Para un botánico los árboles son seres vivos. Pero para Diana Beresford-Kroeger, además tienen alma. Una formación científica de altísimo nivel y una filosofía celta propia de sus raíces irlandesas, confluyen en sus convicciones. Son los bosques los que pueden salvarnos del cambio climático.
Es bioqúimico médico, botánico y químico orgánico. Como tal desarrolla una sangre artificial. Además, es poeta y escritora exitosa. Un moderno ejemplo del espíritu renancentista. Ama la investigación, pero en libertad. Por lo que se autofinancia con sus ingresos como escritora, conferencista y venta de plantas raras. Su compromiso con el ambiente la ha llevado a crear un bosque boreal en tierras de su propiedad en Canadá.
Tiene 77 años. Nació en Inglaterra y se crió en Irlanda. Estudió botánica y bioquímica en la University College Cork. Luego viajó a Estados Unidos en 1966 para investigar química orgánica y radionuclear en la Universidad de Connecticut. Tres años más tarde, se mudó a Canadá para estudiar el metabolismo de las plantas en la Universidad de Carleton. Posteriormente, realizó investigaciones cardiovasculares en la Universidad de Ottawa, donde comenzó a trabajar como científica investigadora en 1972.
Pero el sexismo, el acoso y la discriminación hacia los irlandeses, la forzaron a abandonar la academia en 1982. Tanto por su rechazo hacia ese tóxico ambiente como por el llamado de una vocación más arraigada, que se originó en una infancia en la que se combinaron elementos de Charles Dickens y con los de la tradición popular.
Diana, como la diosa
Diana Beresford-Kroeger hace honor al nombre de diosa romana que lleva. Cree en la interrelación cósmica entre la naturaleza y los seres humanos producto de la cultura druida que recibió de su tía abuela en la infancia. Por décadas, su principal misión ha sido transmitir al mundo las asombrosas habilidades de los árboles. A través de una prosa rigurosa desde el punto de vista científico, pero sorprendentemente emotiva y poética.
“Cada conexión invisible o improbable entre el mundo natural y la supervivencia humana me ha asegurado que tenemos muy poca comprensión de todo aquello de lo que dependemos para nuestras vidas. Cuando talamos un bosque, sólo entendemos una pequeña parte de lo que elegimos destruir”.
Diana Beresford-Kroeger en “To Speak for the Trees”
La Dra. Beresford-Kroeger se propone enfrentar la crisis climática defendiendo lo que queda de los grandes bosques y restaurando lo que ya se ha perdido. La extensa naturaleza boreal que se extiende por el hemisferio norte es tan crucial como el Amazonas. Los árboles, que almacenan dióxido de carbono y oxigenan el aire, son “lo mejor y lo único que tenemos ahora para luchar contra el cambio climático y hacerlo rápido”, declara.
Ciencia confirma creencias ancestrales
Noble de alma y de linaje, Diana Beresford-Kroeger perdió a sus progenitores a los 12 años. Su padre, un noble inglés, falleció en extrañas circunstancias. Mientras que su madre, descendiente de los antiguos monarcas irlandeses, murió en un accidente automovilístico. Fue adoptada por un tío bondadoso y pasó sus veranos con familiares que hablaban gaélico en Cork.
Bajo la guía de una tía abuela por parte de madre, se familiarizó con las antiguas costumbres irlandesas conocidas como las leyes Brehon. Aprendió que, según la filosofía druídica, los árboles eran considerados seres conscientes que unían la Tierra con los cielos. También se instruyó en las propiedades curativas de la flora local: flores silvestres que aliviaban el nerviosismo y los trastornos mentales, gelatina de algas hervidas que podía curar la tuberculosis, y rocío de tréboles que las mujeres celtas utilizaban para combatir el envejecimiento.
Años después, durante su etapa universitaria, la Dra. Beresford-Kroeger decidió someter estas enseñanzas a prueba científica. Para su sorpresa, descubrió que eran verdaderas. Las flores silvestres resultaron ser la hierba de San Juan, que efectivamente tenía propiedades antidepresivas. La gelatina de algas demostró tener potentes propiedades antibióticas. Los tréboles contenían flavonoides que mejoraban la circulación sanguínea. La combinación de antiguos conocimientos celtas, botánica clásica y bioquímica médica definió el camino de Diana Beresford-Kroeger. Cuanto más estudiaba, más se daba cuenta de que la simbiosis entre las plantas y los humanos iba mucho más allá de la producción de oxígeno esencial.
