Por Cambio16
06/04/2017
La Policía Nacional anunció este miércoles haber confiscado media tonelada de cocaína escondida en ladrillos refractarios para chimeneas, en una operación que culminó con 25 detenidos, entre ellos el cabecilla de la banda, quien residía entre España, Colombia y México.
La organización desmantelada recibía la droga por vía marítima y la distribuía en la Península ibérica mediante vehículos provistos de doble fondo, indicó la Policía Nacional en un comunicado.
Tras una investigación de dos años, los agentes intervinieron a finales de marzo con la detención de “varios vehículos” y el posterior hallazgo en un depósito en Madrid de “numerosos bloques de material de construcción, ladrillos refractarios específicos para su uso en chimeneas y barbacoas, que la organización había utilizado para ocultar el estupefaciente”, según el texto.
A golpe de maza estos agentes han encontrado media tonelada de cocaína oculta en ladridllos. 25 detenidos en #Madridhttps://t.co/21AKQgXxL1 pic.twitter.com/X8MYrOzNsN
— Policía Nacional (@policia) 5 de abril de 2017
“Los policías tuvieron que romper miles de piezas hasta dar con aquellas que eran huecas y que habían sido utilizadas para el transporte” de la droga, explicó la policía.
En total, 512 kilos de droga fueron confiscados, de ellos 450 escondidos en los ladrillos, informó un portavoz de la policía de Madrid. De las 25 personas detenidas, 15 fueron encarceladas, precisó la policía, que realizó registros en 28 viviendas en todo el país, 18 de ellas en Valencia (este) y en Madrid.
“El cabecilla de la organización residía entre México, Colombia y nuestro país, existiendo en España una persona.
Toda una estructura
La investigación se inició en marzo del 2015. Agentes del grupo XV de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid tuvieron conocimiento de la existencia de dos personas de origen colombiano que introducían estupefaciente en nuestro país. Estos dos individuos, con conexiones en Bélgica y Holanda, se encargaban del almacenamiento y distribución de la cocaína así como de reclutar a personas para tales fines.
Tras laboriosas actuaciones los investigadores pudieron determinar la existencia de una organización jerarquizada dirigida por un individuo residente entre México, Colombia y España el cual contaba en nuestro país con un cabecilla proveedor de la mercancía. Éste poseía en un plano de subordinación numerosas personas de su confianza de las cuales, a su vez, se desplegaba todo un engranaje de individuos con distintas funciones hasta que llegaba la droga a los responsables de la distribución al por menor.
En ese punto de la investigación, y ya de forma conjunta con las unidades de Valencia, Tarragona y Barcelona, los agentes comprobaron que en la estructura nada quedaba bajo control y cada función era desarrollada de forma específica por una persona en concreto. De esta forma, diferentes individuos se encargaban del transporte, de la guarda y custodia, del envío del dinero a Colombia, conseguir vehículos “caleteados”, de hacer de “hombres pantalla” para alquileres de inmuebles e incluso uno de ellos se encargaba del cobro o “recordatorio” del cobro de las deudas.