Por Juan E. Ballesteros
15/3/2017
La proliferación de casos de niños migrantes que se desplazan solos, sin compañía de ningún adulto, y que sufren acoso, maltrato y detención sin que tenga oportunidad alguna de hacer valer sus derechos fundamentales ha provocado que las principales instituciones internacionales de protección al menor se unan en un llamamiento urgente y desesperado para que no se criminalice a este colectivo, cuya indefensión es solo comparable a su desamparo.
Los conflictos bélicos, la persecución por motivos religiosos o ideológicos, y los desastres naturales, así como las sequías y hambrunas originadas por el calentamiento global y el cambio climático, han generado el desplazamiento forzoso de 32 millones de niños en el mundo, según los datos facilitados por Cáritas Internacional y la Santa Sede, que junto a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que han aprovechado la 34 sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para denunciar esta grave situación.
Frente a los esfuerzos de estos organismos para llamar a la responsabilidad de la comunidad internacional, promoviendo el entendimiento común para la eliminación de la detención de menores inmigrantes y refugiados, sobre todo cuando carecen de cobertura familiar y no van acompañados por adultos, los países de origen, tránsito y acogida, en lugar de compartir experiencias y medios para acabar con esta lacra, se dedican a construir muros y adoptar medidas para impedir el flujo migratorio, según William Lacy, director general de la OIM.
«Los niños no deberían ser detenidos porque la detención nunca beneficia al menor. Debemos acabar con esta práctica dañina y recordar que solicitar asilo no es un acto ilegal», denunció la directora de la sección de protección internacional del ACNUR, Carol Batchelor.
En la implementación de buenas prácticas en la acogida de refugiados y su inclusión social se ha destacado el Vaticano. La Santa Sede, representada por el padre Fabio Baggio, expresó la voluntad del papa Francisco de «caminar junto a estos niños», por lo el Vaticano está promoviendo una red de ayuda dentro de las diócesis de todo el mundo.
«Estamos trabajando para que las iglesias locales sean activas en la ayuda a los inmigrantes y refugiados, guiándolas con directivas sobre buenas prácticas para que sepan como pueden servir mejor», explicó el religioso.