Deforestación es un suicidio
Diana, su esposo Christian Kroeger y su gato, residen en una casa construida por ella misma al sur de Ottawa. En una extensa parcela ubicada en un camino rural de 160 acres que adquirieron hace años. Su hogar está repleto de libros, luz solar y plantas florecientes. Una casa en la no hay ni teléfonos inteligentes, ni una computadora. La Dra. Beresford-Kroeger redacta todos sus artículos y libros a mano. Cuando necesita realizar una videoconferencia, acude a la biblioteca local y usa un escritorio público.
Como la diosa romana, se ha dedicado a proteger, si no toda la naturaleza en su conjunto, por lo menos la de los bosques boreales de la zona donde habita. Recuperando especies que estaban casi desaparecidas y que son más resistentes al cambio climático. Considera que la deforestación es un suicidio, e “incluso de homicidio”.
“Hemos talado demasiado bosque, ese es nuestro gran error. Pero si se reconstruyen los bosques, se oxigena más la atmósfera y eso nos da tiempo”.
En el exterior de su casa crecen sus preciados árboles. Todos ellos resistentes al cambio climático en distintos grados: el nogal real, un abeto de agujas azules y una rara variante del roble común. Comenzó a crear su arboreto después de descubrir que los colonizadores habían exterminado muchas especies de árboles clave que los pueblos de las Primeras Naciones valoraban como medicinas, ungüentos, aceites y alimentos hace siglos. “Estos árboles han alimentado al continente en el pasado. Quiero que estén disponibles allí para la gente en el futuro”.
Hasta los Ángeles del infierno
Con el paso de los años, rastreó meticulosamente, en todo el continente y más allá, semillas y árboles raros jóvenes nativos de Canadá. “Pensé: ‘Bueno, voy a repatriar estos árboles. Voy a traerlos de regreso aquí, donde sé que están a salvo”. También sabía que, si las plantas y árboles “repatriados” se compartieran ampliamente, ya no se perderían.
Ella y Christian comenzaron a regalar semillas y árboles jóvenes nativos a prácticamente cualquiera que los pidiera. Lo que le llevó a vivir una experiencia surrealista. Entre las decenas de miles de beneficiarios se encontraban los Ángeles del Infierno locales. Quienes en sus rugientes motos se apersonaron hasta la puerta de su casa para recoger plántulas de nogal negro. Los famosos motorizados querían cultivar los valiosos árboles en su propiedad cercana. “Los puse en la parte trasera de sus motos, sus Harley-Davidson. Pensé que iba a morir de un ataque al corazón. Pero fueron muy amables conmigo”, relata.
Inspiradora
Que hasta los Ángeles del Infierno la traten con amabilidad y respeto no extraña a quienes conocen a Diana Beresford-Kroeger. Sus ideas resultan inspiradoras para muchos. Incluído el fallecido pionero de la biodiversidad EO Wilson. También conmovíó a Jane Fonda hasta las lágrimas cuando le habló tanto del valor medicinal de los árboles, como de su conexión con las almas humanas.
Richard Powers se basó en ella para crear un personaje central en su novela ganadora del premio Pulitzer, “The Overstory”. La describió como “inconformista” y su trabajo como “el mejor tipo de animismo”. “A menudo, este tipo de pioneros brillantes son casos atípicos que no siguen las reglas”, comentó sobre ella el escritor inglés Ben Rawlence, después de pasar tres días “sentado a sus pies haciendo una maestría en el bosque boreal”. Experiencia que vivió mientras investigaba para su libro “The Treeline: El último bosque y el futuro de la vida en la Tierra”. “La gente como ella es muy importante. Pueden integrar la profundidad de diferentes disciplinas en una imagen total”, comentó Rawlence.
