La palabra sostenibilidad tan vinculada con el medio ambiente, ¿puede atribuirse a personas, sociedades, países? ¿Se puede educar a los peques con ese concepto tan de moda: para qué sirve, tiene beneficios?. Un grupo de especialistas analizó el término sostenibilidad en sus distintas acepciones y dimensiones y, definitivamente lo asoció con el bienestar del planeta. “Mente bondadosa”, “egocentrismo”, “egoísmo”, “compasión”, surgieron de manera coincidente en este panel integrado por científicos y un representante de una doctrina filosófica oriental.
Iker Martínez, fisioterapeuta y experto en psiconeuroinmunología clínica condujo la mesa de debate “Salud y Bienestar” en el IV Congreso Internacional de Sostenibilidad, organizado por Cambio16. La discusión, por demás interesante y enriquecedora, contó con la participación de Javier García Campayo, médico psiquiatra, psicoterapeuta y especialista en mindfulness. Tsondru Yeshe, instructor del Dharma. Y José Luis Alonso, vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte & Fisioterapia de la Universidad Europea de Madrid (UEM).
La sostenibilidad y el planeta parecen tener un punto de inicio en la salud y el bienestar. De allí que cada uno de los ponentes definió lo que es salud. Según Tsondru Yeshe, desde el punto de vista budista y dicho por el líder espiritual Dalai Lama, la mente tiene un rol importante. «La mente no tiene una diferencia entre lo exterior y lo interior. Los procesos cognitivos, psicológicos e incluso neurológicos están conectados también a los fenómenos que podemos percibir a través de ellos. La mente es todo. Todo lo que percibimos es mente», agregó.
Por tanto, confió, “se puede definir la salud como un estado armonizado entre todo lo que gestionamos y transformamos según nuestra percepción. Esta armonización nos puede dar como resultado una aproximación a la salud, que es una aproximación al de la mente”.
Vida, bienestar y sostenibilidad del planeta
En la ronda por conceptualizar el término de salud, para dar espacio luego al desarrollo de la sostenibilidad en el planeta, Javier García Campayo se refirió a la OMS. La Organización la define como el bienestar físico, psicológico, social y espiritual. El bienestar físico es obvio, comentó el médico psiquiatra, hay unos mínimos físicos de salud que debemos tener para encontrarnos en esa situación.
¨Los aspectos psicológicos son importantes. La psicología y la psiquiatría actual conectan mucho con las tradiciones orientales. La mente interpreta todo lo que está ocurriendo. Las expectativas es un aspecto clave (…) se han disparado mucho en las últimas generaciones y es una de las causas principales de sufrimiento”, señaló. Y en la parte social se ve que las sociedades están cada vez más desestructuradas. La conexión con otras personas es cada vez menor, en especial en las grandes ciudades y esto es una fuente de sufrimiento. Sobre todo en la tercera edad donde la soledad es un problema que se ha visto con claridad en la pandemia”.
Precisó que “independientemente de las creencias religiosas o nulas, la sensación de espiritualidad es una conexión con un sentido de trascendencia. Creo que está más allá de nosotros mismos y todos los seres humanos lo tienen. La psicología acepta en este momento que no tener claro un sentido de vida es uno de los factores que dificulta la sensación de bienestar, de felicidad”.
Por su parte, José Luis Alonso contó que le gusta “una definición de salud que dice que es esa corona que brilla en los sujetos sanos, que solo pueden ver los enfermos. Yo creo que es verdad. Hasta que no perdemos la salud, hasta que no tenemos una enfermedad. Y hasta que no sufrimos de algún dolor, no somos conscientes de lo que tenemos”.
Mente y salud, los que más dan son más felices
¿La salud y el bienestar van juntos? García Campayo sostuvo que la salud física y psicológica están muy relacionadas. “Muchas personas tienen dolores crónicos, mala salud física pero, sin embargo, tienen una buena salud psicológica. Aceptan la situación, las limitaciones, los síntomas que producen la enfermedad, y logran conseguir una vida satisfactoria, con calidad de vida, con suficiente bienestar”.
