La actual pandemia de la COVID-19 no solo desveló cuán vulnerables son los sistemas sanitarios del mundo, sino cómo la mala salud del planeta impacta directamente sobre la salud humana. Desde hace décadas los científicos advierten que la mengua del planeta –como consecuencia de la degradación medioambiental y el cambio climático– tendrá efectos nefastos e incontrolables para las sociedades humanas.
Hoy los millones de infectados alrededor del mundo y las miles de muertes por la COVID-19 muestran el costo más perverso de la relación directa entre destrucción de la naturaleza, el cambio climático y el riesgo de pandemias. Así lo expone el informe Pérdida de naturaleza y pandemias. Un planeta sano por la salud de la humanidad.
El comercio ilegal de vida salvaje supone una grave amenaza para la salud de todos😷#DíaMundialDeLaSalud
Por eso, pedimos que se cierren ya los mercados ilegales de animales y cuidemos de nuestro planeta y nuestra salud 💪Ayúdanos #StopTráficoEspecies⤵️https://t.co/O8QfkKheDa
— wwfespana (@WWFespana) April 7, 2020
Zoonosis
La WWF, autora del informe, advierte que a pesar de que el debate científico no es definitivo al respecto, sí hay evidencia de que el desequilibrio de los sistemas naturales aumentan la incidencia de enfermedades infecciosas.
El estudio apunta directamente a las zoonosis, enfermedades cuyo origen están en los patógenos de las especies de animales. El 70% de las enfermedades humanas tienen raíz en la zoonosis.
Explica en «La ruta de las pandemias», que el primer paso es la deforestación, que hace mella sobre los hábitats, desata el tráfico de especies en mercados de animales –los llamados mercados húmedos– y magnifica el riesgo de la zoonosis al transmitir enfermedades de animal a animal, de animal a ser humano y de ser humano a ser humano.
La WWF advierte que cuando pase la pandemia no se puede olvidar que fue una consecuencia de la destrucción de la naturaleza. La prevención y la lucha contra futuras pandemias debe replantearse desde el punto de vista medioambiental.
Mil millones de infectados al año
Las zoonosis son numerosas. La OMS registra más de 200 enfermedades infecciosas originadas en la vida silvestre. Son mucho más comunes y están mucho más cerca de los humanos de lo que se cree.
La rabia, la leptospirosis, el ántrax, el síndrome agudo respiratorio severo (SARS), el síndrome respiratorio del Oriente próximo (MERS), la fiebre amarilla, el dengue, el sida, el ébola, la gripe AH1N1, la chikungunya, la COVID-19 y la gripe común son parte de una lista mortal.
Las enfermedades infecciosas originadas en la vida silvestre causan mil millones de infecciones y millones de muertes cada año. Con el agravante de que el salto de patógenos (virus, bacterias, gérmenes y hongos) de los animales al ser humano pueden cambiar el curso de las civilizaciones. Abundan los ejemplos
La peste bubónica mató en la Edad Media a la tercera parte de la población europea. La terrible peste negra se transmitió a la especie humana a través de las pulgas de algunos roedores con la bacteria Yersinia pestis.
Destrucción de la naturaleza
Un planeta enfermo y alterado es el sitio perfecto para la ocurrencia de pandemias. Cuando se destruye y se altera la naturaleza se debilitan los ecosistemas, aumenta el contacto del ser humano con especies silvestres desconocidas, lo que facilita la propagación de patógenos y aumenta el riesgo de transmisión.
La minería, la tala de bosques, la construcción de carreteras, el aumento de la población con la consecuente urbanización propician un contacto más directo de especies animales nunca vistas con los humanos y con enfermedades que puedan albergar.
Sin embargo, la vuelta de una nueva pandemia parece el loop de una lección que ni con sangre entra. La desaparición y degradación de los hábitats también son consecuencia de la ganadería y la agricultura intensiva que sostiene el actual sistema de consumo humano, pero sobre todo de la minería irresponsable y la defotestación
Tráfico ilegal y consumo de vida silvestre
Resulta aterrador entender que el tráfico de especies y su consumo ponen en contacto directo al ser humano con patologías de animales silvestres. Existe la posibilidad de que en la propagación de la COVID-19 el pangolín pueda ser un vector desencadenante de la actual pandemia. En China, el consumo de la carne de pangolín es sinónimo de buen estatus social y sus escamas llenan las estanterías de tiendas de medicina tradicional china.
Como si fuera poco, el cambio climático intensifica y amplifica las principales amenazas que se ciernen sobre la biodiversidad. La crisis climática favorece la propagación de virus y bacterias, que prefieren ambientes húmedos y cálidos.
El llamamiento de WWF puede ser reiterativo, pero es urgente y necesario detener la destrucción de la naturaleza si queremos disminuir el riesgo de futuras pandemias.
Frenar la pérdida de biodiversidad, mantener la integridad de los ecosistemas, detener el tráfico ilegal de animales silvestres y frenar el cambio climático es fundamental para una subsistencia saludable del planeta y todos sus integrantes.
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