Gina Rippon llegó a Madrid para ofrecer una conferencia donde explica que los cerebros de las mujeres y los hombres no son tan diferentes como lleva años investigando la ciencia. La propuesta de esta nurocientífica desmonta presupuestos asociados con la misoginia y los estereotipos de género, que llegan a relegar a las mujeres como seres inferiores más cercanas a salvajes o a los niños que a la inteligente edad adulta.
Sus investigaciones y disertaciones apuntan hacia el hecho de que durante décadas se han buscado respuestas en el interior del cerebro, su peso, su forma y su densidad; pero no se ha buscado qué sucede en el entorno, lo cual también moldea el cerebro. Desde muy pequeños nuestros cerebros pueden detectar que el sexo es importante y las diferencias entre quiénes están cerca.
¿Hay un cerebro masculino y un cerebro femenino? En su conferencia del 25 de febrero, Gina Rippon, catedrática de neuroimagen cognitiva, desafía las creencias tan profundamente arraigadas sobre las diferencias sexuales en el cerebro.
— FundaciónRamónAreces (@FundacionAreces) February 18, 2020
Estereotipos de género son fundamento científico
Los estereotipos de género han sido la base para ciertas investigaciones científicas. Es decir, partiendo del hecho de que los cuerpos masculinos y femeninos son diferentes, se asume que los cerebros de mujeres y hombres también son diferentes. De allí que existan creencias como aquellas que señalan que los hombres son mejores en las áreas científicas y matemáticas, además de estar orientados más hacia el liderazgo y la competitividad. Mientras, las mujeres son más proclives a ser empáticas y más comunicativas, de allí que se le den profesiones como educadoras.
Las investigaciones de Rippon apuntan a que estos supuestos están más relacionados con un sistema de creencias culturales, que con datos científicos. Durante años los científicos han insistido en investigaciones basadas en estos preceptos y trabajan por obtener resultados favorables. La neurocientífica no descarta por supuesto que existan diferencias, pero se encuentran asociadas a las hormonas y la genética, según su criterio.
El condicionamiento por estereotipos de género llega hasta los pasillos de las jugueterías. Señaló Rippon que juguetes para niños son más complejos y de construcción, mientras que para las niñas se ofrece una muñeca científica con falda corta y rosa. El condicionamiento de niño/niña por la sociedad viene incluso desde la concepción o los primeros meses de embarazo cuando se conoce el sexo del bebé.
El género y nuestros cerebros
Gina Rippon es profesora de neuroimagen cognitiva en el Aston Brain Center de la Universidad de Aston, Reino Unido. También es parte del consejo editorial de la Revista Internacional de Psicofisiología. Estuvo en Madrid para dictar su conferencia ‘El cerebro y el género: cómo nuestro mundo puede cambiar nuestro cerebro y condicionar nuestras mentes’, en la Fundación Ramón Areces.
Rippon es autora del libro El género y nuestros cerebros (Galaxia Guttenberg). Su trabajo trata de desmontar la idea de que los cerebros masculinos y femeninos son diferentes. En otra conferencia en Dinamarca, la autora señalaba que se parte de la idea de que “hay brechas de género en la sociedad. La gente mira a los hombres y a las mujeres y dice ‘ellos definitivamente se comportan diferente, definitivamente alcanzan objetivos de modo diferente, ciertamente son remunerados de modo diferente, buuu. Por lo tanto, necesitamos saber de dónde provienen esas diferencias’”.
Su propuesta apunta a que este comportamiento viene dado por estereotipos de género y no porque los cerebros de hombres y mujeres sean diferentes. Aunque ciertamente admite que un cerebro es diferente de otro. Igualmente, si se tuviera enfrente un cerebro cualquiera no seríamos capaces de distinguir si es masculino o femenino.
Mujer, un ser inferior
“¿Son los cerebros de los hombres diferentes de los cerebros de las mujeres?” Esta es la pregunta del millón. Las respuestas llegaron a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando se consideraba que el cerebro determinaba personalidad, cualidades y temperamento.
Los científicos de ese momento buscaban la utilidad de la ciencia para explicar a la sociedad y miraron el papel de la mujer y el hombre en la misma. La mujer se consideró un ser inferior, lo que ella misma señala como una “descripción precisa”, ya que las mujeres en ese momento no contaban con derechos económicos, educativos o de tener propiedad ni siquiera tenían derecho al voto. Entonces si las mujeres son inferiores, sus cerebros deben serlo también fue la conclusión.
Las investigaciones de Rippon se basan en estudios de imagen cerebral que también se han utilizado para estudiar trastornos del espectro autista y dislexia. En su trabajo, la autora, también critica la “neurobasura” libros como Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, que tergiversan los hallazgos de la neurociencia.
El trabajo de Rippon ha sido criticado por otros científicos, que argumentan que su posición es radical restando la importancia que tiene la biología en este tipo de explicaciones. Radical o no, las investigaciones de Rippon son un llamado de atención sobre los estereotipos de género ¿están las mujeres condicionadas por el tamaño de su cerebro? ¿Y qué pasa con el cerebro de un hombre de menor talla en todo caso?
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