Este es uno de los desafíos de la psicología en este momento, señaló. “Muchas de las enfermedades son crónicas, van a durar, por procesos de envejecimiento, de cronicidad. Y lo que podemos conseguir no es tanto la reducción de los síntomas o la recuperación total de la salud física, pero sí el bienestar psicológico”, apuntó.
Tsondru quiso distinguir entre lo que es espiritualidad y religiosidad. Para dar una visión más transversal y para poner más en valor dos conceptos que en el budismo se habla mucho. Pero que creo, argumentó, que todos vamos a entender porque es muy habitual: el egocentrismo y el egoísmo.
“Cuando ambos conceptos, que se trabajan en el campo espiritual, se logran disminuir, todos los procesos conductuales, las emociones, pensamientos y sistemas y constructos que la persona puede construir adquieren otro matiz. Eso significa que la salud física, bien por la genética o epigenética, acaba siendo influenciada por este estado espiritual que incide en el aspecto psicológico y físico”, destacó.
Mientras tanto, Alonso relató el perfil de la mayoría de pacientes que acude a consulta con dolores crónicos. “Son pacientes que normalmente están aislados de la sociedad, incomprendidos por el sistema de salud y angustiados por sus dolencias. Entran con cara de desesperación, de tristeza. Pero creo que somos capaces de devolverles el brillo en los ojos cuando le proponemos un plan terapéutico más allá de la psiquiatría. De la fisioterapia, de la nutrición, del ejercicio”.
Marcar propósitos de vida y valores
José Luis Alonso insistió en los beneficios que le reportan al paciente saber que cuentan con un plan terapéutico. “Cuando son capaces de entender que su tratamiento forma parte de su propio cambio”.
Estoy convencido, afirmó, de que personas que tienen un déficit importante de salud pueden tener bienestar.
Entonces Iker Martínez planteó el tema de la sostenibilidad en las empresas, en la economía, en las inversiones, en el medio ambiente y en el planeta. Pero ¿esto debería partir de un ser humano sostenible?
“Creo que para que el ser humano sea sostenible debería conocerse profundamente. Y creo que la sociedad, tal como está estructurada y los objetivos que tenemos actualmente, no apuntan al autoconocimiento real de las emociones, de los pensamientos y los procesos que modulan la realidad. Creo que el foco principal debería estar en ese autoconocimiento”, manifestó Tsondru a la audiencia.
Explicó que “el foco del ser humano debería estar a la par de los objetivos que el mundo está construyendo. ¿De qué depende la sostenibilidad del medio ambiente, del crecimiento económico, el bienestar social? Hablo desde la esencia última, depende del conocimiento absoluto de la propia mente o la esencia del ser humano en sí. No de lo que hace o puede hacer sino de lo que el ser humano puede conocerse y desde ahí construir a favor de la sociedad y de la sostenibilidad”, del planeta.
Alonso resaltó la necesidad de “marcar unos propósitos de vida”, desde la infancia y juventud. “Con ese propósito de vida definido y los valores que echamos de menos es muy fácil ser sostenible desde el punto de vista de la humanidad. Pero tenemos que marcarnos unos valores y objetivos desde pequeñitos. Cuando lleguemos a la edad adulta vivir de lo que hemos proyectado durante tantos años”.
Sociedades occidentales son egocéntricas
Javier García Campayo, médico psiquiatra, abordó el peso del altruismo en el bienestar de la persona. Y coincidió con el instructor de Dharma.
“Los grandes cambios que se han producido en las sociedades en los últimos años es un desarrollo excesivo del ‘yo’. Somos las sociedades occidentales muy egocéntricas, muy poco comprometidas con el resto. Se tiene la visión de que la disminución de la sensación del ‘yo’ sería lo que produciría el gran cambio. Al sentirnos aislados no nos preocupa tanto lo que le pasa a los demás, ni lo que le pasa al planeta”, ni su sostenibilidad.
