En la Amazonía peruana, el bosque húmedo tropical más extenso y con mayor diversidad biológica y cultural del mundo, se ha encontrado altos niveles de plomo en sangre en población indígena. Los derrames se originan en el Oleoducto Norperuano, una infraestructura de 48 años de antigüedad y con más de 800 kilómetros de longitud de la estatal PetroPerú.
Cualquier cantidad de plomo en sangre tiene consecuencias negativas para la salud, no existe un nivel seguro El plomo es un metal tóxico cuyo uso generalizado ha dado lugar en muchas partes del mundo a una importante contaminación del medioambiente y a problemas de salud pública. Esto motivó que la OMS lo incluyera en la lista de diez productos químicos causantes de graves problemas para la salud.
A pesar de ello, la contaminación por plomo continúa afectando a muchas poblaciones. Un estudio publicado en la revista Environment International ha encontrado altos niveles de plomo en la población indígena de la Amazonía peruana que vive cerca de las áreas de extracción de petróleo.
La investigación ha sido liderada por la profesora e investigadora Cristina O’Callaghan-Gordo, de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ”la Caixa” junto con el Instituto Nacional de Salud de Perú.
«La principal hipótesis es que el metal puede llegarles a través de la dieta en las zonas donde hay más contaminación ambiental, ya que la población caza y pesca para alimentarse y estudios previos han demostrado la presencia de plomo en los animales de esta zona. En cambio, en los lugares con menos contaminación ambiental, la vía más probable es por exposición ocupacional, como, por ejemplo, estar en contacto directo con el petróleo al participar en tareas de limpieza después de vertidos de crudo», explica Cristina O’Callaghan-Gordo.
MÁS PLOMO CUANTO MÁS CERCANA E INTENSA ES LA EXTRACCIÓN
El estudio incluyó a 1.047 personas, de las que 309 (31%) eran niños menores de 12 años. La población estudiada pertenece a cuatro cuencas hidrográficas de la Amazonía del Perú, una zona no industrializada y remota.
El trabajo, que tuvo lugar entre mayo y junio de 2016, incluyó entrevistas presenciales para recoger datos sobre los factores de riesgo y el estilo de vida de los participantes y la realización de análisis de sangre.
En la investigación también se tuvo en cuenta la distancia existente entre la residencia de la población y la instalación petrolífera. El mayor nivel de metal en sangre se encontró entre los participantes de la cuenca del río Corrientes, donde se concentra la mayoría de las actividades de perforación y extracción de petróleo de la zona.
El estudio también detectó más plomo en la sangre de quienes residían a menos de una hora a pie de una instalación petrolera. Los valores observados en esta investigación son el doble de altos que los valores encontrados en niños en Europa entre 1999 y 2007, período en el que todavía se usaba gasolina con plomo en Europa (hasta 2005 en algunos países).
Los resultados mostraron altos niveles de plomo sobre todo en los varones. «Esto es algo habitual, ya que los hombres tienden a participar con más frecuencia en actividades que les exponen al plomo, como son las labores de limpieza de vertidos», aclara O’Callaghan-Gordo.
PROBLEMAS PARA LA SALUD
La realización de este estudio es el resultado del acuerdo alcanzado entre las federaciones indígenas de las cuencas hidrográficas afectadas y el Gobierno peruano para dar respuesta a sus preocupaciones sobre los potenciales efectos en la salud.
«Este trabajo sale adelante por petición de las comunidades indígenas, ya que llevan décadas reclamando al Gobierno que se haga algo en este sentido», indica la investigadora.
Las alteraciones observadas en los sistemas nervioso, hematológico, gastrointestinal, cardiovascular y renal están asociadas a la exposición al plomo tanto en adultos como en niños, según recoge el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente.
«Unos niveles de plomo como los que encontramos en Perú tienen efectos sobre la salud. De hecho, cualquier cantidad de este metal en sangre implica consecuencias para la salud. Los efectos más conocidos son los problemas neurológicos y de neurodesarrollo en niños», advierte Cristina O’Callaghan-Gordo.
El estudio se ha financiado con fondos del Instituto Nacional de Salud de Perú y ha contado con la colaboración de las federaciones Fediquep, Acodecospat, Feconacor y Opikafpe, que forman parte de la federación de los Pueblos Indígenas Amazónicos Unidos en Defensa de sus Territorios (Puinamudt).
