Un equipo del Instituto de Investigación Scripps Research, en Florida, descubrió que una leve mutación genética en el SARS-CoV-2, aumenta de manera significativa su capacidad para infectar las células. La viróloga Hyeryun Choe, autora principal del estudio, dijo que pudieron determinar en los sistemas de cultivo celular que «los virus con esa mutación son mucho más contagiosos que los que no la tienen».
La mutación tuvo el efecto de aumentar notablemente el número de picos funcionales en la superficie viral, agregó. Esos picos son los que permiten que el virus se una e infecte las células. «El número, o densidad, de picos funcionales en el virus es 4 o 5 veces mayor debido a esta mutación».
Los picos le dan al coronavirus su apariencia de corona y le permiten adherirse a los receptores de células objetivo llamados ACE2. La mutación, llamada D614G, proporciona una mayor flexibilidad a la «columna vertebral» de la espiga, explicó el coautor Michael Farzan, PhD.
Asimismo señaló que los picos más flexibles permiten que las partículas virales recién hechas, naveguen de la célula productora a la célula objetivo completamente intacta.
«Nuestros datos son muy claros, el virus se vuelve mucho más estable con la mutación», comentó Choe.
Se ha debatido mucho sobre por qué los brotes de COVID-19 en Italia y Nueva York han abrumado tan rápidamente los sistemas de salud, mientras que los brotes tempranos en lugares como San Francisco y el estado de Washington resultaron ser más fáciles de manejar, al menos inicialmente. ¿Fue algo sobre esas comunidades y su respuesta, o el virus cambió de alguna manera?
La mutación hace más eficaz al SARS-CoV-2
El Instituto de Investigación Scripps advirtió que la variante del SARS-CoV-2 que circuló en los primeros brotes no tenía la mutación D614G. Y es ahora la variante dominante en gran parte del mundo.
Según Farzan, copresidente del Departamento de Inmunología y Microbiología de Scripps, ninguna de las secuencias del SARS-CoV-2 depositadas en la base de datos GenBank tenía la mutación. En marzo ya aparecía en una de cada 4 muestras y en mayo en el 70 % de ellas.
Choe y Farzan realizaron su investigación con virus inocuos diseñados para producir proteínas claves del coronavirus.
Sostuvieron que “se necesitan estudios epidemiológicos adicionales para determinar si lo que ellos han comprobado sobre una mayor efectividad para contagiar las células a causa de la mutación sucede también en «el mundo real».
Ambos científicos han estudiado los coronavirus desde hace casi 20 años, desde que se registró el primer estallido de SARS. Y en 2003 fueron los primeros en descubrir que el SARS apuntaba a los receptores ACE2 de las células, como hace el SARS-CoV-2.
Además de Choe y Farzan, también trabajaron los científicos Lizhou Zhang, Cody Jackson, Huihui Mou, Amrita Ojha, Erumbi Rangarajan y Tina Izard, todos ellos del Instituto Scripps. El trabajo fue respaldado por el Centro Nacional de Salud.
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