Las alergias infantiles se están presentando con mayor frecuencia y en un universo más amplio de niños en el mundo. Las causas son muchas y, se atribuyen a la contaminación del ambiente, al polen, a algunos alimentos, dependiendo del tipo de afección. Científicos de la Universidad de Columbia Británica y del Hospital Infantil de Columbia Británica investigaron algunas alergias y encontraron un vínculo común con la comunidad de bacterias que viven en el intestino. La Organización Mundial de la Alergia estima que entre un 20% y 25% de la población mundial sufre alguna enfermedad alérgica.
Los expertos investigaron sobre la causa o las causas que desatan las alergias. Identificaron las características del microbioma intestinal y las influencias en los primeros años de vida que se asocian con el desarrollo de cualquiera de las cuatro alergias comunes en los niños. Como el eczema, asma, alergia alimentaria y fiebre del heno. Los hallazgos del estudio podrían conducir a métodos para predecir si un niño desarrollará alergias y a formas de evitar que se desarrollen.
«Estamos viendo que cada vez más las familias de niños buscan ayuda en el departamento de emergencias debido a alergias», señaló el doctor Stuart Turvey, investigador del Instituto de Investigación del Hospital Infantil Columbia Británica. «Cientos de millones de niños en el mundo sufren de alergias, incluido uno de cada tres niños en Canadá. Y es importante comprender por qué sucede esto», agregó.
El estudio es uno de los primeros en examinar cuatro alergias pediátricas distintas en edad escolar. Si bien cada una de estas enfermedades alérgicas tiene síntomas únicos, el laboratorio de Turvey tenía curiosidad por saber si podrían tener un origen común relacionado con la composición de la microbioma intestinal infantil.
¿Qué hay detrás de las alergias infantiles?
«Estos son diagnósticos técnicamente diferentes, cada uno con su propia lista de síntomas, por lo que la mayoría de los investigadores tienden a estudiarlos individualmente», indicó Charisse Petersen, coautora principal del artículo. Y becaria postdoctoral en el laboratorio de Turvey. «Pero cuando nos fijamos en lo que va mal a nivel celular, en realidad observamos que tienen mucho en común».
Para el estudio, los investigadores examinaron evaluaciones clínicas de 1,115 niños que fueron seguidos desde el nacimiento hasta los cinco años. Aproximadamente la mitad de los niños (523) no tuvieron evidencia de alergias en ningún momento. Mientras que más de la mitad (592) fueron diagnosticados con uno o más trastornos alérgicos por un médico. Los científicos evaluaron los microbiomas de los niños a partir de muestras de heces recolectadas en visitas clínicas a los tres meses y al año de edad.
Las muestras de heces revelaron una firma bacteriana que se asoció con que los niños desarrollaran cualquiera de las cuatro alergias a los cinco años de edad. La firma bacteriana es un sello distintivo de la disbiosis, o una microbiota intestinal desequilibrada, que probablemente resultó en un revestimiento intestinal comprometido y una respuesta inflamatoria elevada dentro del intestino.
“Por lo general, nuestros cuerpos toleran los millones de bacterias que viven en nuestros intestinos porque hacen muchas cosas buenas para nuestra salud. Algunas de las formas en que los toleramos son manteniendo una fuerte barrera entre ellos y nuestras células inmunes. Y limitando las señales inflamatorias que harían que esas células inmunes entren en acción”, comentó Courtney Hoskinson, candidata a doctorado en la UBC y primera autora del artículo. «Encontramos una falla común en estos mecanismos en los bebés antes del desarrollo de las alergias infantiles».
Microbiota intestinal en desequilibrio
Muchos factores pueden dar forma a la microbiota intestinal infantil, incluida la dieta, cómo nacemos, dónde vivimos y nuestra exposición a los antibióticos. Por ejemplo, los antibióticos pueden eliminar las bacterias sensibles, mientras que la lactancia materna tiende a reponer y proporcionar el alimento necesario para las bacterias en el intestino del bebé. Los investigadores examinaron cómo este tipo de influencias afectaban el equilibrio de la microbiota intestinal y el desarrollo de alergias infantiles antes mencionadas.
«Hay muchas ideas potenciales a partir de este sólido análisis», asentó Turvey. “A partir de estos datos podemos ver qué factores como el uso de antibióticos en el primer año de vida tienen más probabilidades de provocar trastornos alérgicos posteriores. Mientras que la lactancia materna durante los primeros seis meses tiene un efecto protector. Esto fue universal para todos los trastornos alérgicos que estudiamos”.
Los investigadores esperan aprovechar los hallazgos para informar sobre tratamientos que corrijan una microbiota intestinal desequilibrada. Una manera de prevenir el desarrollo de alergias infantiles. Dijo que “desarrollar terapias que cambien estas interacciones durante la infancia puede evitar el desarrollo de todo tipo de enfermedades alérgicas que duran toda la vida».
La investigación es parte del Estudio de Cohorte Canadiense de Desarrollo Longitudinal Infantil Saludable (CHILD). Se reclutó a familias a través del BC Children’s Hospital y el BC Women’s Hospital + Health Center y otros hospitales pediátricos de Canadá. Desde su lanzamiento en 2008, el equipo ha seguido la salud, el crecimiento y el entorno de los niños desde su nacimiento. Y ha realizado importantes descubrimientos sobre cómo se desarrollan el asma y las alergias.
Potencial proinflamatorio
Otro estudio del Departamento de Alergia e Inmunología Pediátrica, del Hospital Infantil Yuying de la Universidad Médica de Wenzhou analizó también el papel de la microbiota intestinal en el desarrollo del sistema inmunológico. Y la consecuente afectación del curso de la enfermedad alérgica de las vías respiratorias.
Los resultados de la investigación aseguran que los niños del grupo de rinitis alérgica y del grupo de asma alérgica tenían microbiomas intestinales alterados en relación con el grupo de control sano. En comparación con los niños sanos, el microbioma intestinal de los niños con enfermedades alérgicas tiene un mayor potencial proinflamatorio y una mayor producción de moléculas proinflamatorias.
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