La principal hipótesis es que el metal puede llegarles a través de la dieta en las zonas donde hay más contaminación ambiental, ya que la población caza y pesca para alimentarse
También han participado en esta investigación el Centro de Políticas Públicas y Derechos Humanos de Perú, la Universidad de Cambridge, la Universidad Central de Catalunya-Universidad de Vic, el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona y e-Tech International de Estados Unidos.
Relatores de Naciones Unidas han instado a las autoridades de Perú a limpiar los daños medioambientales causados en el mayor yacimiento petrolífero del país y remediar el daño causado a las comunidades indígenas que viven en sus inmediaciones.
El llamamiento de los expertos de la ONU tiene lugar mientras Perú avanza hacia la adjudicación de los derechos de exploración y explotación petrolera durante 30 años en el Lote 192, en la remota región amazónica de Loreto, en el norte del país, que ya sufre casi 50 años de derrames de petróleo y contaminación.
LA EXTRACCIÓN TOXIFICA LAS TIERRAS
La continua exploración de combustibles fósiles agrava la emergencia del cambio climático global, toxifica las tierras, aguas y recursos de los pueblos indígenas y socava fundamentalmente las protecciones ambientales, han recordado.
«Hacemos un llamamiento a Perú para que aplique sus propias decisiones gubernamentales y haga cumplir las sentencias de los organismos reguladores de que los daños medioambientales deben ser limpiados en consulta con las cuatro comunidades indígenas que viven en la tierra», han señalado.
«A lo largo de los últimos 50 años, la contaminación por petróleo ha amenazado absolutamente todo lo que estas comunidades necesitan para sobrevivir: sus cultivos, el agua, los peces, los bosques y los lugares sagrados», han afeado los expertos, que han subrayado que «al mismo tiempo, estas comunidades no disponen de instalaciones sanitarias adecuadas para atender sus problemas médicos».
En referencia al proceso de Loreto, en el que se decidirá qué empresa se queda con el contrato de explotación durante los próximos 30 años, los expertos han señalado que el Gobierno lo está acelerando y que ya está plagado de irregularidades.
Las alteraciones en los sistemas nervioso, hematológico, gastrointestinal, cardiovascular y renal están asociadas a la exposición al plomo tanto en adultos como en niños
«Cuatro federaciones indígenas –la kichwa, la quechua, la achuar y la urarina– aceptaron de buena fe participar en las consultas», han explicado. Sin embargo, «ahora se encuentran con que el Gobierno quiere seguir adelante con un nuevo contrato a pesar de que la empresa que anteriormente tenía el contrato, Pluspetrol Norte S.A., no ha cumplido sus promesas de limpiar las zonas dañadas e indemnizar a las comunidades».
Pluspetrol, que se retiró de la zona y se declaró en quiebra en diciembre, ha identificado por sí misma más de 2.000 lugares contaminados. El mes pasado, el Gobierno peruano acudió a los tribunales para intentar bloquear la liquidación de la empresa hasta que cumpla sus compromisos.
La salud de los pueblos indígenas se ha visto muy afectada por los vertidos de petróleo. Un estudio del Gobierno publicado en 2019 mostró que al menos el 57% de los pueblos indígenas que viven alrededor de las cuencas de los ríos Pastaza, Tigre, Corrientes y Marañón estaban expuestos a altos niveles de plomo.
Según el mismo estudio, el 45,9% de los niños mostraba niveles inaceptablemente altos de arsénico en la sangre, y el 25,6% tenía altos niveles de mercurio. El estudio también afirma que los vertidos de petróleo provocan cáncer y otras enfermedades.
«Hemos planteado estas cuestiones en repetidas ocasiones al Gobierno de Perú desde 2014 y ahora es el momento de que el Gobierno garantice que estas comunidades indígenas puedan vivir con seguridad y salud en sus tierras tradicionales», han incidido los relatores.
«También es hora de que garantice que las empresas petroleras cumplan con sus obligaciones de limpiar los impactos tóxicos en el medio ambiente. No se puede permitir que las empresas contaminen la tierra y los ríos, dañen la salud de la gente y luego se vayan», han remarcado.