En tiempos en que la política debería ser el centro de atención de la ciudadanía, la antipolítica se impone de manera creciente. Amplios sectores de la sociedad prefieren refugiarse en santuarios donde hablar de política está estrictamente prohibido. Manifiestan que es una manera de proteger su salud mental, pero en algunos casos es simplemente evasión.
En Estados Unidos el tema electoral ha saturado a muchas personas que han decidido evitarlo por completo para mantener la paz y la cordura en sus vidas. Y es que el discurso político se ha infiltrado en todo, desde el servicio religioso del domingo hasta el fútbol o el beisbol. Afirman que han tenido suficiente. Hasta quienes tienen opiniones políticas firmes se han desmarcado. Otros fingen ignorancia en lugar de unirse a discusiones apasionadas. y no pocos cancelan suscripciones, eliminan aplicaciones, silencian notificaciones y dejan de seguir a los conocidos agitadores de masas. Hasta el muy publicitado debate presidencial fue puesto a un lado. Hasta han establecido reglas estrictas en sus hogares y círculos sociales para evitar cualquier mención política.
Aunque bien intencionadas, al optar por ignorar la realidad política que les rodea en lugar de enfrentar los problemas y buscar soluciones se encierran en una burbuja de desinformación y aislamiento que los hace manipulables, precisamente lo que querían evitar.
El hastío prevalece
El profesor asociado de psicología en la Universidad de Toronto, Brett Q. Ford, considera que la política es un factor de estrés crónico y que desconectarse es uno de los mecanismo de afrontamiento más eficaces. Después de seguir cientos de estadounidenses en los últimos años encontró que los acontecimientos políticos a menudo desencadenan emociones negativas que dejan a las personas exhaustas y que al distraerse de la política experimentaron un bienestar.
«No se trata de apatía o desinterés», afirma. Las personas pueden desentenderse para controlar la salud mental, pero retraerse demasiado puede reducir su motivación para seguir siendo ciudadanos informados y comprometidos. Sin embargo, Ford tiene sus propios límites. Mantiene las aplicaciones de noticias fuera de su teléfono y establece lapso de 10 minutos para el uso de Internet.
Grayson McGill, de 37 años, trata de ignorar el ruido político. En las últimas semanas dejó de seguir a 400 personas en Facebook y diariamente de despide de otras cuatro o cinco más. Alrededor del 62% de los estadounidenses se sienten agotados por tanta cobertura de la campaña. El Pew Research Center, que encuestó 8.709 personas en abril, refiere que esa fatiga se empezó mucho antes, con el presidente Biden abandonando la carrera, dos convenciones nacionales y un intento de asesinato. Además, la saturación de información política ha coincidido con la intensificación de las noticias sobre conflictos globales.
Incluso, personas con opiniones políticas firmes fingen ignorancia en lugar de unirse a discusiones apasionadas. No es falta de interés, están hastiados por el gran volumen de noticias políticas y la mayoría irrelevantes. Han buscado, por su salud mental, refugios apolíticos.
Refugios antipolítica
El grupo de Cheryl –Amazingly Positive, No Politics Allowed, Interesting People– es un ejemplo de estos refugios de antipolítica. Cuenta con 11.600 miembros. «No solo no me importa por quién votaste, sino que en este grupo no puedes decírmelo», escribió la creadora Cheryl Obermiller, de 66 años de edad, al invitar a los integrantes a publicar fotos de flores, señales de tráfico divertidas y chistes de buen gusto. Obermiller fundó el grupo después de que sus amigos se involucraran en interminables batallas de política. “Las polémicas se han extendido tanto que la gente está hambrienta de un lugar al que pueda ir donde alguien no tenga que saber por quién voy a votar”, dijo
También Jonathan Chiaramonte, un profesor de secundaria, abrió en 2020 un grupo comunitario de Facebook libre de temas políticos, en Sayville, Nueva York. Chiaramonte tiene un curso en el que promueve la comunidad, la confianza y la erradicación del acoso escolar luego de notar que los adultos se comportaban peor que sus estudiantes cuando se trataba de discurso político. «Era muy molesto ver a mis vecinos pelearse», asentó.
Actualmente, 3.000 personas integran la Zona Libre de Política de Sayville, una ciudad de aproximadamente 17.000 habitantes. Precisó que la gente allí puede compartir o buscar información sin ningún tipo de manipulación o reacción política.
Crear una coraza
Para evitar el ruido diario de la política, Lizzy Scully canceló sus suscripciones a periódicos y revistas. Optó por audiolibros de cualquier tema, menos los que tuvieran que ver con las elecciones. «Me desconecté por completo porque me sentí impotente y sin esperanza», dijo.
