Lo primero es tener claro que la tecnología debe estar al servicio de la humanidad, no a la inversa. No toda la tecnología es buena. Menos todavía si en lugar de ayudar a resolver problemas los incrementa. La buena tecnología nos tiene que ayudar a ser más humanos, a tener más libertad, mejor salud, mejores sentimientos y relaciones, mejor conciencia, mejor economía, en definitiva, mayor felicidad. Una tecnología que nos deshumanice para controlar nuestra manera de pensar, de informarnos y de relacionarnos es mala. Como tal, tiene necesariamente que ser regulada y controlada.
La tecnología no es autónoma. No hemos llegado a la distopía. Todavía la controlan y operan unas pocas personas de una codicia desmedida, sus creadores y dueños. Pero a este paso, con el desarrollo de la inteligencia artificial, existe la posibilidad de que suceda el absurdo presente en películas como Terminator y Matrix, en las que la tecnología pretende someter y esclavizar a la humanidad.
No quiero ser alarmista, tampoco exagerar, solo pretendo alentar la reflexión y anticiparnos al problema. Poner límites que impidan utilizar la tecnología para la dominación y el sometimiento de la población, de cada persona. El momento es ahora.
Si permitimos que unas pocas personas, o un Estado, conviertan la tecnología en instrumento de dominación de masas, con el objetivo de su enriquecimiento desmedido, corremos el riesgo real de que la evolución tecnológica, incluida la Inteligencia Artificial, borre, delete, la esencia de la humanidad que es la libertad.
Siendo la tecnología una herramienta que presta grandes servicios y beneficios, fácilmente puede derivar en formas ocultas de dominación que son auténticas amenazas para el desarrollo humano. Una tecnología que nos deshumaniza. La pregunta no es si la tecnología puede someter a la humanidad, sino si podremos impedir que ocurra. Una respuesta que debe encontrar solución rápida en las leyes y en la justicia.