Por Cambio16
06/01/2017
La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal de origen nigeriano dedicada a la trata de mujeres para su posterior explotación sexual en clubes de alterne y calles de Bilbao y principalmente en Benidorm (Alicante).
Tras establecer un dispositivo para la detección de posibles víctimas de trata de seres humanos en las zonas habituales de prostitución de Bilbao, una joven nigeriana entrevistada por la Policía decidió contar su situación a los agentes. Después de ofrecerle todos los recursos y medidas de protección pertinentes, se inició la investigación.
La organización estaba formada por ciudadanos nigerianos con recursos y contactos en diversos países, tanto africanos como europeos. Se trataba de una estructura piramidal, con una jerarquía perfectamente establecida, dirigida por tres mujeres muy especializadas en este procedimiento delictivo. Entre las tres poseían la infraestructura necesaria (es decir, los pisos en los que se iba alojando a las víctimas desde su país de origen hasta el lugar de su explotación), y tenían a su cargo un personal que se encargaba de trasladar a las jóvenes y de su control.
Liderada por mujeres
Precisó la Policía Nacional que la organización, estaba formada por ciudadanos de origen nigeriano con recursos en diversos países, tanto africanos como europeos, y una estructura piramidal perfectamente definida. En la cúspide de la misma se encontraban tres mujeres absolutamente especializadas en este tipo delictivo, que compartían tanto la infraestructura, es decir, los pisos en los que se iba alojando a las víctimas desde su país de origen hasta el lugar de su explotación; como la logística, especialmente el personal que a lo largo de todo el periplo se encargaban de trasladar a las jóvenes y de su control.
La organización captaba a mujeres muy jóvenes -que vivían en su país de origen en la más absoluta pobreza- con falsas promesas de un trabajo digno y bien remunerado en Europa. Tras aceptar dichas ofertas las víctimas eran sometidas a rituales de vudú, una especie de contrato por el cual prometían fidelidad a la organización y que, en caso de incumplimiento, las acarrearía terribles consecuencias e incluso la muerte, tanto a ellas como a sus familias.
Tras los rituales, los contactos de la organización en Nigeria trasladaban a las víctimas a Níger, desde donde otros miembros las acompañaban hasta Libia, custodiándolas allí hasta que podían enviarlas a Italia, para lo cual no dudaban en poner en riesgo sus vidas, acomodándolas en cualquier tipo de embarcación carente, en la mayoría de los casos, de cualquier medida de seguridad. De hecho, hay pruebas de que dos de las víctimas de esta organización tuvieron que ser recogidas por un barco de rescate tras hundirse la nave en la que viajaban en el Mediterráneo, pereciendo ahogados varios de los inmigrantes.
Una vez en Italia y después de ser alojadas en centros de acogida para inmigrantes, otros miembros de la organización sacaban a las víctimas de allí y las llevaban a pisos en los que permanecían el menor tiempo posible hasta que se gestionaba su viaje a España. Para llegar hasta aquí viajaban en avión, utilizando para evitar su detección documentos de otras mujeres de origen nigeriano en situación legal en el país.