Brendan Westlake, estudiante de educación musical en Fremont, Nebraska. «Aunque estoy informado sobre política y acontecimientos actuales, prefiero pasar antes que morir en una colina donde nadie gana», dijo. Westlake no comparte opiniones en las redes sociales ni asiste a eventos políticos, pero le importa la política. «Tengo 23 años. Vivo en los Estados Unidos y mi deber cívico es preocuparme. Pero, simplemente no quiero enojarme», explicó.
Menos de uno de cada cinco jóvenes de entre 13 y 25 años publicó contenido político en las redes sociales en los últimos doce meses. La encuesta que realizó en 2024 a 6.669 personas la organización no partidista sin fines de lucro Springtide Research Institute, determinó que las personas sienten que es arriesgado hablar de política y son más comedidos en cuanto a en quién confían y lo que publican en línea. También quieren evitar una etiqueta política. Aproximadamente la mitad de los jóvenes de entre 18 y 25 años no se identifican como republicanos ni como demócrata.
No es tan sano
¿Es realmente beneficioso para la salud mental eludir las conversaciones políticas? Si bien evitar las discusiones políticas puede reducir el estrés y la ansiedad, también la falta de participación en el debate político puede conllevar una sensación de impotencia y desconexión. Los expertos en salud mental advierten sobre los peligros de la evasión total y señalan la importancia de encontrar un equilibrio. Participar en discusiones políticas de manera constructiva y respetuosa puede mantenernos informados y comprometidos sin caer en el estrés y la ansiedad.
La política genera pasiones y divisiones. En un entorno con las opiniones extremadamente polarizadas es comprensible que algunos prefieran alejarse. Sin embargo, esta actitud puede tener consecuencias. La falta de discusión y debate significa una sociedad menos informada y menos comprometida con los problemas que afectan a todos. El debate político constructivo es esencial para una democracia saludable y vigorosa.
Hablar de política sin perder la cordura
- Escucha activa: escuchar con atención y sin interrupciones a la otra persona demuestra respeto y facilita una comprensión más profunda de sus puntos de vista.
- Respeto mutuo: mantener un tono respetuoso, incluso cuando no se está de acuerdo, es crucial. Evitar insultos y ataques personales ayuda a mantener el debate en un nivel productivo.
- Información verificada: basar los argumentos en hechos y datos verificados reduce la propagación de desinformación y permite un debate más informado.
- Empatía: intentar entender las experiencias y perspectivas de los demás puede abrir la puerta a un diálogo más enriquecedor y de menos confrontación.
- Preguntas abiertas: hacer preguntas que inviten a la reflexión y a la explicación en lugar de preguntas que busquen una respuesta de sí o no puede profundizar el debate.
- Reconocer puntos válidos: aceptar y reconocer cuando la otra persona tiene un buen punto fortalece la conversación y muestra apertura.
- Evitar generalizaciones: hablar desde la experiencia personal y evitar generalizaciones sobre grupos enteros de personas puede reducir tensiones y malentendidos.
- Buscar soluciones comunes: enfocarse en encontrar puntos en común y soluciones prácticas en lugar de solo resaltar diferencias puede llevar a resultados más constructivos.
- Educación cívica: promover la educación sobre procesos democráticos y derechos ciudadanos puede empoderar a las personas para participar de manera más efectiva en el debate político.
- Espacios seguros para el diálogo: crear entornos en los que las personas se sientan seguras para expresar sus opiniones sin miedo a represalias puede fomentar una participación más abierta y honesta.
Redes sociales de cuidado
Las redes sociales crean cámaras de eco en las que solo se ven contenidos que refuerzas las propias creencias, aumentan la polarización y reducen la disposición a considerar puntos de vista opuestos. La facilidad con la que se comparte información no verificada o falsa en las redes sociales dificulta la distinción entre hechos y mentiras. Las plataformas sociales a menudo fomentan un ambiente en el que los ataques personales y la descalificación del adversario son comunes y desvían la atención de los temas importantes.
La naturaleza rápida y breve de las publicaciones puede llevar a debates superficiales. Los argumentos complejos y matizados no tienen cabida, y la calidad del discurso político se empobrece. Los algoritmos de las redes sociales maximizan el tiempo de los usuarios en la plataforma con contenidos que genera fuertes reacciones emocionales.
La eliminación de los medios de comunicación tradicionales como intermediarios que jerarquizan la información ha devaluado el valor de la verdad. Sin control de calidad , el espacio virtual se llena de información sesgada y falsa. La facilidad de anonimato en las redes sociales aumenta del acoso y la violencia verbal que intimida a las personas y las disuade de participar en el debate político. Los fake news o noticias falsas tienen un impacto profundo y negativo en el debate político y en la democracia en general. Se diseñan para parecer verídicas, lo que las hace difíciles de identificar y desmentir. Los ciudadanos confundidos toman decisiones basadas en información incorrecta.