Los perros y los gatos son los animales más analizados para observar los cambios de comportamiento ante las órdenes de una persona. Abunda la literatura científica sobre su capacidad de respuesta conductual. Un estudio actualizado demuestra que la domesticación de zorros es posible y está asociada con el tamaño de su cerebro y de la materia gris.
Los hallazgos desafiaron las teorías establecidas sobre la domesticación de zorros. No solo lograron en algunos casos, que estos animales, pudiesen mover la cola y saludar con emoción a sus criadores, sino reportar otras alteraciones, como el tamaño del cerebro.
Una investigación iniciada hace sesenta años por el genetista ruso Dimitri K. Belyaev pretendía comprobar si era posible domesticar los zorros, como se hizo con los perros a lo largo de miles de años. Belyaev recorrió con Lyudmila Trut varias granjas de pieles en la entonces Unión Soviética y escogió ejemplares de la especie zorro plateado (Vulpes vulpes) para crear una nueva granja.
La prueba precisó que los científicos se valieran de la crianza selectiva de dos cepas de zorros plateados, para que cada una tuviera un tipo concreto de conducta.
Un linaje para que sus miembros resultaran mansos y mostraran comportamientos similares a los de los perros con las personas, como lamer y mover la cola. Otro linaje se crió para que reaccionara con agresividad ante el contacto humano. Un tercer linaje se desarrolló sin comportamiento específic y lo más parecido posible a una población salvaje. Este grupo sirvió como referencia para comparar los otros dos grupos.
Domesticación de zorros, resultados sorprendentes
Erin Hecht, que dirige el Laboratorio de Neurociencia Evolutiva, de la Universidad de Harvard, se interesó por la investigación. Su trabajo se centra en la evolución del comportamiento cerebral en perros y primates, incluidos los humanos. Indagar sobre los zorros la cautivó.
Hecht y sus colegas escanearon los cerebros de los zorros. Demostraron que tanto los zorros criados para ser mansos como para ser agresivos tienen cerebros más grandes y con más materia gris que el cerebro de aquellos criados bajo ningún comportamiento en particular.
Estos resultados difieren de investigaciones sobre pollos, ovejas, gatos, perros, caballos y otros animales. En tales estudios, se indicó contrariamente, que las especies domesticadas tienen cerebros más pequeños, con menos materia gris, que sus antepasados salvajes. Además, las regiones agrandadas mansas y agresivas se superponían sustancialmente. Incluidas partes de la corteza motora, somatosensorial y prefrontal, la amígdala, el hipocampo y el cerebelo.
Los científicos también observaron covariación morfológica diferencial a través de redes distribuidas de materia gris. En una red prefrontal-cerebelosa esta covariación diferenciaba las tres poblaciones a lo largo del eje conductual dócil-agresivo.
Sorprendentemente, una red prefrontal-hipotalámica diferenciaba a los zorros domesticados y agresivos de la cepa convencional. Estos hallazgos indican que la selección de comportamientos opuestos puede influir en la morfología del cerebro de manera similar.
El trabajo, publicado en Journal of Neuroscience advierte que los resultados “ofrecen una ventana sin precedentes a los mecanismos neuronales que gobiernan la evolución del comportamiento”.
¿Alguna relación con los cerebros humanos?
El proceso de domesticación de zorros toma mucho tiempo y, según indican, no se llega a ver sino después de varias generaciones.
El equipo aún no tiene claro por qué ocurrió el agrandamiento de los cerebros de unos y de otros no. Pero creen que se debe a la forma acelerada en que se criaron los zorros dóciles y los agresivos. Y en condiciones no controladas,
“Tanto las cepas mansas como las agresivas han estado sujetas a una selección intensa y sostenida en el comportamiento. Mientras que la cepa convencional no se somete a tal selección intencional”, escribieron los autores en la citada publicación. “Por lo tanto, es posible que la rápida evolución del comportamiento, al menos inicialmente, pueda proceder generalmente a través de aumentos en la materia gris”.
Los investigadores creen que los resultados del estudio sugieren que las ideas comúnmente aceptadas sobre los cambios cerebrales en la domesticación pueden necesitar una revisión. Y que los cerebros de otros animales, incluidos los humanos, pueden haber pasado por cambios morfológicos abruptos similares durante las épocas en que se produjo una selección repentina del comportamiento, promovida por ejemplo por cambios rápidos en el entorno o en el clima.
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