Descartan los analgésicos para tratar los dolores crónicos. No se ría. Por lo general los calmantes quitan o alivian un dolor de cabeza ocasional o un dolor de espalda. Sea cual fuere la causa —desde no haber desayunado, haber tenido un contratiempo familiar, perder el trabajo o hacer un movimiento inesperado— una aspirina u cualquier otro analgésico con abundante agua lo alivia a los pocos minutos, sin importar cuán fuerte sea.
Con los dolores crónicos, esos que siempre están ahí, que se alivian y al rato vuelven, el ibuprofeno y el paracetamol no funcionan. Al contrario, son perjudiciales para la salud. No es culpa del médico. Fue el paciente el que pidió algo más fuerte y no le dijo que tenía un problema con la hipoteca o con el hijo mayor. Los dolores crónicos no siempre tienen causas físicas, pero duelen como martillazos en los dedos.
Analgésicos no quitan el dolo ni calman la agustia
Los investigadores del National Institute for Health and Care Excellence del Reino Unido dicen que hay poca o ninguna evidencia de que los medicamentos que se usan para tratar a las personas con dolor crónico primario les mejore su calidad de vida, les quite el dolor o la angustia que siente. Sin embargo, sí hay evidencia de que pueden causarle daño y hasta adicción.
Los analgésicos que comúnmente recomiendan los médicos generales y los especialistas para tratar el dolor crónico no deben usarse. “Causan más daño que bien”, advierte la guía recién emitida por la NICE y que está a disposición del personal médico hasta mediados de septiembre.
Señala el texto referencial que a las personas que sufren dolor primario crónico, que son casi 28 millones solo en el Reino Unido por lo general les recomiendan paracetamol, ibuprofeno, aspirinas y otros fármacos no-esteroideos y antiinflamatorios, además de opioides, que les dañan más la salud y hasta los pueden convertir en adictos.
Duele e incapacita, pero no tiene una causa definida
El dolor primario crónico fue incluido por la Organización Mundial de la Salud en su clasificación de enfermedades y su específico diagnóstico. Lo define como un dolor que persiste por más de tres meses y está asociado con malestar emocional o discapacidad funcional y no puede explicarse por otra afección crónica.
Es un dolor que está ahí, que molesta, pero que no se vincula con otro padecimiento. Una condición de salud con derecho propio, y que incluye afecciones como fibromialgia, síndrome de dolor regional complejo, migraña crónica, síndrome del intestino irritable y dolor lumbar inespecífico. También incluyen dolor crónico general y dolor musculoesquelético crónico, así como el dolor pélvico crónico.
Mejor que recetar, conversar, entender al paciente
Antes que recetar un analgésico la guía hace énfasis en la importancia de poner al paciente como el centro de atención y tratar de construir una relación de colaboración y apoyo entre el médico y el paciente. No descartan que se considere recomendar algún antidepresivo al paciente con dolor primario crónico en lugar de aspirinas o ibuprofeno. Y señalan la misma razón, no alivian el dolor ni mejoran la calidad de vida, pero causan daño.
Tampoco se les deben ofrecer medicamentos antiepilépticos que incluyan gabapentinoides, anestésicos locales, ketamina, corticosteroides y antipsicóticos para controlar el dolor primario crónico. Lo que sí recomiendan es acupuntura, sinceras conversaciones con el médico, ejercicios en grupo y mejorar las relaciones con amigos y familiares. Casi la mitad de los pacientes con dolor primario crónico se les ha diagnosticado depresión.
Acupuntura y terapia de grupo mejor que ibuprofeno
Paul Chrisp, director en NICE, insistió en la importancia fundamental en la buena comunicación con las personas con dolor crónico primario. “Cuando muchos tratamientos no son efectivos o no son bien tolerados por el paciente, es de suma importancia entender cómo el dolor afecta la vida de la persona y de los que están a su alrededor. Al conocerlo se pueden dar los primeros pasos para desarrollar un efectivo tratamiento.
El psiquiatra Nick Kosky, de Dorset HealthCare NHS University Foundation Trust, señaló que los pacientes con dolor crónico esperan un diagnóstico claro y una efectiva y rápida recuperación. Pero las complejidades del dolor crónico son muy retadoras y complicadas de manejar. Esta discordancia entre las expectativas del paciente y los resultados del tratamiento pueden afectar la relación médico-paciente, y puede tener como consecuencia que ante la insistencia del paciente se le prescriban medicinas que son inefectivas pero perjudiciales para el organismo.
Una fuerte recomendación de los especialistas es preferir siempre los tratamientos de salud mental, como terapias de grupo o ejercicios grupales dirigidos que recomendar analgésicos opioides. Hay pocos tratamientos efectivos para los dolores crónicos y lo peor es que ninguno funciona realmente bien. “Tener un dolor por mucho tiempo y ver que ningún tratamiento funciona es desconsolador, pero ese el es hecho. Y hay que aceptarlo”, dijo Cathy Stannard de National Institute for Health and Care Excellence.
Opioides, adicciones y mortalidad
En la Gran Bretaña en diez años las prescripciones de opioides se duplicaron. En 2017 hubo 23,8 millones de recetas para opioides. La Sociedad Farmacéutica Británica ha alertado que las prescripciones de analgésicos fuertes siguen creciendo. Temen se repita lo ocurrido en Estados Unidos, que hubo una alta mortandad vinculada al consumo de opioides y sus efectos colaterales.
Si bien los opioides son muy efectivos para tratar dolores eventuales, se calcula que solo uno de diez pacientes con dolor primario crónico no relacionado con cáncer puede beneficiarse con tales medicamentos. Entre 2017 y 2018, un total de 5,6 millones de adultos en Inglaterra tomaron opioides; 540,000 los había tomado al menos durante tres años.
El dolor no tiene cura con analgésicos, sino con descanso
Stannard dijo que no siempre el alivio viene en forma de medicamento. «Tal vez no podamos cambiar el dolor, pero podemos mejorar la movilidad, el sueño y podemos mejorar la relación social, tales enfoques pueden reducir el dolor”, agregó
“Nuestro problema, como médico, es que tratamos el dolor como algo médico, como la hipertensión, y usamos medicamentos que interactúan por la vía el dolor. Descuidamos que el dolor es mucho más que un simple y fuerte dolor. Hay casos en los que el dolor intenso se relaciona con la aflicción o el duelo. Quizás lo mejor para las personas con dolor crónico es tener acceso a programas de ejercicio en grupo, algunos tipos de terapia psicológica, a programas de relajación o a la acupuntura», concluyó.
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