Ante la falta de certezas sanitarias y económicas en esta segunda oleada del coronavirus, que se anota con fuerza, afloran todo tipo de inquietudes. Una es en torno al mercado de trabajo: sus garantías, posibilidades y condiciones. Surge entonces, un concepto escondido entre libros: la histéresis, que podría incursionar en la etapa posterior a la pandemia como otra amenaza, pero asociada al empleo.
El término lo asomó la Comisión Europea con sus previsiones económicas al cierre de 2020. La histéresis se vincula a procesos químicos, físicos, hidráulicos, térmicos, de salud y también económicos. Es el “fenómeno por el que el estado de un material depende de su historia previa y se manifiesta por el retraso del efecto sobre la causa que lo produce”, dice la RAE. Pero en economía se suele asociar con el mercado laboral.
Por ejemplo, si la tasa de paro aumenta en medio de una recesión es algo normal, por los efectos en cascada, derivados sobre la merma en la producción, ventas, consumo y empleo. Pero si años después de haber finalizado la recesión, el mercado laboral sigue mostrando grandes debilidades es porque la histéresis hizo su aparición.
Durante una contracción económica se suele producir un aumento en el número de parados, si estas personas pasan un largo periodo sin trabajar pueden perder parte de su valía. La formación de una persona desempleada podría quedar desfasada si este individuo no puede o no tiene la voluntad de reciclar sus conocimientos para adaptarlos a los requisitos de un mercado laboral cambiante.
Por ello, el gasto eficiente en políticas activas de empleo es vital para mantener la capacidad productiva de un país. Esta descapitalización de parte del factor trabajo puede influir en el crecimiento potencial del país. Urge la necesidad de evitar la histéresis en el empleo y sus secuelas.
La amenaza de la histéresis en el empleo
En estos duros meses los gobiernos, y en particular el de España, ha aplicado medidas de ayuda para apuntalar a las empresas y a los desempleados en esta coyuntura. Ingresos y aportes extraordinarios que les garanticen la subsistencia básica. Al mismo tiempo, el Ejecutivo ha extendido los Expedientes de Regulación Temporal del Empleo (ERTE) a unos 4 millones de españoles.
Una vez transcurra la pandemia, ¿las empresas estarán operativas?¿esperarán por todos sus empleados? ¿qué tipo de empleos ofrecerán?¿los trabajadores estarán a la altura de los nuevos desafíos?
La Comisión Europea viene advirtiendo los efectos secundarios y prolongados en la economía. “La crisis de la COVID-19 podría dejar cicatrices más profundas y de larga duración. Estas incluyen efectos de la histéresis en el empleo, donde menos personas puedan volver a sus puestos de trabajo”, señala el informe.
En otras palabras, el paro como consecuencia de la pandemia podría mantenerse después de que se alivien los contagios. De allí la grave incidencia en la economía del país, en las empresas, corporaciones y en las metas individuales del empleado.
Alto desempleo después de la pandemia
La UE reconoce el importante papel de los ERTE y otras medidas para limitar la pérdida de empleos. Así como las ayudas a empresas y trabajadores. A pesar de ello, el paro lo estiman en 16,7% este año y tenderá a aumentar en 2021 cuando está prevista la retirada progresiva de los planes de apoyo.
Muchos trabajadores y empresas siguen confiando en los esquemas de mantenimiento de empleo. Una vez esos esquemas se retiren, muchos puestos de trabajo entrarán en riesgo si la recuperación económica no es firme. En este sentido, una vez España se libre de la pandemia sanitaria, seguirá teniendo una amenaza latente, como es el paro que seguirá muy alto.
¿Acaso una histéresis en el empleo? Por lo pronto y en comparación con los países de la Unión Europea, la tasa de desempleo española es la segunda más alta detrás de Grecia. Y se estima que se mantenga en esa posición por dos años más.
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