Ana Franco
27/06/2018
.
Destinos de montaña y playa para relajarse. La playa se vende sola. Entre sus bondades, la relajación. Pero también posee las propiedades curativas de las sales, los minerales y los oligoelementos del agua de mar, el moreno… Es el destino estrella en julio y en agosto, según las encuestas. No obstante, no todo el mundo la tiene tan bien considerada. Son mayores las ventajas de la alta montaña, dicen. La calma, el verde reventón, las vistas, los deportes al aire libre, la ausencia de aglomeraciones. Sí, los destinos de esquí también son para el verano. Eso, cuando la Naturaleza se sacude su manto blanco y se muestra tal cual es.
No sabemos si usted es de uno u otro bando. Por eso, le ofrecemos opciones variadas con un denominador común: la belleza. Abra bien los ojos y tenga la cámara a mano. Estos destinos veraniegos pueden provocarle el síndrome de Stendhal.
Montaña
Baqueira Beret (Lérida, España)
En el Valle de Arán, en el corazón del Pirineo catalán, se ubica la estación de montaña Baqueira Beret. Es la más exclusiva de España, por la cantidad de VIP que la transitan. Pues bien, en verano casi desaparecen. El telesilla del Blanhiblar se abre para que los turistas aprecien el pico más alto de los Pirineos. Se trata del Aneto (3.404 metros), desde 2.200 m. Los esquís se cambian por la bicicleta, el rafting y el tiro con arco. Los lagos y los bosques se presentan al desnudo. Es el caso del Conangles, de hayas y abetos. También el de Varicauba, al que se llega desde los pueblos de Gausac, Es Bòrdes y Aubèrt.
En Aran Park, en la carretera del puerto de Portilhon, viven en semilibertad animales autóctonos. Entre ellos, los lobos blancos y grises, los osos y los linces. Otro de los atractivos del Valle son las iglesias románicas. Específicamente, las de Sant Miquèu de Vielha y de Santa María de Les Tredòs.
Gstaad (Suiza)
Decir Gstaad, en el cantón suizo de Berna, es nombrar la estación invernal con más glamur del país. Allí recalan cada año megarricos de todos los confines del planeta. Ellos tienen en Gstaad un refugio de noviembre a marzo. Sus hoteles de lujo y sus restaurantes de postín también abren en verano. Una red de sendas de más de 300 kilómetros lo pone fácil a la hora de caminar.
Arriba también se practican el ciclismo de montaña, los vuelos con ala delta y el golf. Es aconsejable echar un vistazo a algunos de los bonitos pueblos vecinos. Destacan: Saanen, Schönried, Saanenmöser, Zweisimmen, Gsteig, Lauenen, Feutersoey, Turbach y Abländschen. También está la reserva natural del Lago Lauenensee, con sus cataratas y sus pantanos altos.
Varenna (Lago Como, Italia)
En la Lombardía italiana, lo más solicitado en cuestiones turísticas es el Lago Como. Tiene pueblos encantadores a sus orillas y al pie de las montañas. Uno de ellos es Varenna. Está construido sobre un promontorio rocoso frente a Bellagio, con Menaggio a la derecha. Su centro medieval es uno de los mejor conservados de la zona. Tiene empinadas calles empedradas y una iglesia recogida y antiquísima. Fue bautizada como San Giovanni Battista. En este destino de coloridas casas es de rigor visitar las villas Cipressi. Posee jardines centenarios y terrazas escalonadas hasta el lago.
¿Qué decir de su Monastero? Era un antiguo convento cisterciense para mujeres. Ahora, alberga un importante centro internacional de estudios culturales. Desde esta posición, se pueden explorar las rutas de senderismo y ciclismo de montaña del Valle de Esino.
Zermatt (Suiza)
A los pies del Matterhorn (Cervino en español), una de las montañas más reconocibles de Europa por su pico en forma de pirámide, se esconde Zermatt. Destacan sus boutiques, restaurantes (Chez Vrony y After Seven, entre los mejores) y hoteles de postín. Los picos de 4.000 metros de altura de la región son un imán para los alpinistas en verano. No hace falta ser un profesional para descubrir la zona. También hay 400 kilómetros de caminos más asequibles en los alrededores de Zermatt.
Un tren al aire libre le llevará al Gornergrat (a poco más de 3.000 metros de altura), desde donde la vista del Monte Cervino y el macizo del Monte Rosa quitan el hipo. Existe otro mirador un poco más arriba, a 3.880 metros, al que se llega en teleférico.
Conques (Francia)
Se le atribuye a Prosper Mérimée, autor de la novela corta Carmen (convertida en ópera por Bizet), la frase “No estaba preparado para encontrar tanta riqueza en un desierto así” (1837). Avisado queda: prepárese, porque Conques es uno de los pueblos más bellos de Francia, sin lugar a duda. Supone un viaje en la máquina del tiempo al siglo XV. Parece un parque temático en el que se haya reconstruido cómo se vivía en la Edad Media. Conserva en buen estado sus casas con entramados de madera en la ladera de una montaña del departamento de Aveyron, al sur del país. Forma parte del Camino de Santiago francés. Recibe a miles de peregrinos cada año.
