Por Iñigo Aduriz
04/03/2016
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El rostro de Pedro Sánchez este viernes, nada más llegar al Congreso de los Diputados, y el que ha mantenido a lo largo de la sesión del Pleno era de cansancio pero, sobre todo, de rabia. Ni ha conseguido ser presidente con mayoría simple y ni ha logrado, por segunda vez esta semana, que ningún otro partido se sume al acuerdo alcanzado con Ciudadanos. Ha logrado 131 votos a favor y 219 en contra.
Pero no tirará la toalla. Una vez acabada la votación y en los pasillos del Congreso, Sánchez ha insistido en que seguirá trabajando por el Gobierno del cambio desde «mañana mismo». También ha arremetido contra el líder de Podemos, Pablo Iglesias, a quien ha acusado de «traicionar» a «sus millones de votantes».
El Pleno ha sido breve pero intenso. Y ha sido Sánchez el que ha encajado, una vez más, los principales ataques de los distintos portavoces, pero especialmente de Mariano Rajoy y de Pablo Iglesias. El líder del PSOE no ha conseguido ningún avance en las negociaciones con Podemos, que ha vuelto a votar ‘no’ a su investidura y que le ha hecho fracasar, al menos de momento, a tenor de las declaraciones de Iglesias.
Las consecuencias
Pero el daño, el que se ha reflejado en la cara del socialista, ya está hecho, y puede que a Sánchez le pase factura en las próximas semanas tanto en las negociaciones con el resto de grupos políticos como a nivel interno. A pesar de ello, durante su intervención, de apenas diez minutos, el líder del PSOE suplicaba a los distintos grupos parlamentarios que votaran «sí al cambio». Pero no ha conseguido su objetivo
En contraposición al gesto tenso de Sánchez, ha sido a Rajoy y a Iglesias a quienes se les ha visto más cómodos durante la sesión de la tarde del viernes. El presidente en funciones ha vuelto a sacar la ironía de la chistera. Con sorna, le ha acusado a Sánchez de padecer «el síndrome de Adán, algo propio de mentalidades inmaduras que piensan que el mundo comienza cuando llegan ellos».
La corrupción, según Rajoy
Pero la tranquilidad del también líder del PP ha quedado patente especialmente cuando se ha atrevido a mencionar en el debate la corrupción, esa que desde hace años ha llevado el nombre de muchos de miembros y exmiembros de su partido.
Se refería a las intenciones de Sánchez para mentarla, y lo ha hecho así: «Señor candidato, su fiesta ha llegado al final: usted ha perdido las elecciones, ha perdido esta investidura, nos ha hecho perder a todos el tiempo, ha generado falsas expectativas y las ha defraudado. Ha puesto las instituciones al servicio de su superviviencia y eso también es corrupción».
El beso de Iglesias
También con guasa, Pablo Iglesias ha querido utilizar sus primeros minutos para recordar uno de los momentos más mediáticos del pleno del miércoles, cuando él y el portavoz de En Comú Podem, Xavier Domenech, se dieron un beso en la boca. «A partir de ese beso la política se está calentando», ha dicho.
Ya más en serio, ha reiterado su ‘no’ en la votación pero ha vuelto a pedir un frente de izquierdas. A Sánchez le ha pedido un «gobierno a la valenciana» y le ha sugerido que las fuerzas nacionalistas e independentistas catalanas o vascas «no son monstruos» a los que ignorar, por lo que le ha requerido que también negocie con ellas.
Por eso ha considerado que a pesar del agrio debate que mantuvo con el líder del PSOE el miércoles, cuando llegó a acusar a los socialistas de estar «manchados de cal viva», es posible lograr un acuerdo. «A veces las discusiones más agrias preceden a los momentos más dulces», ha dicho, antes de desear que «a partir de esta noche» se pueda trabajar en ese pacto al que ha llamado «acuerdo del beso».
Las polémicas de López
El papel de Patxi López ha vuelto ha ser polémico este viernes, y otra vez por las continuas peticiones por alusiones realizadas por los distintos diputados. El primero ha sido el número dos de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, que ha querido argumentar que su partido sí ha condenado el franquismo, a pesar de que el representante de ERC Gabriel Rufián, ha sostenido lo contrario en su intervención.
Ha sido entonces cuando no han dejado sucederse las peticiones de palabra. El más vehemente ha sido el portavoz del PP, Rafael Hernando, que tras serle negada la palabra por el presidente del Congreso ha acusado al exlehendakari de haber actuado como «un verdadero arbitrario» desde su llegada al máximo puesto de gobierno de la Cámara Baja.