Por ANA BEDIA
La cuenta @deportado4443 de Twitter pertenece a Antonio Hernández, un murciano, de Molina de Segura para más señas. La historia real de este “carabinero durante la guerra. Exiliado en Francia y deportado a Mauthausen por los nazis” se encuentra a golpe de clic en la red social del pájaro azul.
Pero en la cuenta no escribe él. Antonio ya no puede relatar su horror. Murió en 1992. La persona que escribe su dura historia en el campo de concentración es Carlos Hernández de Miguel, su sobrino, que ha iniciado este viaje en el tiempo para sacarse una “espinita que tenía clavada”. Cuenta que cuando su tío le contaba su historia, él era demasiado joven y no profundizó en lo que le relataba. Pero cuando Antonio falleció, Carlos empezó a indagar y se propuso hacer llegar a la gente la realidad de los españoles deportados a campos de concentración nazis.
Los peores cuatro años y medio de su tío se pueden revivir en Twitter, hora a hora, día a día, resumidos en cuatro meses. Así, como si estuviera en plena Segunda Guerra Mundial, el lector será testigo en el presente de los horrores del pasado. La narración ha comenzado el 22 de enero de 1941/2015 en el campo de prisioneros de Trier, Alemania.
Me encuentro en el campo de prisioneros de guerra de Trier, Alemania. Somos unos 700 españoles. Los nazis nos mantienen separados del resto — Antonio Hernández (@deportado4443) enero 21, 2015
Y continuará hasta el 5 de mayo de 1945/2015, fecha en la que Antonio fue liberado por soldados estadounidenses. Durante estos meses el lector vivirá los tres días que tardó en llegar a Mauthausen (Austria) y una vez allí, asistirá a través de las experiencias y fotografías atesoradas por Carlos -que se ha entrevistado con 18 de los 25 supervivientes del campo españoles que continúan con vida- a una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano.
¡Nos trasladan! Nos han hecho formar y nos están haciendo subir a un tren. ¡Nos meten en vagones de ganado! pic.twitter.com/fKNSrhzub9 — Antonio Hernández (@deportado4443) enero 22, 2015
Cuando se le pregunta a Carlos sobre qué leeremos a cerca de Mauthausen, él lo resume así: “Mucho sufrimiento, pero también mucha solidaridad. Los españoles combatieron con solidaridad la dureza del campo. Desde el primer momento se ayudaron”. Carlos relata que empezaron compartiendo la patata que uno de ellos había robado y acabaron contando con una organización clandestina que logró salvar muchas vidas.
Se consiguieron colocar en puestos clave dentro del campo, falsificaban papeles y hasta lograron que se realizaran traslados de prisioneros. También fueron haciéndose con un pequeño arsenal. Ante el temor a que se llevara a cabo el plan de Hitler de exterminar a todos los prisioneros antes de que llegaran los estadounidenses a liberarlos, ellos planeaban “morir matando”, explica Carlos.
Una de las historias más conocidas que ejemplifican el papel de los españoles en Mauthausen, es la de Francisco Boix. Como era fotógrafo y sabía alemán se le encargó la tarea, junto a otros dos españoles, de retratar y revelar en el laboratorio del campo las atrocidades que cometían los soldados de Hitler. Parte de esas fotos fueron escondidas por Boix y sacadas del campo antes de que las SS quemara todas las pruebas los días previos a la llegada de las tropas norteamericanas. Más tarde, esas instantáneas serían de gran importancia en los juicios de Núremberg.
Todo el material y las vivencias descubiertas por Carlos se han materializado en un interesante libro titulado Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) y en los próximos días lanzará una web, la única que en la actualidad se dedicará exclusivamente a la información relacionada con los deportados españoles.
Pese a toda la información de la que dispone Carlos, hay algo que nunca sabrá: cómo su tío logró sobrevivir en Mauthausen. Antonio tenía 34 años cuando se vio envuelto en esta espiral del horror. Era “de los viejos del campo”. Los prisioneros que tenían más de 27 años llevaban este apodo, porque “los trabajos eran tan duros que sólo los más jóvenes sobrevivían”, explica Carlos.
A Antonio Hernández le tocó trabajar en la cantera de Mauthausen, una de las ocupaciones más duras dentro del campo. Carlos está convencido de que a su tío lo debieron pasar a realizar una tarea más específica en la cantera, ya que si hubiera estado los cuatro años cargando piedras no cree que pudiera haber salido con vida de allí.
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