Si les queda energía, no se pierden el Castillo de los Humières (s. XVI), la abadía románica de Sainte-Foy, los hornos donde antiguamente se hacía pan, aún activos, y las puertas de Barry y de Fer de la antigua muralla.
Salzburgo (Austria)
Sobre las floridas lápidas del cementerio de San Pedro, de estremecedora belleza, lloran unos sauces. Y hasta se diría que cantan. Una pieza triste. El Réquiem de Mozart, no podría ser otro. Porque Salzburgo es la ciudad de la música, y Wolfgang Amadeus Mozart, su hijo predilecto. Aquí nació el genio, en un casco antiguo que hoy es Patrimonio de la Humanidad. Salzburgo, cuarta ciudad de Austria, a 300 kilómetros de la capital, es comparable con Viena no en majestuosidad, pero sí en coquetería. Entre sus caprichos, una generosa catedral, una antigua fortaleza, castillos medievales, iglesias de estilo gótico y barroco con chapiteles y cúpulas bulbiformes y palacios imperiales conservados de la mejor manera. Recogida y asequible para el turista, se recorre a pie o en bicicleta.
Luxemburgo (Luxemburgo)
Es difícil comprender por qué este diminuto país es tan desconocido, siendo guapo a rabiar. Sabemos que ejerce de centro financiero y sede de varios organismos europeos como el Tribunal Europeo de Justicia, pero ¿alguien ha visitado alguno de los castillos que salpican su paisaje? La capital, del mismo nombre, suma espacios verdes ajardinados, así como edificios modernos que lindan con otros longevos. Igual que en muchos otros lugares, pero con más armonía.
Como la clase que predomina es la alta, el país acumula doce restaurantes con estrella Michelin: La Cristallerie, Clairefontaine, Mosconi (con dos estrellas), Patin d’Or, Fani, Lea Linster, La Distillerie, Toit pour Toi, La Maison Lefèvre, Favaro, Guillou Campagne y Ma langue sourit. Entre todos forman una ruta gastronómica de lo más apetecible.
Courchevel (Francia)
El verano es un gran momento para practicar esos deportes de montaña que dan más pereza con el frío, como el paracaidismo y el barranquismo. En la elitista estación de Courchevel, en el centro de los Alpes franceses, donde un piso de 40 metros cuadrados no baja del millón de euros, según la consultora inmobiliaria Knight Frank, organizan estas actividades y muchas más cuando llega el estío.
Bien es cierto que algunos de los hoteles con más categoría cierran sus puertas hasta que regresa la nieve, pero el destino está menos concurrido que en los meses de invierno, lo cual es una ventaja. Hasta se puede jugar al golf en un campo de nueve hoyos situado en la meseta de Verdons, abierto desde mediados de junio hasta mediados de septiembre.
Playa
Biarritz (Francia)
Esta villa es elegante como pocas, gracias a las mansiones que los burgueses construían para pasar allí el verano. La emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, cayó rendida ante sus seis kilómetros de playa a mediados del siglo XIX. Hoy, tomar el té (o lo que se tercie) en el Hôtel du Palais, el palacio que fue su residencia, es una necesidad. También acudir al teatro en el edificio que alberga el casino, de estilo art déco, o ir de compras a Hermès, Goyard y las boutiques multimarca Natacha y Duchatel.
Cuando le entre el hambre, recuerde que el pescado más fresco lo sirven en los restaurantes del pintoresco puerto de pescadores, con sabor a autenticidad. Las pastelerías Chocolaterie Henriet y Maison Adam ponen el toque (y qué toque) dulce.
Agrigento (Sicilia, Italia)
Sicilia está hecha para recorrerla en coche (agárrese, porque conducen con cierta temeridad), haciendo parada y fonda donde apetezca en el momento. Reserve una noche en Agrigento, en el sur de la isla, porque allí se alzan las ruinas del Valle de los Templos, que los griegos levantaron hace 2.500 años, y merece la pena visitarlo al caer la tarde. Protegido por la Unesco, este valle acoge los templos dóricos mejor conservados del mundo fuera de Grecia, y verdaderamente impresionan.
La Agrigento moderna no presenta ningún atractivo, pero a solo 15 kilómetros al oeste de la ciudad se halla la Scala dei Turchi (Escalera de los Turcos), un acantilado de color blanco por su piedra calcárea sedimentaria formada por grandes proporciones de calcita, y flanqueado por dos playas que tomaron su nombre de los piratas árabes y turcos que se cobijaban en ella de las tormentas.
