Cuando el Departamento de Defensa de Estados Unidos publicó las grabaciones de tres avistamientos de objetos voladores no identificados las redes sociales se llenaron de las imágenes de ovnis. Los usuarios, curiosos, compartieron cientos de comentarios sobre los posibles orígenes de lo desconocido.
Algunos, incrédulos, aseguraron que había una explicación lógica para la grabación. Otros, atraídos por lo desconocido, afirmaban que se trataba de la confirmación de sus creencias: era vida extraterrestre.
El escritor Colin Dickey, en su nuevo libroThe Unidentified (lo no identificado), trata de responder esa atracción. ¿Por qué las personas se sienten atraídas por los fenómenos inexplicables? ¿Por qué creer que la lógica no es suficiente para explicar algunos hechos? Dickey ahonda en estas dudas.
Creer en lo inexplicable y la atracción por lo desconocido
De acuerdo con una encuesta que realizó la Universidad Chapman en 2018, 41% por ciento de las personas creen que los extraterrestres ha visitado la Tierra. 57% afirma que la existencia de civilizaciones más antiguas que las que se conocen es real y un 21% cree en Pie Grande, el popular monstruo de las nieves.
Dicky explica que las bases de estas creencias no se deben a alguna experiencia aislada ni tienen que ver con haber visto algo extraño en el bosque. Es parte de un proceso que requiere de preparación psicológica y tiene mucho que ver con la cultura y la historia.
Este foco también lo trabajó en su libro anterior Ghostland: An American History in Haunted Places, de 2016. Allí mostró que Estados Unidos ha obtenido exactamente las casas embrujadas que se merece.
«The Unidentified» y lo que hay detrás de las creencias
En este libro Dickey es un poco más directo en su tesis. También la desarrolla más. Es una obra en la que asegura que estas creencias y este interés por lo desconocido, que están al margen, son una respuesta a los procesos históricos de modernización y secularización que han atravesado las sociedades. Además de la Revolución científica y la Ilustración europea.
Con la llegada de los pensadores involucrados con esos movimientos y explicando el munto natural a través de la razón, los demás terminaron por desencantarse. De acuerdo con el sociólogo Max Weber, esto pasó cuando las personas vieron los fenómenos naturales divididos en fragmentos con sus conceptos.
Con el paso del tiempo este «desencanto» se abrió paso en el mundo, las ciencias se trasladaron a las universidades y la razón tomó el mundo académico. Sin embargo, acceder a estos conocimientos no era posible para todos, pues tenía un costo que no todos podían cubrir. De esa forma fueron muchos de los curiosos que no pudieron ser parte de las academias se quedaron con lo público. Las revistas, lo que veían en los museos, lo que escuchaban en conferencias.
Estas personas, entonces, empezaron a creer en sus propias razones de las cosas. En lo que veían, en las conclusiones que sacaban. Quienes no encontraban espacio dentro de las instituciones, fortalecían sus experiencias personales. Así se fueron afianzando las creencias. ¿Qué son las extrañas luces en el cielo? ¿Quién hizo las cabezas en la Isla de Pascua? Cada quien empezó a buscar sus propias razones.
El recorrido de «The Unidentified«
En este nuevo libro el lector acompaña a Dickey a través de conferencias, entrevistas y conversaciones con «expertos» que han creado sus propias culturas más allá de los campus universitarios. Tranquilos, muchos de ellos resignados a que sus verdades sean rechazadas por el consenso público. La intención de Dickey no es demostrar que los testigos y creyentes están equivocados, sino descubrir qué impulsa a las personas a creen lo que defienden. Esto va separado de la creencia en los ovnis. Que usualmente está impulsada por ansiedades sobre la invasión y posesión, a menudo ligada a temores de conspiración de Estados o sectas.
Los ovnis viendo con el fin de la Segunda Guerra Mundial
Los primeros ovnis de los que se tiene registro aparecieron en los cielos de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Un enfrentamiento que había preparado a los estadounidenses a esperar que el peligro viniera del cielo.
En el año 1947 un piloto aficionado llamado Kennet Arnold aseguró que había visto algo en el cielo. Se trataba de un hecho inexplicable. Desde su avión divisó nueve naves metálicas volando cerca de Moun Rainier. Eran más rápido que cualquier avión o maquinaria construida por humanos.
En ese momento los describió como «platillos saltando sobre el agua». En la imaginación popular esto se transformó entones en platillo, la forma arquetípica de las naves extraterrestres.
Pero el testimonio de Arnold no fue el único. Un hombre llamado Harold Dahl también vio algo extraño que describió, de acuerdo con Dickey, como seis «objetos metálicos con forma de rosquilla flotando».
Después de estos anuncios los avistamientos de ovnis se incrementaron en Estados Unidos. Se dieron accidentes relaciondos con estos fenómenos que luego el Ejército estadounidense desminitió y así se fue esparciendo el rumor del encubrimiento por el Gobierno.
En una de las secciones de «The Unidentified», Dickey explica cómo los avistamientos de platillos voladores se convirtieron en parte fundamental de la cultura popular estadounidense. Muchas personas siguieron reportándolos durante décadas, sin importar que el consenso científico y la racionalidad avanzaran.
En «The Unidentified» se explica que esta creencia marginal que surgió con el tiempo y que se mantiene como una especie de negociación. Al renunciar a lo objetivo el creyente obtiene algo a cambio: asombro, un mundo con encanto, la sensación de que la humanidad no está sola en el universo o quizás simplemente otra manera de encontrar un significado en un mundo complicado.
Al final, el deseo de creer es tan antiguo como el deseo de conocimiento. Quizás sea mejor seguir creyendo y dejando que el mundo continúe. Al fin y al cabo, de acuerdo con Dickey, la verdad está donde las sociedades decidan ponerla.
Lea también: