El último informe difundido por Crédito y Caución prevé que el crecimiento de Hungría se desacelere en 2019; en línea con la ralentización del consumo de los hogares y la inversión. La evolución del PIB se situará por debajo del 3%; en un contexto de crecimiento de la inflación por encima del 3% en 2018 y 2019.
Contener el déficit presupuestario al 3% del PIB es una prioridad para la Administración húngara para evitar las sanciones comunitarias. Sin embargo, el informe prevé que el déficit presupuestario crezca debido a la caída del impuesto de sociedades, las contribuciones a la seguridad social y el IVA.
La deuda pública húngara, por encima del 70% del PIB, es una de las más altas de los mercados de Europa Central y del Este; cuyo nivel medio está en el 52%.
Riesgo de devaluación del florín húngaro
Según la aseguradora de crédito líder en España, la principal debilidad de Hungría reside en su elevado nivel de deuda externa, cercana al 85% del PIB al cierre de 2017. Una fuerte devaluación del florín o forinto (moneda nacional) perjudicaría la capacidad de pago de muchos hogares y empresas húngaros cuyos préstamos están denominados en moneda extranjera.
Los superávits por cuenta corriente refuerzan el tipo de cambio, pero el forint sigue siendo altamente vulnerable al sentimiento de los inversores internacionales, influidos por los elevados niveles de deuda externa, deuda pública y el deterioro del marco institucional.
Otros riesgos para la economía húngara provienen de la caída de la demanda de la zona euro o el enfriamiento del comercio mundial, que perjudicaría el crecimiento de sus exportaciones.
«El descontento está creciendo»
Miles de húngaros se manifestaron en diciembre en Budapest contra una nueva legislación laboral y la en su opinión autoritaria deriva del primer ministro nacionalista de derechas, Viktor Orban.
Los manifestantes agitaron banderas húngaras y de la Unión Europea mientras caminaban desde la histórica plaza de los Héroes hacia el Parlamento bajo un gélido frío invernal, con pancartas que rezaban lemas como «¡No robéis!» y «¡Tribunales independientes!».
«El descontento está creciendo» en Hungría, dijo Andi, de 26 años, estudiante de sociología que no quiso dar su apellido. «Han aprobado dos leyes… que no contribuirán a los intereses del pueblo húngaro».
«Ley de esclavos»
La nueva legislación laboral permite que los empresarios soliciten hasta 400 horas de trabajo extra por año, por lo que los detractores la han tachado de «ley de esclavos».
El Gobierno también aprobó una ley para establecer nuevos tribunales administrativos en Hungría que dependerán del Gobierno y supervisarán temas delicados como la ley electoral, las protestas y los problemas de corrupción.
Orban se ha enfrentado a menudo con Bruselas, ya que ha creado un sistema que sus críticos consideran autocrático, reforzando su control sobre los tribunales y los medios de comunicación.
«Una erosión más» de las instituciones
Organismos de supervisión de los derechos civiles dijeron que la nueva ley de los tribunales era «una erosión más» de las instituciones democráticas bajo Orban, que llegó al poder en 2010.
Desde entonces ha modificado el sistema electoral de Hungría para favorecer a su gobernante partido Fidesz y ha puesto a sus partidarios al frente de las instituciones públicas, mientras sus aliados se han enriquecido.
Orban fue reelegido en abril gracias a una feroz campaña contra la inmigración, frente a una oposición débil y fragmentada.
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