El Informe de Riesgos Globales, presentado por el Foro Económico Mundial en Davos, advierte que la desinformación constituye uno de los cinco principales riesgos a nivel mundial. Sostiene que es el número uno a corto plazo. Elaborado tras recoger las perspectivas de casi 1.500 líderes de opinión y expertos a nivel internacional, Global Risk 2024-2026 constituye la referencia en la evaluación de los peligros emergentes que amenazan al planeta.
El Informe de Riesgos Globales presentado por el Foro Económico Mundial anticipa un panorama desafiante para los próximos años, marcado por gran incertidumbre geopolítica, macroeconómica y social. Advierte sobre factores como la fragmentación global, las tensiones entre potencias, los retos energético y alimentario, la crisis climática o la desigualdad. Sin embargo, el riesgo que más preocupa es la desinformación y la manipulación de datos. Un número récord consideró que la desinformación constituye actualmente el primero de los cinco principales riesgos a los que se enfrenta el planeta. Su alerta sobre la desinformación debe ser tomada muy en serio.
«El contenido sintético manipulará a los individuos, dañará las economías y fracturará las sociedades de numerosas maneras durante los próximos dos años. La información falsificada podría utilizarse para alcanzar diversos objetivos, desde el activismo climático hasta la escalada de conflictos».
Múltiples factores
La sombría predicción se fundamenta en varios factores. En primer lugar, el avance exponencial de las tecnologías digitales, que según el informe «ha permitido optimizar la desinformación a una escala sin precedentes». Redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, así como plataformas de mensajería como WhatsApp, facilitan tanto la creación como la viralización masiva de noticias falsas de forma rápida y económica, al alcance de cualquier persona.
Una de las principales causas de preocupación identificadas por el informe son las denominadas «deepfakes», es decir, contenidos de audio y video manipulados mediante algoritmos de inteligencia artificial que dificultan enormemente la detección de lo que es verdad y mentira. Es una amenaza relativamente nueva que, según los expertos consultados, podría explotarse con fines desestabilizadores en los próximos años. Un ejemplo citado por el informe es la posible utilización de estas técnicas para la manipulación política o campañas de desprestigio.
Otro aspecto relevante analizado en el documento es el incremento de la polarización social en varias regiones del planeta. Según los datos recopilados, alrededor del 70% de los encuestados consideran que este fenómeno facilita la propagación de la desinformación y «nutre la desconfianza entre grupos». El informe alerta que actores estatales o no estatales podrían aprovecharse de esta fractura social mediante campañas de influencia que exacerben las divisiones internas de distintos países.
La propia naturaleza del mundo actual, caracterizado por la incertidumbre, la fragmentación geopolítica y las amenazas medioambientales, hace que las sociedades sean cada vez más receptivas a mensajes sesgados o directamente falsos. En este escenario volátil, pequeñas dosis de información engañosa podrían tener grandes consecuencias. La desinformación ha dejado de ser un simple problema para convertirse en una vulnerable «puerta de atrás» que algún actor podría intentar explotar con fines desestabilizadores en los próximos años, advierte el informe.
Amenaza multifacética
Uno de los principales temores que plantea el Informe de Riesgos Globales 2024-2026 con respecto a la desinformación es su potencial para impactar negativamente los procesos electorales. «La información engañosa podría utilizarse para manipular las elecciones o socavar los procesos democráticos». Advierte que pequeñas campañas de influencia a través de noticias falsas bien orquestadas podrían llegar a «distorsionar significativamente los resultados electorales». Esto amenazaría directamente la estabilidad política de numerosos países.
Otra área de preocupación que señala el informe es la geopolítica. Sostiene que «ciertos actores estatales podrían aprovecharse de la desconfianza social para exacerbar divisiones mediante operaciones de desinformación con fines desestabilizadores». Lo que podría empeorar disputas territoriales, profundizar conflictos civiles latentes o generar tensiones entre bloques, según el análisis.Incluso advierte del riesgo de que «la conflictividad geopolítica acabe alimentando a su vez la difusión masiva de noticias falsas, en un círculo vicioso difícil de romper».
Otro ámbito vulnerable que destaca el documento es la economía. Reconoce que «pequeñas cantidades de información engañosa podrían bastar para desestabilizar los mercados financieros si se difunden en momentos de incertidumbre». A ello se suma que la desinformación sobre políticas gubernamentales, empresas u organismos internacionales podría dañar significativamente la confianza económica.
Contenerla es el gran reto
La desinformación supone una grave amenaza multifacética. Cuya influencia podría expandirse a prácticamente cualquier escenario si no se contiene eficazmente. En un mundo hiperconectado pero polarizado, las noticias falsas pueden viralizarse con gran rapidez y alcance. E influir negativamente en múltiples ámbitos.
Desde procesos electorales y decisiones de política pública, hasta disputas geopolíticas, confianza económica e incluso salud pública. Pocos terrenos parecen a salvo de sus efectos desestabilizadores. Una alarmante conclusión que implica la urgente necesidad de que líderes y ciudadanos tomen conciencia del peligro y cooperen. Para fortalecer los mecanismos de verificación. También deben promover medios libres y veraces. De no lograrse frenar su expansión, la desinformación podría socavar los cimientos mismos de la democracia y la seguridad colectiva. No es gratuito que el Foro Económico Mundial considere la desinformación la principal amenaza global en el corto plazo.