En 2019, la Universidad de Carleton le otorgó un doctorado en biología y un doctorado honoris causa en derecho por su trabajo en el cambio climático. Al año siguiente, fue invitada a uno de los seminarios televisados sobre acción climática de Jane Fonda. Regularmente ofrece charlas virtuales en universidades y discursos de apertura para organizaciones. “Se me puso la piel de gallina al hablar con ella”, dijo Susan Leopold, moderadora de su charla en el Simposio Internacional sobre Hierbas de 2021.
Camino del alma humana
Actualmente, está ayudando a planificar jardines medicinales curativos en Toronto y fuera de Ottawa. Para la Dra. Beresford-Kroeger resulta asombroso cómo las antiguas curas celtas eran casi idénticas a las de los pueblos indígenas. Su alma de poeta surge cuando describe la transferencia de energía de los fotones de la luz solar a los electrones de las plantas durante la fotosíntesis, con la rigurosidad científica del caso, pero en un lenguaje cargado de metáforas y tropos. La gente, dice, debería considerar los bosques como “el centro sagrado del ser”. «Sin árboles, no podríamos sobrevivir. Los árboles abrieron el camino para el alma humana «.
Cuando tenía cuarenta años decidió dedicarse a la escritura. Pero hasta una década más tarde fue que encontro un editor para su primer manuscrito. Desde entonces, ha publicado ocho libros. Algunos de los cuales se han convertido en best sellers en Canadá. Uno de ellos trataba sobre jardinería holística, otro sobre vivir una vida minimalista. Pero su principal enfoque es la importancia de los árboles.
Escribió sobre cómo un viaje al bosque puede reforzar el sistema inmunológico, proteger de infecciones y enfermedades virales, incluso el cáncer, y reducir la presión arterial. También sobre la irreemplazabilidad del bosque boreal, que se extiende principalmente por ocho países y “oxigena la atmósfera en las condiciones más duras imaginables para cualquier planta”. Con base en sus conocimientos propuso su “bioplan”: si todas las personas en la Tierra plantan seis árboles nativos en seis años, se podría ayudar a mitigar el cambio climático.
Entre incredulidad y respaldos
Ha habido escépticos. Un editor la criticó por ser una científica que describía los paisajes como sagrados. El director de una fundación, mientras la presentaba, tras la proyección del documental sobre su vida “La llamada del bosque”, dejó escapar que no creía ni una palabra de lo que ella decía.
Bill Libby, profesor emérito de genética forestal en la Universidad de California, Berkeley, dijo que inicialmente tuvo reservas cuando la Dra. Beresford-Kroeger ofreció una explicación biológica de por qué se sentía tan bien después de caminar entre bosques de secuoyas. Atribuyó esa sensación de bienestar a las finas partículas o aerosoles que desprenden los árboles. “Dijo que los aerosoles suben por mi nariz y eso es lo que me hace sentir bien”.
Investigaciones externas han respaldado algunas de esas afirmaciones. Los estudios dirigidos por el Dr. Qi Ling, un médico que coeditó un libro en el que colaboró el Dr. Beresford-Kroeger, encontraron que las visitas a los bosques, o los baños de bosque, reducían el estrés y activaban las células que combaten el cáncer. Un estudio de 2021 realizado en Italia sugirió que las tasas más bajas de muertes por Covid-19 en las zonas boscosas del país estaban relacionadas en parte con los aerosoles de los árboles y plantas de la región que estimulan la inmunidad.
El despertar
La naturaleza es un elemento central de las creencias celtas. El árbol se sitúa como un símbolo de la unión entre el mundo de los dioses y el espacio terrenal de los mortales. Los celtas dependían completamente de lo que la naturaleza les proporcionaba. Por lo que les daban una gran importancia a los espacios naturales. Se les preservaba y cuidaba como si se tratara de su bien más preciado. Reverenciaban como sagrados sitios naturales como ríos y manantiales.
Ideas que Diana Beresford-Kroeger impulsa, sobre la base que le da su formación científica. Hoy en día, la Dra. Beresford-Kroeger tiene una gran demanda. Un cambio que ella atribuye a los crecientes temores sobre el medio ambiente y al hambre de soluciones ante los problemas generados por el cambio climático. Mientras, termina un nuevo libro sobre cómo las personas están conectadas espiritualmente con la naturaleza, y con las plantas. “Hasta hace poco se reían de mí. La gente, de repente, parece estar despertando”, dice con su fuerte acento irlandés.