El mundo, la comunidad mundial, lleva 54 años celebrando cada 22 de abril el Día de la Tierra. Esta vez la ONG earthday.org –que dirigió las protestas en 1970 para que tomáramos conciencia de cómo estábamos destruyendo el planeta– plantea que se reduzca la producción de plástico en 60% para 2040. Son apenas 16 años y pareciera una lucha de David contra Goliath, pero sin honda y sin piedra.
En marzo de 2022, la ONU anunció el primer tratado mundial para frenar la contaminación por plásticos. Millones de toneladas de desechos destruyen ecosistemas y reducen la biodiversidad. En Kenia, más de 450 expertos y científicos, el apoyo de más de 1.000 grupos de la sociedad civil con lograron ponerse de acuerdo para redactar un tratado dirigido a mitigar la contaminación la contaminación por plástico hasta su total eliminación.
Pese a su gravedad y a todos los debates que lo señalan, la contaminación por plástico aumenta a pasos agigantados. Constituye, sin dudas, una de las mayores amenazas medioambientales. La producción de plástico no ha disminuido, pero sí el reciclaje. Greenpeace ha denunciado que solo dos tipos de plástico son ampliamente aceptados en las 375 plantas de reciclaje de Estados Unidos.
Uno es el tereftalato de polietileno (PET), que se usa en botellas de agua y refrescos. El otro, el polietileno de alta densidad (HDPE), visto en jarras de leche, botellas de champú y envases de productos de limpieza. Lo grave es que hay siete tipos de plástico cinco van a los vertederos o se incineran, dos opciones muy poco amigas del medioambiente.
Más emisiones que las plantas eléctricas de carbón
El Centro para el Derecho Ambiental Internacional sostuvo que las emisiones de la producción, fabricación, incineración y degradación del plástico son equivalentes a unas 200 centrales eléctricas de carbón en un año. En 2050 llegarían a unas 600 de esas centrales.
En Nairobi, Kenia, hubo tres rondas de conversaciones para perfilar los términos de un primer tratado dirigido a contener la contaminación por plásticos. Llegó noviembre de 2023 todavía no se había por definido la meta última: si limitar la producción de plástico o simplemente centrarse en la gestión de residuos. En la discusiones participaron gobiernos, compañías petroquímicas, ambientalistas y otros afectados por la contaminación.
La producción mundial de plástico se ha multiplicado por 200 desde 1950: de 2 millones de toneladas/año a más de 400 millones de toneladas/año en la actualidad. Esta tasa de producción se dirige a duplicarse nuevamente para 2040 y triplicarse para 2060.
Un esquema de producción infinita no es compatible ni con los límites del planeta ni con los objetivos de sustentabilidad que todos los países adscriben. Además, de esta producción, el plástico de un solo uso (se usa una vez y se descarta) representa entre el 35% y el 40% de la producción actual y año tras año esta fracción aumenta”
Las cifras del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente indican que se recicla menos del 10% de los 400 millones de toneladas métricas de desechos plásticos. La consecuencia es alarmante. Los vertederos se desbordan y el plástico termina en los océanos y se infiltran en la cadena alimentaria.
Los pronósticos: vienen millones de toneladas de plástico
Los cálculos son que la producción –pese a las promesas, los compromisos firmados y los acuerdos internacionales– aumentará en las próxima décadas. La industria petrolera, que también produce plásticos, intentará compensar con plástico los ingresos que perderá con la reducción de los combustibles fósiles. El 98% del plástico de un solo uso, de usar y tirar, proviene de los hidrocarburos.
La Unión Europea y decenas de países, incluidos Japón, Canadá y Kenia, apoyaron un tratado fuerte y con «disposiciones vinculantes» para reducir la producción y el uso de polímeros plásticos vírgenes petroquímicos y eliminar o restringir los plásticos problemáticos, como el PVC, que contienen ingredientes tóxicos.
Pero el Consejo Internacional de Asociaciones Químicas no ha sido partidario de esa opción, siempre ha preferido medidas que aceleren una economía circular para los plásticos. «El acuerdo sobre plásticos debería centrarse en poner fin a la contaminación plástica, no a la producción de plástico», afirmó su vocero Matthew Kastner.
El negocio y la ideología se mezclan y combinan en función de las ganancias. Gobiernos tan distinto como los de Arabia Saudí, Rusia, Irán, Cuba, China y Bahréin intentaron crear la Coalición Global para la Sostenibilidad de los Plásticos para que el tratado se centrara en los residuos en lugar de los controles de producción. Su sostenibilidad era por los plásticos, no por el planeta ni el medioambiente.
El impacto en la salud y el medioambiente
Noruega y Ruanda lideraron una coalición que quieren poner fin a la contaminación plástica para 2040 mediante la reducción de la producción y la limitación químicos tóxicos en la fabricación de plásticos.
Los dos países emitieron una declaración pidiendo un tratado ambicioso y eficaz para proteger la salud humana y el medio ambiente. Expresaron profunda preocupación por los aumentos significativos en la producción de plástico, de la basura plástica y de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El Fondo Mundial para la Naturaleza señala que los costos del plástico a lo largo de su ciclo de vida son al menos ocho veces superiores en los países de renta baja y media que en los de renta alta.
Sustancias químicas en los plásticos
Hay más de 16.000 sustancias químicas asociadas a los plásticos, muchas de elevada toxicidad que pueden repercutir en la salud humana y en la naturaleza. Algunas se pueden lixiviar a lo largo del ciclo de vida completo del plástico y aparecer en el aire, el agua y el suelo. Las mujeres y los niños son especialmente vulnerables a la exposición y pueden sufrir efectos de larga duración en la salud.
La Responsabilidad Ampliada del Productor es un enfoque de política medioambiental para aplicar el principio de «quien contamina, paga». Así, la responsabilidad del fabricante de un producto se extiende a la fase de residuos del ciclo de vida de ese producto. Si las industrias colocan plásticos en el mercado deben pagar una tasa que luego se utiliza para recoger, clasificar, reciclar o, finalmente, desechar el material. Pero está demostrado que es poco eficaz y que ese costo adicional se le carga al consumidor final. Como la bolsa plástica que se cobra en el supermercado para llevar a casa los productos envasados en plástico.
No basta recoger el plástico, es fundamental dejar de producirlo. Con el existente, aunque solo se recicle menos del 10% es suficiente para lo que necesita la humanidad en los próximos 1.000 años.
Del 23 al 29 de abril de 2024, gobiernos y ONG de todo el mundo se reunirán en Ottawa para seguir negociando los términos del Tratado Mundial de las Naciones Unidas sobre el Plástico. Será la cuarta sesión y la y la quinta sesión del 25 de noviembre al 1 de diciembre de 2024 en Busan (República de Corea).