Saint-Jean-Cap-Ferrat (Francia)
Entre el bullicio de Niza y la opulencia de Mónaco, en la Costa Azul, hay un paraíso llamado Saint-Jean-Cap-Ferrat por el que caminar, navegar y bucear. Se trata de una península tranquila, poblada por elegantes villas (la de Santo Sospir, con las paredes pintadas por Jean Cocteau, y la de Ephrussi de Rothschild están abiertas al público y son mitos vivientes) y ordenados jardines que tradicionalmente han atraído a ricos y famosos. No encontrará en ella el hiperdesarrollo turístico de otras localidades cercanas de la Riviera francesa, y el clima suele responder a las expectativas la mayor parte del año. Entre sus tesoros patrimoniales figuran el faro, clasificado como monumento histórico en 2012, y la capilla de Saint Hospice, construida en el siglo XI sobre las ruinas de un santuario.
Formentera (Baleares, España)
Solo mide 83 km2, pero el perfil de Formentera ofrece 66 km de costa, gran parte sin construcciones a la vista. Una buena forma de conocerla es recorrer los caminos verdes en bicicleta entre calas, dunas y playas de arena blanca y su interior rural. Todo rezuma tranquilidad y sencillez, y lo mejor que puede hacer el viajero es fundirse con la naturaleza y no molestar.
También (somos humanos) se puede comer en Es Caló de Sant Agustí, un típico municipio de pescadores, en Can Toni (La Mola) o en el chiringuito Bartolo, que despacha bocadillos en la playa de Es Cupinà. Porque Formentera es más de alpargata que de tacón. Para no desentonar con el entorno, alquile un barquito tradicional llamado llaüt para descubrir las calas más inaccesibles de la isla y visitar el islote de Espalmador, por ejemplo.
Capri (Italia)
En esta isla del Mar Tirreno, frente al Golfo de Nápoles, recaló el emperador Augusto huyendo del jaleo de Roma, y tras él hallaron descanso otros privilegiados que construyeron villas hermosas escondidas entre los acantilados. Algunas han acogido a los literatos Pablo Neruda, Graham Greene, Truman Capote, Rainer María Rilke y Oscar Wilde, y a compositores como Debussy y Bizet. Algo tiene Capri que inspira. Y es tan pequeña que se recorre caminando.
Hay que visitar, obligatoriamente, la plaza con más encanto, la de Umberto I, más conocida como Piazzetta, donde se encuentran la Iglesia de San Estéfano y los restaurantes y tiendas de lujo que visitaban Jackie Kennedy Onassis y Grace Kelly. Desde Anacapri se llega por tierra a la Gruta Azul y se toma un telesilla para alcanzar la cima del Monte Solaro.
Oia (Santorini, Grecia)
Grecia es un reguero de islas, y una de las más citadas por su belleza es Santorini, famosa por su cráter volcánico (llamado caldera), al sur del Mar Egeo. De entre todos sus pueblos vestidos de blanco y azul nos quedamos con Oia, en el extremo noroeste, por su puesta de sol. De un naranja encendido, epata si se vislumbra desde las ruinas del Castillo de San Nicolás, en lo alto.
Tras el atardecer, un buen plan es bajar las innumerables escaleras que llevan a los puertos de Ammoudi y Armeni (aunque el trayecto también se puede hacer en coche y hasta en burro). Las tabernas de pescadores que escalan las rocas estarán esperándole, o bien un baño en las limpias aguas de esta zona. De noche, Oia está de lo más animada en los meses de verano.
Comporta (Portugal)
El furor turístico por Portugal en los últimos años tiene querencia por Comporta, una aldea costera del Alentejo. El flechazo del visitante suele ser inmediato cuando se topa con sus arrozales, sus viñedos y, sobre todo, sus 12 kilómetros de playas con dunas de arena blanca. Esta tierra, a una hora en coche de Lisboa, conquistó a finales del pasado siglo a la alta sociedad internacional (realeza incluida) por su tranquilidad y su discreción. Aquí se lleva un estilo relajado.
Las grandes cadenas hoteleras no han recalado en la zona (lo ideal es alquilar una vivienda), las casas no se interponen en la mirada y se come estupendamente en restaurantes como Sal (en la playa de Pego), Restaurante dos Pescadores (en la de Carvalhal) y en el Museo do Arroz, una antigua fábrica de descarga de arroz.
Porto Cervo (Cerdeña, Italia)
¿Qué tiene Porto Cervo para albergar algunos de los establecimientos hoteleros más caros de Europa? No hay cadena internacional de hoteles de lujo que se resista a este centro turístico del norte de Cerdeña, en la mediterránea Costa Esmeralda, donde los grandes yates se pelean por un pantalán del puerto deportivo.
Por el Marbella italiano se pasean Berlusconi y demás farándula con mansiones en el pueblo. Compran en las tiendas de las marcas más prestigiosas y comen en los restaurantes de los pueblos adyacentes, en Terza Spiaggia, La Gritta y Da Robertino, que también brindan estupendas vistas al mar. Las playas bien, gracias. La de Capriccioli y la de Elefante ofrecen algunas de las postales más bellas.
¡Síguenos!
.
Finalmente, la sección Lifestyle de Cambio 16 ofrece las noticias, los lanzamientos de moda y las tendencias más actuales del momento en materia de estilo de vida. ¡Síguenos!