Uno de los cambios que ha producido la pandemia, en su opinión, es “la sensación global de que o nos salvamos todos como sociedad humana, como especie y con el planeta, o no nos salvamos”.
Esa sensación de saber que pertenecemos a esta gran familia que es la humanidad y a este ser vivo que es el planeta, es algo que se está desarrollando progresivamente. Y es lo que hace seres humanos sostenibles. Por otro lado, la sensación de bienestar se viene estudiando desde hace muchos años y se asegura que es mayor cuando las personas comparten y hacen más por los demás.
“Las personas con mayor conexión consigo mismas son más capaces de cuidar el planeta, de cuidar a los demás. Aunque hay una especie de resistencia. La sociedad occidental está muy basada en el consumo, la competición, el individuo. Creo que esto se está resquebrajando, se está viendo que es un modelo que no genera la felicidad ni fomenta la sostenibilidad del planeta”.
Mente bondadosa en estos tiempos
De la salud al bienestar individual, al bienestar de la sociedad y del globo. Tsondru es partidario de que sí se puede cultivar una sociedad sostenible. “Creo que sí. ¿Cuál es el motor fundamental que puede mover todo esto? Una mente bondadosa. Muchos preguntarán ¿un mundo bondadoso con lo que está pasando. Con la competición salvaje en los trabajos, familias y relaciones? Si, porque la mente bondadosa no se refiere solo al buenismo, que se asocia a que no hay criterio. Una mente bondadosa requiere criterio y sí que es necesario para establecer una sostenibilidad. Una sostenibilidad sin criterio no existe en realidad”.
Asomó la sostenibilidad del planeta en tres tiempos. ¿Qué va a pasar con el planeta en el largo plazo. Vamos a cambiar el modelo antropocéntrico en el cual nos hemos educado. Cuando entendamos que el planeta y los seres que vivimos en él se mantienen en forma interdependiente, creamos un vector a largo plazo. En ese plazo tenemos propuestas y soluciones de científicos extraordinarias, a los cuales quizás no se les hace mucho caso. Tenemos un nivel de gestión en el medio plazo más o menos razonable y las de corto plazo hace aguas por todas partes.
¿Qué prima en estos tres escenarios? El egocentrismo y el egoísmo. Luego, para una sostenibilidad real hace falta empezar a eliminar el egocentrismo y egoísmo que no es caer en el buenismo sino en una mente bondadosa.
La compasión y entrega en primer lugar
En el cierre del debate, Iker Martínez propuso a los expositores qué quitarían y qué agregarían para llegar a ser una persona sostenible.
José Luis Alonso, Vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el deporte & Fisioterapia UEM, comento que el ingrediente que quitaría sería la pereza. Y agregaría el poder del hábito. A partir de entonces comenzamos a cambiar interiormente.
Tsondru Yeshe, instructor del Dharma, sugirió que quitaría el egocentrismo y el egoísmo y pondría el altruismo y la mente bondadosa, no buenista. Estas condiciones “conectan y van unidas a la sabiduría que respeta toda la dimensión del ser vivo, no solo con la del ser humano”.
Entretanto, Javier García Campayo, médico, psicoterapeuta y especialista en mindfulness consideró que el “egocentrismo es el tema clave. La visión donde el ‘Yo’ soy lo más importante y todo lo demás es secundario (….) como daños colaterales, es parte del problema. La contraparte sería la compasión entendida como la capacidad de darnos cuenta del sufrimiento individual y el de los demás, poniéndonos en igualdad”.
Y comentó, que “si los que estamos bien no nos comprometemos a empujar para que este mundo sea mejor, no podemos pretender que los que están mal lo hagan, los que sufren. Es mucho más complicado”.