Este 17 de junio se celebra el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía. Este año las Naciones Unidas pone de relieve los progresos globales alcanzados en materia de gestión sostenible del suelo, en torno a la consigna «Construyamos el futuro juntos».
En la ocasión se subraya el propósito de concienciar acerca de las iniciativas internacionales para combatir los factores que ocasionan las sequías. Y la fecha brinda una nueva oportunidad para recordar que es posible neutralizar la degradación de las tierras mediante la búsqueda de soluciones, con la necesaria participación de la comunidad y la cooperación en todos los niveles.
La #deforestación y la #desertificación, provocadas por las actividades humanas y la #crisisclimática, suponen grandes retos para el desarrollo sostenible y han afectado la vida de millones de personas en la lucha contra la #pobreza
Atentas mañana a nuestro timeline… #2019WDCD pic.twitter.com/MAtV691FxV
— Coordinadora Estatal de Comercio Justo (@CEComercioJusto) June 12, 2019
Desertificación y sobrevivencia
Según la ONU, la desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Su causa fundamental proviene de la actividad humana y sus consecuencias en las variaciones climáticas.
La organización multilateral no hace referencia al avance de los desiertos existentes. Y señala que la desertificación ocurre principalmente en los vulnerables ecosistemas de zonas secas, que abarcan un tercio de la superficie del planeta. Se origina principalmente por la sobre explotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan negativamente la productividad del suelo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.
Hoy es el Día Mundial de la Lucha contra la #Desertificación y la #Sequía.
¿Quedan #bosques vírgenes en Europa? Mira: https://t.co/IW52f73KgV pic.twitter.com/ZW0dntFylB
— MUY Interesante (@muyinteresante) June 17, 2018
Según la ONU, durante la próxima década 50 millones de personas podrían ser desplazadas por la desertificación. De hecho, 66% de la población mundial vive en zonas con escasez de agua durante al menos un mes al año. Y ya son muchas las poblaciones de muchos países impactados severamente por la escasez de agua y la consecuente degradación del suelo.
Se trata, pues, de una realidad muy próxima que podría ser inevitable si no se potencia la gestión de las tierras y los recursos hídricos.
En 2015, Etiopía, por ejemplo, sufrió una de sus peores sequías meteorológicas tras dos años de escasas lluvias en un país donde 80% de la producción agrícola y 85% de empleos dependen de las precipitaciones. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el fenómeno de la desertificación contribuyó con el desplazamiento interno de más de 280 mil personas entre agosto de 2015 y febrero de 2016.
A pesar de que #Israel es 60% desierto, Israel es el único país del mundo en el que el desierto está retrocediendo.
En Israel se está haciendo realidad el sueño de David Ben Gurion de "hacer florecer el desierto".Día Mundial de la Lucha contra la #Desertificación pic.twitter.com/iaf4DbGuZX
— Israel en Español (@IsraelinSpanish) June 17, 2018
Gran reto: el desarrollo sostenible
La desertificación es uno de los grandes retos para el desarrollo sostenible, porque impacta en la vida y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la pobreza. Tanto, que se enmarca dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 15, cuyos propósitos para el año 2030 consisten en luchar contra la desertificación y rehabilitar las tierras y los suelos degradados. El Objetivo incluye las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones. Y al final se propone igualmente procurar un mundo con una degradación neutra del suelo.
En #l6cDramaClimático han terminado con Mad Max!
#2050 #Desertificación #CrisisClimática pic.twitter.com/yHZPYrmMp7
— Cambio Climático – Canvi Climàtic – Climate Change (@eco_climatico) May 10, 2019
Se trata también de fortalecer la resiliencia de las comunidades frente a las múltiples dificultades del desarrollo mediante la gestión sostenible de la tierra. Esto implica recordar sobre la importancia del suelo en la producción de alimentos y la generación de empleo. Y aún más: la sostenibilidad, la estabilidad y la seguridad de las zonas afectadas por la desertificación.
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